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Elecciones | 27M
Columna
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Siempre nos quedará París

Barcelona ha dado lo mejor de sí cuando se ha reflejado en París. Ocurrió a finales del siglo XIX y de ahí salió el proyecto de país más importante habido hasta la fecha. Ayer el aula de este diario fue un poco París: lugar de debate, encuentro y disenso de posturas. Diálogo, en definitiva. Con el referente del reciente cara a cara entre Sarkozy y Royal, y salvando todas las diferencias de escala, ayer se vieron en la calle de Consell de Cent Jordi Hereu, candidato socialista a la alcaldía, y Xavier Trias, el aspirante propuesto por CiU.

Con respecto al gran duelo entre los candidatos franceses, una primera diferencia. Hereu y Trias se miraron muy poco a los ojos. Y no es que no se escucharan: lo hacían, y con notable intensidad, pero la mayoría de las veces con la mirada absorta en un punto indeterminado. No fue difícil moderarles: son gente educada, saben respetar los turnos de palabra -más Trias que Hereu, para decirlo todo- y es muy extraño que se levanten la voz. Hereu, es cierto, la levanta, pero no contra nadie, sino como efecto de un tic arbitrario que no guarda ninguna relación con lo que dice: un problema de control en la emisión del sonido que le ha convertido en pasto predilecto de los imitadores. No menos que Trias con sus ya legendarias erres, de las cuales el candidato, dotado de un fino sentido del humor, ha acabado por convertir en virtud.

Pero si los modos fueron suaves, los modelos de ciudad que se perfilaron fueron muy distintos. Trias no tiene empacho en dar la razón a su adversario: lo hizo a propósito de la inmigración, que le parece una temeridad utilizar como argumento electoral que tirarse a la cabeza, o con la red de bibliotecas, "una de las cosas importantes que se han hecho en la ciudad". Seguramente en eso se nota el gato viejo de la política que es y la memoria que guarda de antiguos fracasos de su formación. Pero eso no le quita punch, por ejemplo cuando sostiene que el problema de Cercanías no es sólo de inversión, sino también de gestión. En el duelo de florete ganó Trias. Hubo un momento divertido en que éste le dijo a Hereu que le llamaría para pactar los temas de movilidad y el candidato socialista le contestó: "Ya le llamaré yo". "¿Usted?", replicó Trias. "Desde que está en el cargo no me ha llamado nunca".

Hereu, en cambio, domina mejor la larga distancia, los conceptos. Utiliza expresiones como "construir ciudadanía", "el civismo es el mínimo común denominador de la convivencia" o "la ciudad educadora". A veces se lía cuando trata de explicar estas ideas, pero de ello se deriva cierto charme de profesor despistado, bien es cierto que siempre empírico: nada existe si no se puede demostrar. Se cree lo que dice. Como también se lo cree Trias, pero desde una mayor distancia irónica. Él fue quien puso la frase de la tarde cuando argumentaba que hacía falta más Guardia Urbana en las calles y su oponente le replicaba que no es una cuestión cuantitativa, sino cualitativa, de los medios técnicos de que pueda disponer el cuerpo. "Usted no quiere un guardia urbano de barrio, quiere un GPS", contrarreplicó Trias; y a los presentes, claro, nos dio la risa.

Si el debate entre Sarkozy y Royal ha fortalecido a la República Francesa, el que tuvo lugar ayer en EL PAÍS fortalece a la ciudad. Hubo discrepancias, sin duda, porque se expusieron dos modelos distintos de Barcelona para los próximos años, pero también se perfiló un territorio compartido por los dos aspirantes que fue el de la pasión por la ciudad. Ojalá consigan traspasar esa pasión a los electores. Y ojalá consigamos todos parecernos un poco más a los franceses acudiendo a votar masivamente. Una vez más nos quedará París.

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