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Crónica:Fútbol | 38ª y última jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Adiós a uno de los grandes clásicos

La Real Sociedad se marca dos goles y consuma en Mestalla su descenso a Segunda tras 40 años seguidos en Primera

Así ha sido su temporada. Así fue ayer su despedida. Un cúmulo de adversidades. Un descenso arrastrado hasta la orilla de Mestalla. Un adiós anunciado. Lo ha llevado grabado en la frente durante casi todo el campeonato. La Real Sociedad ha sido un equipo extremadamente débil en defensa que dio todo tipo de facilidades al rival: ayer, por ejemplo, dos goles en propia puerta. Sin apenas dinamita en la delantera, acusando el envejecimiento prematuro de Kovacevic, y con tan sólo un jugador, Savio, preparado para agitar el árbol. Insuficiente para seguir en Primera después de 40 años allí instalado ininterrumpidamente. Con todo, la hinchada realista despidió ayer generosamente a sus chicos al grito de: "Volveremos, volveremos". Y éstos, resignados y agradecidos, salieron medio desvestidos a corresponder a sus seguidores.

VALENCIA 3 - REAL SOCIEDAD 3

Valencia: Butelle; Córcoles, Albiol, Moretti, Curro Torres; Jorge López (Nacho Insa, m. 86), Albelda (Pallardó, m. 60), Baraja, Gavilán (Regueiro, m. 75); Silva y Villa. No utilizados: Mora; Aarón, Castells y Romero.

Real Sociedad: Riesgo; Gerardo, Ansotegi, López, Aitor (Álvaro Novo, m. 70); Savio, Juanito (Alonso, m. 70), Garitano, Estrada; Díaz de Cerio y Kovacevic (Herrera, m. 79). No utilizados: Ximun; Aramburu y Stepanovic.

Goles: 0-1. M. 2. Garitano, de cerca. 1-1. M. 5. Villa regatea y marca. 2-1. M. 19. López, en propia puerta. 2-2. M. 36. Díaz de Cerio dispara a romper. 3-2. M. 83. Estrada, en propia puerta. 3-3. M. 94. Moretti, en propia puerta.

Árbitro: Teixeira. Amonestó a Jorge López, López y Herrera.

Unos 24.000 espectadores en Mestalla.

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En la mente de los viejos aficionados, algunos de los equipos donostiarras que merecieron entrar en la historia de la Liga. Sobre todo aquellos que gobernaron de manera implacable en el pequeño e inolvidable Atocha. En especial, aquél que ganó dos Ligas, en 1981 y 1982, con las sutilezas de Zamora y López Ufarte, la determinación de Kortabarria, Periko Alonso y Satrustegi, y la personalidad arrebatadora de Arkonada. De aquella magnífica generación quedaron las reminiscencias de Bakero y Begiristain, que ya emigraron para triunfar en Barcelona, antes de que asomara la decadencia. Ésta, salvo el breve éxtasis del cuadro que dirigió el técnico francés Raynald Denoueix, fue apoderándose paso a paso de la Real. Hasta que ayer consumó su defunción.

Mestalla fue magnánimo con los jugadores visitantes y también con sus propios futbolistas, que llegaron en cuadro al final del campeonato, azotados por una maldición de lesiones y de enfrentamientos entre el entrenador, el director deportivo y los pesos pesados del vestuario. Material más que suficiente para cargar una campaña hasta la extenuación. En gran parte por culpa de la ambigüedad del presidente respecto a la continuidad o no de sus gladiadores. Soler se frota las manos como poseedor del gran misterio, que será desvelado el 30 de junio: ¿Quique, Carboni, los dos o ninguno?. La cara de palo ayer de Quique tras el partido aumenta la confusión. No hubo, en todo caso, juicio en Mestalla al entrenador, sino más bien una despedida cordial. Y un adiós emotivo a Jorge López, que no renueva su contrato, y que ayer jugó un partido chispeante como reclamo para equipos interesados.

El encuentro trató de escabullirse del bochorno de la tarde. Y, a ritmo de pachanga, se sucedieron los goles y las ocasiones. Más que nada porque los defensas y los porteros adelantaron las vacaciones. Antes de cogerlas, Villa decidió divertirse con su compadre Silva y, entre ambos, hicieron trizas la cándida zaga donostiarra. Silva sacó al público del sopor con otro de sus virtuosismos. Esta vez una vaselina cruzada desde el pico izquierdo del área que escupió en el exterior del poste derecho. Una preciosa manera de despedir una temporada sublime en la que ha sido la sensación de la Liga. Le queda lo más difícil para septiembre: consolidar su crecimiento.

Savio rozó el gol olímpico antes de que Jorge López sufriera un penalti clamoroso que pasó por alto el árbitro. El estadio se sobrecogió cuando un pepinazo de Albiol impactó en la cara de Albelda, que estaba apenas a un metro. El golpe fue tan duro que Albiol se puso tan grogui como el capitán, que abandonó el campo en camilla. Kovacevic, muy deportivo, lanzó la pelota fuera.

En su último partido como valencianista, se gustó Jorge López, con su amplio repertorio técnico. El volante riojano se va muy enfadado con Quique, al que le acusa de no haberle las oportunidades que merecía. Tal vez con algo de razón. Pero el técnico tuvo ayer el detalle de sustituirlo al final para que recibiera una ovación que le supo a gloria.

Lotina movió el banquillo tratando de generar algún peligro. Éste lo llevaban más bien sus defensas, claro que hacia el arco que guardaba Riesgo, que recibió un segundo tanto en propia meta. La Real era incapaz de crear una ocasión de gol, así que Moretti estrechó los lazos amistosos y también se marcó a sí mismo. Definitivamente, era un día de cordialidad entre ambos conjuntos, por mucho que uno de ellos se despidiera de más de cuatro decenios de comportamiento ejemplar en Primera. El valencianismo lo reconoció con sus aplausos al concluir el encuentro. Una sombra de nostalgia cubrió entonces el viejo Mestalla. La Real se va y se la echará de menos.

Gerardo, en primer plano, y Garitano se lamentan sobre el césped.
Gerardo, en primer plano, y Garitano se lamentan sobre el césped.REUTERS

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