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Reportaje:

Conversaciones imposibles en la ciudad Euríbor

Los vecinos de los nuevos barrios sufren las subidas en las hipotecas

-¿Han dicho algo ya?

-No, pero han avisado de que se va a hacer público a las dos de la tarde.

Un grupo de compañeros de trabajo se arremolina sobre la mesa de uno de ellos, rodeando a un transistor de bolsillo. No es la jornada final de Liga. No se escuchan los trinos de los niños de San Ildefonso declamando números de la suerte. No ha sucedido nada especial. Pero no es un día cualquiera para Juan José Robles. Es 7 de septiembre y el Banco Central Europeo decide si sube los tipos de interés. O no. Una decisión que a Robles y a casi todos los habitantes del PAU de Carabanchel les afecta de manera muy directa.

En Madrid hay más de 170.000 viviendas en barrios de nueva construcción. Pequeñas "ciudades Euríbor". Una inmensa mayoría de sus propietarios tiene un préstamo hipotecario. "Aquí no hay herencias ni gente rica. Tampoco casi alquilados ni personas mayores", resume Francisco García, hipotecado de Sanchinarro. Todos tienen edades semejantes, entre 25 y 45 años, y todos tienen una deuda con el banco. Una deuda que se ha transformado en una rémora de cerca de 1.000 euros mensuales de media tras 23 subidas ininterrumpidas de los tipos. Por eso, como Robles, se han vuelto especialistas en economía. Conocen a Jean-Claude Trichet, presidente del Banco Central Europeo. De hecho, no le tienen mucho aprecio. Aunque el 7 de septiembre, en la oficina de Robles, sus cuatro compañeros y él pegasen un respingo de alivio: "¡No han subido esta vez!". García también expulsa aire. "No me tendré que quitar de más cosas de comer".

Para pagarse un piso, dice un vecino, "hay que buscarse una novia.com"

Desde el Instituto de Empresa de Madrid se advirtió el pasado miércoles de que si sube el precio del dinero un punto más, el número de gente que no pueda hacer frente a sus pagos puede ser muy alto. Hoy por hoy, sólo el 0,4% de los hipotecados no cumple con sus cuotas. Pero los que cumplen, lo hacen ya casi al límite de sus posibilidades.

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Pedro Alonso, vecino de Valderribas, lo explica muy brevemente: "Lo llevo muy jodidamente. Me han subido 300 euros en dos años". Y al del tercero. Y al del quinto. "Aquí es el principal tema de conversación", explica Alonso. "Bueno, eso y los fallos en la construcción y en la piscina", añade. Un endeudamiento progresivo y homogéneo que ya han empezado a notar los pocos hosteleros instalados en estas zonas. Por ejemplo, Jorge Patiño, encargado del bar Gula y Sed, en Valdebernardo. "Sí que se nota un montón, hemos perdido facturación en cerca de un 20% en un año". De hecho, Patiño recuerda algún vecino que ante un chato de vino le ha confesado que va a poner en venta su casa por no poder afrontar los pagos. "Lo que pasa es que no les gusta comentarlo cuando bajan otros vecinos", precisa.

Francisco Javier Gómez, corrobora la percepción de Patiño: "Lo que primero recortas son los vicios. Como las cañitas". Otros, como Marcos Pastor, han decidido que su pareja busque trabajo. "Lo intenta, pero no encuentra y con un solo sueldo esto se ha puesto imposible". "Hay que buscarse una novia.com", dice, "hablando en plata", García. "No hay más huevos que apechugar, pero sin tener dos sueldos...".

En los pequeños grupos de los nuevos barrios, en los parques, en las juntas de vecinos, se comentan las deficiencias o ventajas de sus casas, pero también se mantienen conversaciones imposibles: "Yo me he cambiado a una hipoteca multidivisa en yenes, sale mucho mejor porque se rige por su índice de tipos, que es más bajo que el Euríbor". Los conocimientos de los vecinos de Carabanchel sobre la economía financiera son sorprendentes. "Los bancos no la ofrecen, la multidivisa, porque no les interesa", subraya muy convencido Robles.

García pone el acento en la subida del pollo, "un precio de referencia sobre el coste de la vida", explica apoyado en su portal. "En estos barrios no hay casi supermercados y tienes que comprar en el que te toca, aunque se suban a la parra subiendo las cosas", se lamenta. No hay supermercados pero sí hay bancos. Los mismos que trabajan con las promociones inmobiliarias. De ese modo, igual que todos los vecinos tienen su hipoteca, todos los clientes de Caja Ávila, en Vallecas, también comparten esa carga. "Bueno, no es tanto, porque también hay inversionistas", dicen en la sucursal. Aunque luego conceden que en el caso del ensanche "no hay prácticamente especuladores". Según esta entidad bancaria, aún no les han subido los tipos a sus clientes, así que no saben cuánto les va a afectar. "Esta oficina esta enfocada al pequeño cliente", subrayan. Un pequeño cliente que ha convertido en cotidiano lo que hasta hace poco era impensable: hablar de economía en los corrillos. "Bueno, la verdad es que Solbes parece que da confianza, ¿no?", casi implora García.

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