_
_
_
_
HUMORISTAS
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Soy un trolero

La verdad es que sí, soy un trolero. Pero no miento por medrar en la vida, ni por perjudicar a nadie, lo hago sólo por entretener. Yo soy de los que cuenta las anécdotas en primera persona, aunque no me hayan pasado a mí, y además las mejora. Y tengo que decir que este mes de agosto he mentido mucho en EL PAÍS. Y tengo que decir que jamás coincidí en un ascensor con Paris Hilton, ni le hice un retrato al óleo a Borja Thyssen ni, por supuesto, actué en la boda de Paulina Rubio. Todo era un montón de patrañas. Pero, de verdad, sólo lo hice para llevar la sonrisa a los lectores del periódico, creedme.

De todas formas esto no es de ahora, viene de hace tiempo, y hoy, que por fin me he quitado la careta, quiero hacer un sumario con mis mejores embustes.

Empecemos con mi niñez: una vez dije que con unas reebok pump -que eran estas zapatillas de baloncesto que tenían la lengüeta hinchable- que había saltado desde un segundo piso sin hacerme un rasguño. Otra vez conté que tenía un tío en Canarias, en la isla de Tenerife concretamente, que era capaz de manejar un avión teledirigido hasta la Península, hasta Albacete más concretamente, y que entonces yo me montaba en el artefacto y me llevaba de vuelta a las islas. A este mismo tío le atribuí también una amistad con Felipe González, la invención del extremo rígido de los cordones o que hablaba cincuenta idiomas, incluido el tagalo.

En otra ocasión les solté a mis amigos que mis padres habían comprado en Andorra una televisión en la que se veían las imágenes en cuatro dimensiones.

Éstos son algunos de mis hits infantiles.

Pero ya en mi edad madura he sido capaz de asegurar sin pestañear que vi cómo en el programa Sorpresa, sorpresa, cuando lo presentaba Concha Velasco, una adolescente montaba un numerito en la intimidad con su perro y un bote de mermelada, mientras Ricky Martin permanecía agazapado dentro de su armario. También difundí en Internet que Marilyn Manson era uno de los actores de Aquellos maravillosos años, y que se había quitado varias costillas.

Y también son de mi invención, atended: la anécdota del perro de las Indias (que es ésa en la que una pareja se trae un cachorrito de un viaje a la India y resulta ser una rata peligrosa y salvaje), la anécdota del canguro que sale pitando con la cazadora de unos turistas (y por lo tanto con su documentación, dinero en efectivo y tarjetas), porque le hacen una foto con susodicha prenda, creyendo que está muerto y al final con el flas de la cámara descubren que no. O la del mono tití que es aplastado y asfixiado con el cojín del sofá por el amigo del dueño mientras éste está de viaje, porque le ha dejado las llaves para que lo cuide y él se ha llevado un ligue con el que a la postre ha retozado en el sofá.

Y ahora, la que considero mi engañifa cinco estrellas: a una pareja de recién casados les regalan unas lámparas de mesilla horribles. Meses después del enlace reciben una visita de, ni más ni menos, los autores del presente. La feliz pareja repara en el detalle y rápidamente cambian las lámparas habituales por las feas. En un momento dado le dan al interruptor para ver lo bonitas que quedan y se encienden unas luces debajo de la cama.

En esta historia no soy el protagonista, pero aseguro conocer a los concernidos.

Y ahora, decidme: ¿hago daño a alguien? ¿Acaso la verdad no está sobrevalorada? ¿No es bonito crear ilusión en la gente?

Pues eso, que soy un trolero.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_