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Reportaje:Fútbol | 14ª jornada de Liga

Angulo encuentra la paz

El polivalente interior del Valencia entierra los malos modos y se gana al fin el respeto de Mestalla

Juan Morenilla

A los 29 años, Angulo ha encontrado por fin un cierto punto de calma en su juego y, sobre todo, en su carácter. Le ha costado. Su lado polémico, agresivo incluso, ha asomado demasiadas veces en la carrera del interior del Valencia. Cada vez, por ejemplo, que Mestalla tronaba en su contra. O que el asturiano pagaba su ira con algún rival. Angulo era hasta ahora dos jugadores en uno. De una parte, un comodín perfecto para los entrenadores, enamorados de su polivalencia y su exuberancia física: baja de los cuatro segundos en los 30 metros y cubre 12 kilómetros por partido. De otra, la diana preferida de la afición, que le acusaba de lo mismo: al no ser un especialista, jugaba en muchas posiciones, pero no era el mejor en ninguna. La grada nunca creyó que mereciera el 10 a la espalda.

Ha convencido a todos los técnicos y ganado el pulso a Joaquín

La segunda personalidad se ha desvanecido y Mestalla ha aceptado al chico para todo. "Sé que no soy del agrado de algunos, pero he intentado invertirlo jugando bien y marcando goles", explica Angulo. La mejora de su fútbol proviene del apaciguamiento de su carácter. Ha enterrado los malos modos que le convirtieron en el segundo español más sancionado por la UEFA, tras el fallecido Juanito. En diciembre de 2002 fue suspendido durante tres partidos por un codazo al defensa Cygan, entonces en el Arsenal y ahora en el Villarreal, en un duelo de la Liga de Campeones. Dos años después, la sanción fue de otros siete encuentros por una entrada brutal a Valdez, del Werder Bremen, y un escupitajo a Borowski, también en la Champions. Sus compañeros le criticaron, el club le expedientó y la grada le machacó. De nuevo, le señalaban como culpable, en esta oportunidad de la eliminación europea.

Ha pasado el tiempo y Angulo ha madurado. Ya no es el futbolista alocado en cada jugada. Mestalla le guarda respeto y le ha ganado el pulso en la banda a Joaquín en el Valencia y en la selección española. Al andaluz le pesan en las botas los 25 millones de euros que costó y Angulo ha metido la cabeza. Es el único, con Cañizares y Silva, que ha participado en todos los partidos de la Liga, aunque en la clasificación de minutos aparezca en el puesto 11º, síntoma de que sigue siendo el comodín. Cuando hay que tapar un hueco, ahí aparece Angulo.

Quique Flores le ha empleado como lateral y delantero, su lugar de origen, en vez de Villa o Morientes y hoy, ante al Deportivo, volverá a ser interior. "Es su partido", dice el técnico en referencia a la reciente muerte de la madre del jugador; "necesita desfogarse". Angulo suma tres goles y una asistencia este curso. Ante el Madrid falló cada ocasión ante Casillas, pero apenas hubo pitos.

Ovetense formado en el Sporting, Angulo llegó al Valencia en 1997. Casi diez años después, ha sobrevivido a todos los entrenadores. Claudio Ranieri quedó prendado de su versatilidad y Rafa Benítez le convirtió en su delantero centro en la primera Liga que ganó. Después plantó a Arsène Wenger y al Arsenal. Decidió quedarse pese a los silbidos. Ahora ha encontrado la paz.

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.

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