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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Maradona, dios pagano

Javier Ocaña

Tras varios días de viaje iniciático, un joven padre de familia que acaba de perder su trabajo hace una parada en una estación de paso: un ruinoso oratorio de carácter pagano donde hacen cola los creyentes de uno de esos santurrones engañabobos que acumulan fieles tan perdidos física y moralmente como nuestro protagonista. Sin embargo, el humilde en paro no reza para sí ni para los suyos, lo hace para que este dios de chirigota ayude a salvar la vida a su verdadero dios en tierra, el ex futbolista argentino Diego Armando Maradona, al borde de la muerte en un hospital de Buenos Aires en 2004.

Esta magnífica secuencia ejemplifica a la perfección la esencia de El camino de San Diego, Premio Especial del Jurado en San Sebastián, con la que el argentino Carlos Sorín vuelve a indagar en el terreno de la ficción a través de mecanismos más propios del documental (actores no profesionales; entrevistas a cámara; rodajes no ajustados a un guión exhaustivo...). El director de la excelente Historias mínimas y de la fallida Bombón, el perro propone un relato de corte clásico en el que el héroe debe ejercitar una misión casi celestial: entregar a Maradona una supuesta imagen suya que ha aparecido inmersa en el tronco de un árbol en medio de la naturaleza. Desamparo vital, ignorancia, llaneza, insensatez y ternura se unen en este producto de los tiempos contemporáneos.

EL CAMINO DE SAN DIEGO

Dirección: Carlos Sorín. Intérpretes: Ignacio Benítez, Carlos Wagner, Paola Rotela, Silvina Fontelles. Género: comedia dramática. Argentina, España, 2006. Duración: 98 minutos.

Amabilidad

Película de carretera en la que aún más importante que la peripecia principal lo es el panorama de la crisis económica y social argentina que se nos presenta alrededor, El camino de San Diego se ve y se disfruta entre la pena y la rabia, entre el desconcierto y el afecto. Como dice el camarero de un bar ante las imágenes televisivas de los cánticos y los rezos de los fanáticos junto al hospital donde reposa el astro: "¿Pero por qué no se dejan de tanta joda y se ponen a trabajar?". Quizá demasiado amable en algún momento, la película se resume en el candoroso rostro del triunfo final del héroe, que cree haber cumplido el cometido encomendado no ya por un dios verdadero o falso, sino simplemente por su propia imaginación, por su propia incultura, por su propia desorientación en el mundo que le ha tocado vivir.

Si haber llegado a la meta del viaje con el propósito cumplido va a provocar un cambio en su personalidad, como mandan los cánones de las odiseas clásicas, queda a elección del espectador, que deberá escrutar en el rostro del héroe cansado si éste parece presto para un giro vital. Pero quizá esa victoria no sea más que la derrota de una visión de la existencia.

Vídeo: ELPAIS.COM
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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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