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Reportaje:

El 'raulismo' se consolida en Cuba

La mayoría de la población de la isla empieza a asumir como definitiva la cesión de poderes de Fidel Castro a su hermano

"Se lo digo en inglés: no comment". Así, con la proverbial precaución y desconfianza con que hablan los cubanos cuando un extranjero les requiere sobre Fidel Castro, se refería un vecino de La Habana a la ausencia del convaleciente mandatario en el desfile militar del sábado. Era una de las opiniones más reservadas. La mayoría, por no decir todos los interrogados en las últimas 24 horas, referían abiertamente su impresión de que Castro se encuentra grave o muy grave. Y de que Cuba ha entrado en una nueva etapa: la de Raúl.

Pronósticos sobre el momento en que la salud de Castro deje de ser "secreto de Estado", hay de todos tipos. Algunos hablan de meses, incluso de semanas. Otros creen que el comandante puede hasta durar años, aunque en condiciones bastante precarias. Importantes dirigentes, como el vicepresidente Carlos Lage o el canciller Felipe Pérez Roque, han dejado caer estos días que, con no poco esfuerzo, Castro superará esta crisis de salud y todavía será guía y orientador por algunos años.

Sin embargo, ambos lo expresaron en discursos o intervenciones en los que previamente dijeron que más importante que su existencia física era su "legado", en un tono que sonó a despedida. El más explícito fue Lage, cuando en uno de los homenajes realizados la semana pasada por el 80º aniversario del mandatario dijo: "Cuando no esté Fidel estará su obra, sus ideas, estará su ejemplo, y nosotros sabemos que ese compromiso es el mejor regalo que podemos hacerle hoy".

José Díaz, un empleado del sector gastronómico que participó en la parada militar, dice que lo más importante que ocurrió el 2 de diciembre en la plaza de la Revolución no fue la ausencia de Castro, sino la presencia y el discurso de Raúl. "Fue la confirmación de que la etapa que comenzó hace cuatro meses, cuando Fidel delegó poderes, es definitiva".

Algunos van más allá e incluso le han puesto nombre a este "segundo momento" de la revolución castrista: raulismo.

Internacionalmente, tuvo máxima repercusión la oferta de diálogo y negociación que hizo a EE UU el jefe del Ejército cubano ante sus tropas, pero para los cubanos no fue ni mucho menos lo más importante de su discurso. Lo primero, asombró que en sus palabras no hubiera una sola mención a la salud de su hermano, pero sobre todo muchos confirmaron lo que hasta ahora era una intuición: que el Ejército jugará un papel clave en la etapa que comienza, llámese sucesión -como se denomina en medios periodísticos y diplomáticos-, o "continuidad" -como ha sido calificada ya por el propio Raúl y por Lage -. Desde luego, la palabra transición está descartada del vocabulario oficial.

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En sus palabras del sábado, Raúl Castro citó una intervención de Fidel en el Informe del Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), realizado en 1975: "Cuando no existía todavía el partido que nacería después, el Ejército fue factor de cohesión y unidad de todo el pueblo y garantizó el poder de los trabajadores y la existencia de la revolución". Y después: "Cuando se fundó el partido (...) nuestro Ejército depositó en sus manos las banderas de la revolución y fue a partir de ese instante y para siempre su más fiel, disciplinado, humilde e inconmovible seguidor". Acto seguido, Raúl, que ostenta el cargo de segundo secretario del PCC, aseguró con sus propias palabras que también ahora era "pertinente ratificar la unidad monolítica de pueblo, Ejército y partido", y a muchos no se les escapó que por primera vez en público el Ejército apareció antepuesto a la organización partidista, declarada oficialmente por el propio Raúl como "única heredera legítima" de Fidel. Por si sirve de algo, el diario Juventud Rebelde titulaba ayer a toda página: "Navegando hacia el mañana".

Un hombre muestra un diario con una fotografía de Fidel Castro, ayer en La Habana.
Un hombre muestra un diario con una fotografía de Fidel Castro, ayer en La Habana.REUTERS

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