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Reportaje:ESCAPADAS | Mutriku | Fin de semana

Vocación marinera

La villa de Mutriku, a falta de dos años para celebrar su 800 aniversario, vive sin embargo con una presencia discreta entre sus hermanas de la costa guipuzcoana. Quizás por su dedicación portuaria, o tal vez porque no ha contado con la promoción turística de Zumaia, Deba, Zarautz, Getaria y Hondarribia, las guías turísticas pasan a veces con demasiada ligereza por el lugar que vio nacer al célebre marino Cosme Damián de Churruca, el héroe de Trafalgar. Sirva de excusa el aniversario de esta batalla naval para recuperar un puerto clave en una tradición más pacífica, la de los balleneros vascos.

Mutriku, habitado desde el Paleolítico superior, aparece ya en la época de Roma como un enclave en el comercio que se desarrolla por el Cantábrico. Esa actividad marina le servirá, siglos después, para conseguir el título de villa en 1209, fecha en la que el rey Alfonso VIII de Castilla otorgó la correspondiente carta-puebla, dentro de un período fundacional en el que también otras urbes costeras guipuzcoanas se vieron favorecidas.

La torre Berritua es el único edificio notable que se salvó del incendio de 1553

Los condicionantes del terreno marcaron su desarrollo urbano. Mutriku se dotó de muralla, discreta, alrededor de un entramado de calles empinadas y estrechas que bajaban hacia el puerto, verdadero corazón y razón de ser de la villa. La historia demuestra cómo, a pesar de la dura constitución del pueblo, Mutriku adquiere y mantiene su personalidad gracias a esa rada estratégica. Su patrimonio histórico-cultural da fe de ello.

La visita puede comenzar en la plaza central, en cuyo centro se encuentra la estatua al héroe de la batalla de Trafalgar. A su alrededor, la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, el Ayuntamiento y el palacio Galdona, principales edificaciones del pueblo.

Llega el momento de callejear: siguiendo la calle Conde de Motrico, a mano izquierda, se encuentra la Casa de Churruca; un poco más adelante, el Palacio Zabiel, que data del siglo XVI y es hoy biblioteca municipal. Churruca, inevitable, volverá a aparecer al de unos pasos en un edificio del XVIII, considerado su casa natal. El recorrido llega a Atxukale, considerado balcón del pueblo, desde donde se puede disfrutar de las preciosas vistas del puerto.

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El paseo no puede dejar de lado la visita a la torre Berritua, el único edificio notable que se salvó del incendio que arrasó Mutriku en 1553. Ya más relajados, llega el momento de recorrer el puerto y de alternar en alguna de sus tabernas con el fin de recuperar el resuello después de tanto callejeo. El paseo pide ya, sobre todo en estas fechas, un chapuzón en el Cantábrico. El lugar elegido, Saturraran.

Esta primera playa guipuzcoana, justo al lado del puerto de Ondarroa, se caracteriza por ese peñón puntiaguado que se llama Eskilantzarri (que significa "aspecto de campana", aunque Barandiaran lo tradujo como "peña del grajo"). Como si fuera el faro de la playa, esta roca domina el paisaje de Saturraran y hacia ella se dirigen inevitablemente las miradas. Sin embargo, tiene una buena competencia en el caserío Saturraran zahar, ubicado en un lugar imposible, en el paraje que elegiría un místico misántropo para retirarse a una vida contemplativa no exenta de riesgo.

Porque en Saturraran zahar se puede disfrutar de la vida en directa comunión con el mar. Cuando Neptuno no está de mal humor, el caserío se presenta como un lugar paradisiaco, ideal en su independencia. Pero también está expuesto a las iras del Cantábrico, cuando las tiene, y ahí sí que esta casa que rata al mar en Saturraran se convierte en un desafío. Sin embargo, está bien protegida por las rocas y de momento ha sobrevivido al embate de las olas.

Justo detrás del caserío comienza un paseo que cuenta con interesantes valores paisajísticos y que se puede realizar con marea baja. Bien saliendo de Mutriku, bien de Saturraran, el recorrido por estos dos kilómetros y medio de costa depara, además de los previstos acantilados, el encontrarse con las llamadas Siete playas, pequeñas calas no muy frecuentadas, ideales para un baño discreto.

Un paseo por Olatz

Cómo llegar: Para acceder a Mutriku desde Bilbao y San Sebastián hay que tomar la N-634 o la A-8 hasta Deba, donde sale la GI-638, que llega hasta el pueblo. Desde Vitoria, el camino más corto es por la N-240 y la GI-627 hasta Eibar, para enlazar con el trayecto que viene desde Bilbao.

Alojamiento: En Mutriku hay una casa rural, Koostei (teléfono 943 583008). En la cercana Deba también se puede acudir a Arriola txiki (tel. 943 192000), Donibane (tel. 943 191554) y Txerturi goikoa (tel. 943 199176). En cuanto a los establecimientos hoteleros, en Mutriku, el Kofradi zaharra (tel. 943 603954).

Comer: La oferta es amplia: Galdona jatetxea (943 603509), Jarri Toki jatetxea (943 603239), Kai jatetxea (943 603344), Kalbaixo jatetxea (943 603256), Kofradi Zaharra (943 603954), Olatz (943 603814), San Juan jatetxea (943 603167), Zelaieta taberna (943 604595), Zumalabe erretegia (943 603547).

Actividades. Una vez en Mutriku, hay que visitar el cercano valle de Olatz, que se conserva casi inmutable desde que los primeros habitantes conocidos habitaron en la prehistoria las cuevas que llevan el significativo nombre de Jentiletxeta (casa de los gentiles).

El paseo por Olatz, que se puede iniciar en ese pequeño núcleo formado por la iglesia, las escuelas y el caserío Zelaieta -en su fachada se lee una inscripción que dice "Vincet victus" (Vencerá el vencido)- cuenta con los atractivos de sus bosques, sus prados en los que pacen las vacas y las ovejas de los caseríos cercanos, y su conformación orográfica particular debida a la caliza que domina el valle. Los pocos y pequeños regatos, como el Sorginerreka, desembocan en la cueva de Kobalde, en cuyas paredes exteriores practican la escalada los aficionados de la zona.

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