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Trichet da un paso atrás y deja en el aire la subida de los tipos de interés en la zona euro

El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet, hizo ayer su primera aparición pública desde que la crisis originada por las hipotecas de alto riesgo estadounidenses pusiera en un brete la liquidez del sistema financiero internacional. Hace menos de una semana, el BCE se reafirmó en lo dicho tras la última reunión de su consejo de gobierno, en la que anticipó una subida inminente de los tipos de interés, del 4% al 4,25%. Pero Trichet matizó ayer que la tormenta financiera cambia el escenario y que la decisión no está tomada. Sus palabras sumaron confusión a unos mercados ansiosos de señales claras.

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Lo que decidió el último consejo de gobierno del BCE, el pasado 2 de agosto, sí está claro. Tras aquella reunión, Trichet indicó que la autoridad monetaria desarrollaba una "fuerte vigilancia" sobre los "riesgos inflacionistas" en la zona euro. Una expresión que el BCE usa cuando quiere avisar de que subirá los tipos de interés en su siguiente reunión, prevista para el 6 de septiembre. Es la seña pactada con los mercados para que adapten sus expectativas a un precio del dinero más caro, el correctivo habitual del banco central cuando cree que el crecimiento económico pueden acelerar la inflación.

Los mercados, sin embargo, ya no saben, si con la nueva seña, Trichet mantiene la apuesta por una subida inminente de los tipos de interés o si prefiere dejar pasar esta ronda. Porque las claves para interpretar su juego ya no sirven. Si hasta ahora, a la expresión "fuerte vigilancia" sólo podía seguir una subida de tipos, Trichet opuso ayer que el BCE "no se compromete jamás por anticipado" y que lo dicho el 2 de agosto "no predetermina" el análisis que hará la autoridad monetaria el 6 de septiembre.

Nuevas reglas

Trichet hizo esta nueva lectura de las reglas del juego tras intervenir en un congreso de la Asociación Económica Europea en Budapest (Hungría). A preguntas de los periodistas tras su discurso, el guardián del euro quiso recalcar que desde que el BCE hiciera su última evaluación de la política monetaria la situación ya no es la misma. "Para precisar lo que dije sobre que hay una fuerte vigilancia [de las presiones inflacionistas], aquella declaración se realizó el 2 de agosto, antes de las turbulencias en los mercados financieros", dijo.

Las palabras de Trichet muestran que la situación económica, y la presión política y financiera, han introducido elementos de duda en la estrategia del BCE sobre un aumento gradual de los tipos de interés. "Hay una clara sensación de que el compromiso de subir los tipos ha desaparecido", resumió Jacques Cailloux, analista del Royal Bank of Scotland.

Desde que los síntomas más claros del contagio de la crisis hipotecaria de EE UU supuraran en los mercados bursátiles y financieros, hace 20 días, el BCE había mantenido una posición rotunda en sus dos posibles áreas de intervención. Reaccionó con rapidez mediante créditos extraordinarios a los bancos para facilitar la circulación de dinero (inyectó más de 210.000 millones de euros en préstamos a un día). Una decisión que mereció el aplauso unánime de los dirigentes europeos. Pero al mismo tiempo, se reafimó en su estrategia sobre inminentes subidas en los tipos de interés, una obstinación que cosechó división de opiniones.

Trichet mantuvo firme el timón de esa estrategia el 14 de agosto, cuando a la tormenta financiera se sumaron los datos sobre la ralentización del crecimiento de la zona euro. El presidente del BCE hizo un llamamiento a "mantener la serenidad" pero evitó cualquier referencia a la política monetaria.

Las últimas decisiones de la Reserva Federal en EE UU contribuyeron a elevar el tono de las voces que piden un cambio de rumbo en la estrategia del BCE. Los bandazos de la Fed en la travesía de esta crisis hipotecaria son notables. Hace sólo un año, su presidente, Ben Bernanke vaticinó que el mercado inmobiliario sólo experimentaría "un enfriamiento gradual". El 7 de agosto, el banco central indicó que las condiciones de crédito "se habían endurecido", pero no lo consideró suficiente para bajar los tipos (5,25% en EE UU).

Pero 10 días después, la Fed admitió que las turbulencias en los mercados podían tener "efectos adversos" en la economía y decidió abaratar los préstamos a los bancos con dificultades. Wall Street descifró este último movimiento como una rectificación que le llevará a bajar los tipos en su reunión del 18 de septiembre. Francia, con el crecimiento económico más débil de la zona euro, cuestionó la estrategia del BCE, pero la autoridad monetaria se mantuvo firme. El 22 de agosto, en un comunicado sobre una nueva inyección de liquidez, incluyó una alusión a que "la orientación de su política monetaria quedó expresada en la declaración del 2 de agosto".

La interpretación de inhabitual alusión también se atuvo a las reglas conocidas hasta ahora. El BCE insistía en la subida de tipos y la reacción de los mercados fue contundente: el Euríbor, el índice diario de referencia para las hipotecas, saltó un día después al 4,791%, el máximo en siete años. Una situación con consecuencias notables en España, con el endeudamiento de las familias al límite. Ayer mismo, el secretario general de CiU, Josep Antoni Duran i Lleida, condicionó su apoyo a los presupuestos del Estado a que el Gobierno compense el encarecimiento de las hipotecas en el último año (unos 1.000 euros de media) "vía declaración de la renta".

La firmeza en la estrategia del BCE se quebró ayer en Budapest. Trichet mantuvo que en aquella declaración ya dijo que "se prestaría gran atención a la evolución de los mercados financieros". Pero su rechazo a confirmar que la "fuerte vigilancia" de la inflación sigue siendo la prioridad, evidencian que la crisis ha cambiado la perspectiva del banco central.

Un informe publicado ayer por el FMI también señala que la crisis debe originar otros cambios, como mejorar la protección del consumidor y reforzar la vigilancia sobre los operadores financieros. Y advierte contra las operaciones públicas de rescate de los deudores: "Las pérdidas deben dispersarse entre los inversores expuestos al riesgo, en lugar de ser asumidas por los contribuyentes", concluye.

El presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, atiende una llamada en su móvil antes de su conferencia en Budapest (Hungría).
El presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, atiende una llamada en su móvil antes de su conferencia en Budapest (Hungría).EFE

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