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Reportaje:

La piedra filosofal de Lula

Brasil presenta al mundo su nuevo plan para dinamizar el crecimiento

Brasil busca todas las fórmulas posibles para dinamizar su crecimiento, adormecido debido a los altibajos en la inversión extranjera, la debilidad del consumo y el escaso desarrollo de las infraestructuras. La respuesta más reciente ha sido la puesta en marcha del Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC), que promete un alza del PIB del 5% de media y ofrece una inversión de 70.000 millones de euros al capital privado. El proyecto, que Luiz Inacio Lula da Silva ha presentado recientemente en Madrid, ha sido bien recibido en el exterior.

El PAC pretende unir esfuerzos inversores del sector público y privado por valor de 180.000 millones de euros durante los próximos tres años

César Alierta, de Telefónica; Antonio Brufau, de Repsol YPF; Salvador Gabarró, de Gas Natural; Ignacio Sánchez Galán, de Iberdrola; Emilio Botín, del Banco Santander; Francisco González, del BBVA; Manuel Pizarro, de Endesa; Florentino Pérez, de ACS... y así hasta completar 60 presidentes y consejeros delegados de empresas españolas. ¿El motivo? La visita a Madrid del presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva y la presentación de su Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC). En la cita, que se celebró la semana pasada en Moncloa, el mandatario del país suramericano presentó las líneas maestras de su proyecto que pretende dar el impulso necesario para que la economía brasileña ascienda a la primera división mundial.

En líneas generales, el PAC es un ambicioso plan de inversiones que pretende unir esfuerzos del sector público y privado por valor de 180.000 millones de euros, durante los próximos tres años. El plan, que deberá concluir en 2010, se estructura en cinco grandes áreas de acción que engloban la inversión en infraestructura, energía y telecomunicaciones, el incremento del crédito, las mejoras de las condiciones de inversión para estimular al sector privado, la disminución selectiva de impuestos y el perfeccionamiento de la estructura tributaria destinada a dar consistencia macroeconómica y sostenibilidad a las políticas fiscales. El objetivo es, además, lograr un crecimiento medio de 5% durante este periodo.

Crecimiento dispar

El plan, presentado como el gran legado de Lula para su segundo y último mandato, busca mejorar el dispar crecimiento brasileño que durante los últimos cinco años ha mostrado síntomas de estancamiento. Durante este periodo, el PIB ha crecido una media de 3,2% y, a excepción del año 2004, cuando creció un 5,7%, las cifras de la décima economía del mundo no han estado a la altura del resto de los países emergentes que le acompañan en el BRIC. Mientras que en 2006 Rusia ha crecido sobre el 6%, China en un 10% e India sobre el 9%, Brasil -con un PIB anual de un billón de dólares- sólo ha podido superar levemente el 3%. Durante el segundo trimestre de 2007, el PIB creció un 0,8% sobre el primer trimestre y un 5,4% en términos interanuales. El crecimiento semestral fue del 4,9%.

Los analistas y el propio Ejecutivo del Partido de los Trabajadores (PT) reconocen que las principales carencias se encuentran precisamente en la inversión. Según la Comisión Económica para América Latina (mientras el gasto de los hogares ha crecido un 6,5% durante el último trimestre, la formación fija de capital -indicando la inversión- ha crecido sólo un 4,2% en términos reales, comparado con el 7,3% registrado para todo 2006).

Durante el año pasado el crecimiento del PIB se vio contrarrestado principalmente debido a la baja y volátil tasa de inversión y la menor contribución del sector externo. En términos de volumen las importaciones registraron un crecimiento acelerado del 16,1%. En definitiva, durante el curso pasado el sector externo contribuyó negativamente al crecimiento en un punto, a diferencia de la aportación positiva que realizo entre 2001 y 2005.

