"El mundo me ha hecho canalla"
Melendi, protagonista de la campaña 'Me gusta el fútbol' de Canal +, de gira por España
"Soy un canalla", dice Melendi entre risas. Cadenas de rastas recorren su espalda, en el brazo lleva un tatuaje que llega hasta el hombro y un zarcillo de plata le atraviesa la ceja. "Yo soy canalla porque el mundo me ha hecho así", bromea el que de niño fue expulsado de varios institutos "matutinos, diurnos y nocturnos". Se llama Ramón pero sólo se le conoce por su apellido, Melendi, tiene 27 años y tres discos grabados. Se dio a conocer cuando su canción Con la luna llena se convirtió en el tema oficial de la vuelta ciclista en 2004. Sonaba todo el tiempo en la radio y la televisión y hasta el presidente Zapatero reconoció que le gustaba. "Eso es porque la escuchan sus hijas", se apresura a aclarar Melendi, "no creo que él oiga mi música".
Estos días los pasa en la carretera, recorriendo España con la gira de su disco Mientras no cueste trabajo, mañana va a Paterna (Valencia) y el sábado a Málaga. Después tendrá que vencer su miedo a los aviones para cruzar el océano e ir a México y Argentina. Tiempo no le sobra. El cantante también ha estado ocupado en poner [música y letra a la nueva campaña de Canal + Me gusta el fútbol, con la que la cadena renueva su apuesta por el deporte rey. En este viaje, ha protagonizado un vídeo, un spot publicitario y ha inaugurado con su canción el nuevo canal oficial de Canal + en YouTube (www.youtube.es/plus).
Y Melendi en verdad es un apasionado del fútbol. De niño pasaba las mañanas detrás de una pelota por las calles de Oviedo, mientras sus compañeros de escuela, entre ellos Fernando Alonso, gastaban el día entre lecciones, tareas y lápices. "A mí los estudios no se me daban", reconoce. Se metió de llenó en el deporte, lo ficharon en un equipo de fútbol y parecía que ya estaba encaminando su vida. Pero se topó con algo que le tentó más que la pelota rodando. Sacó todos sus ahorros, "unas 4.000 pelas", y se compró una guitarra. No sabía tocarla. Así que, ayudado sólo por libros que ilustraban los movimientos básicos de los dedos, logró que poco a poco de las cuerdas dejaran de salir quejidos para convertirse en notas y compuso sus primeras canciones. Y así siguió hasta que nacieron sus tres discos.
"A la gente deben de gustarle mis letras", dice reflexionando sobre su éxito. "No es que tenga una gran voz; en realidad, no canto ni para dormir a un niño", asegura. Su voz está a medio camino entre el flamenco y el rock, y tiene ese punto de misterio que hace querer conocerle la cara. Un rostro casi siempre risueño, con una barba escasa, como olvidada.
El mejor momento para componer una canción es después de un "buen colocón", reconoce, "porque estás más sensible, y además te sientes culpable y eso ayuda". Ya no se acuerda, sin embargo, de cómo y cuándo compuso sus mejores temas. En su segundo disco, Que el cielo espere sentao, hay un homenaje al cannabis. Melendi lo receta si "te duelen las muelas, tienes piedras en el riñón o una escopeta de feria falla menos que tu corazón", y a la vez confiesa que le duele hasta "tirar las cenizas".
Melendi cree que Mientras no cueste trabajo se parece mucho a su primer disco, Sin noticias de Holanda. "Cuando lo grabé estaba como una cabra", recuerda. El segundo disco nació el mismo año que su hija Carlota, y sus letras cambiaron ante la sacudida que significó para él convertirse en padre. "Creo que soy muy buen papá", dice con orgullo. Ahora la niña tiene dos años, pero ya teme el momento de verla llegar a casa de la mano de un rasta. "Supongo que sería consecuente y no me fijaría en las rastas", dice entre risas.
Entre sus nuevos proyectos está hacer una película. Él mismo ha escrito el guión y está a la búsqueda de un cineasta que lo dirija. El año pasado viajó a Londres para trabajar en el videojuego de Sony Gangs of London. Tuvo que ponerse un traje especial que recreaba sus movimientos en la pantalla. Después fotografiarse delante de un fondo exageradamente verde para que los informáticos recortaran su imagen y la introdujeran en el juego. Su personaje es un proxeneta que trafica con drogas. "No es el mejor que pueda interpretar, pero fue muy divertido".
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