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Reportaje:FERIA DEL LIBRO DE MADRID | JUVENIL

Misterios juveniles

Los premios literarios infantiles y juveniles, avalados en su mayoría por las editoriales del sector, han conseguido mantenerse limpios y libres de toda sospecha, son convocatorias beneficiosas para todos los implicados. Para los autores suponen un incentivo a la creación y la posibilidad de ver sus obras publicadas en editoriales importantes y con promoción especial; y para las editoriales son la ocasión de descubrir nuevos autores y materiales para su fondo y también un buen soporte para la promoción. Finalmente, para muchos lectores (o sus prescriptores) el hecho de que un libro haya sido premiado es una especie de garantía de calidad.

Es evidente que tal garantía no existe, porque la calidad depende del nivel de cada convocatoria, que viene marcado por los originales que se presentan. Pero también es cierto que, sobre todo en los premios más importantes, la mayoría de los candidatos son autores de prestigio (en 2006, sólo 15 de 50 fueron autores noveles) y con ellos la calidad está asegurada.

En narrativa juvenil ha sido el caso de Andreu Martín y de Elia Barceló, dos autores bien conocidos -también de los lectores adultos-, que ganaron el Premio Bancaixa y el Edebé Juvenil, respectivamente, con sus dos excelentes novelas: La noche que Wendy aprendió a volar (La nit que Wendy va aprendre a volar) y Cordeluna. Novela realista y de intriga la de Martín, protagonizada por Wendy, una joven policía catalana que se enfrenta a su primer caso de asesinato, y una fantasía medieval que hunde sus raíces en la época de El Cid y en una antigua leyenda de amores contrariados, en el caso de Barceló.

Junto a ellas, otras dos estupendas novelas de autores desconocidos se alzaron con los Premios Gran Angular (castellano) de SM y Leer es Vivir de Everest: Mensaje cifrado, de Marta Zafrilla, y El alma del bosque, de Manuel López Gallego. La primera narra, con toques de intriga y misterio, la aventura de un adolescente empeñado en descubrir un secreto del pasado de su abuelo, que le conducirá hasta la Guerra Civil, mientras que la segunda plantea, con un original enfoque, una interesante reflexión sobre las posibilidades de reeducar la conducta de un delincuente juvenil.

La noche que Wendy aprendió a volar. Andreu Martín. Algar. Valencia, 2007. 166 páginas. 9 euros. Edición en catalán, en Bromera. Cordeluna. Elia Barceló. Edebé. Barcelona, 2007. 346 páginas. 8,75 euros. Mensaje cifrado. Marta Zafrilla. SM. Madrid, 2007. 154 páginas. 7,50 euros. El alma del bosque. Manuel López Gallego. Everest. León, 2007. 80 páginas. 7,95 euros.

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