Los últimos datos indican que como porcentaje del PIB, la tasa de inversión se mantuvo en torno al 16,1% entre 2003 y 2006, año en que ascendió al 16,8%, pese al incremento de la formación bruta de capital fijo. Para la Cepal, esta volatilidad de las tasas de inversión podría deberse a las elevadas tasas de interés real lo que, junto a la apreciación de la moneda nacional, podría estar afectando algunas inversiones. Los expertos también señalan que a estos elementos se suma cierta incertidumbre en torno a proyectos de inversiones públicas y políticas sectoriales. Pese a ello, en 2006 se observó un importante crecimiento del 25% en la inversión extranjera directa (IED) hasta los 18.700 millones de dólares, tres mil millones más que en 2005.

El problema es que el año pasado se produjo una salida de capitales que superó al ingreso, generándose por primera vez una salida neta de inversión. Durante 2006 salieron del país, capitales por valor de 27.000 millones de dólares, dejando un saldo negativo de 9.000 millones. Esta 'fuga de capitales' se explica por la escasa confianza de los inversores locales en la marcha de la economía y la necesidad de buscar nuevos mercados donde puedan desarrollar la esperada expansión internacional. El problema no viene por el descontento con la marcha de la macroeconomía, que mantiene buenas tasas de inflación y reducción en los tipos, sino que las preocupaciones apuntan a los escasos avances en las reformas estructurales.

Carencias

Precisamente estas son las principales carencias que algunos empresarios y economistas locales detectan en el proyecto de Lula: se centra demasiado en la inversión en infraestructuras -responsable de las bajas tasas de crecimiento- y deja de lado temas tan importantes como la distribución tributaria. La carga fiscal en Brasil alcanza el 36%, similar a la media de la UE, pero lejos de los países latinoamericanos donde este factor oscila entre el 10% y el 24% del PIB.

La segunda crítica que se hace al plan es el excesivo peso que le otorga al Estado. Lula ha prometido inversiones por 180.000 millones de euros, pero en la planificación original sólo el 40% de este monto estará destinado para las empresas privadas, mientras que el resto deberá ser asumido por el Estado y por las empresas estatales.

El presidente Lula da Silva junto a Rodríguez Zapatero en el Palacio de La Moncloa de Madrid.
El presidente Lula da Silva junto a Rodríguez Zapatero en el Palacio de La Moncloa de Madrid.GORKA LEJARCEGI

España, el socio preferente

La relación económica entre España y Brasil se ha vuelto sumamente fructífera en los últimos dos años. El capital español es el segundo más importante para el país suramericano, con una inversión acumulada de más de 35.000 millones de dólares. Según datos del Banco Central de Brasil, en 2005 el flujo de inversión directa española en el país fue de 1.220 millones de dólares. En 2006 llegó a 1.524 millones, incrementándose un 6,8% respecto al año anterior. Con estas cifras no es de extrañar que Lula haya elegido España para el lanzamiento europeo de su plan de inversiones ya que, entre otras cosas, las empresas españolas copan todo el espectro de los sectores productivos locales.

Telefónica es la primera empresa del país, con 41 millones de clientes y con una inversión de 29.000 millones desde su llegada al país. Del mismo modo, la agencia brasileña de comunicaciones (Anatel) está estudiando la compra por parte de Telefónica del 23% de Telecom Italia en Brasil. Repsol es la segunda empresa privada del sector energético en Brasil, con una inversión cercana a los 2.000 millones. Endesa también es protagonista del sector de la energía con unos cinco millones de clientes a través de sus empresas Ampla y Coerce y una inversión superior a los 4.000 millones. Gas Natural posee el 54% de Ceg, empresa de distribución en el área metropolitana de Rio de Janeiro, y el 72% de Cegrio, mientras que Iberdrola es miembro del consorcio Neoenergía.

El en el sector financiero, BBVA vendió su filial brasileña a Bradesco, pero actualmente opera en el mercado de capitales, con una inversión crediticia de unos 1.000 millones de euros. Mientras, el Santander, con una inversión total de 6.800 millones de dólares, se ha convertido en el mayor banco extranjero después de la compra de Banespa.

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