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Reportaje:

La travesía mortal del 'Probo Koala'

Los residuos tóxicos de un carguero holandés en Costa de Marfil causan seis muertos y miles de afectados

Isabel Ferrer

El vertido ilegal de residuos tóxicos del carguero Probo Koala en Costa de Marfil, que ha costado la vida a seis personas, cuatro de ellas niños, e intoxicado a más de 10.000, ha puesto de manifiesto la necesidad de imponer reglas estrictas a la limpieza de basuras contaminantes europeas aceptadas por países en vías de desarrollo. De bandera panameña, propiedad de la firma griega Prime Marine Management y fletado por la holandesa Trafigura Beheer, el buque no fue vaciado en el puerto de Amsterdam porque era caro y peligroso. El ministerio holandés de Medio Ambiente sostiene que creyó que sólo llevaba aguas sucias procedentes del tanque. En el país africano, el desastre ha sacudido al Gobierno, ya escindido por la guerra civil, y se habla de un "Chernóbil marfileño".

Según la versión de las autoridades africanas, la tripulación del barco descargó sin permiso en una laguna, un vertedero y unas alcantarillas de Abiyán, la capital de Costa de Marfil, las basuras tóxicas del Probo Koala. Los problemas sanitarios aparecieron de inmediato. Primero fue un olor insoportable. Luego, los afectados vieron cómo su piel se desprendía, sufrían problemas respiratorios y hemorragias nasales además de inflamación del abdomen. Cuatro niños murieron tras bañarse en una laguna, aunque la simple inhalación de los compuestos bastaba para causar la muerte en algunos casos. A la vista de la tragedia, el presidente, Laurent Gbagbo, encargó al primer ministro, Charles Konan, que formara un nuevo gobierno de inmediato.

Sin embargo, la travesía del Probo Koala no tenía por qué haber sido mortal. Destinado al transporte de crudo y sosa cáustica, llegó a la capital holandesa a principios de julio con 400 toneladas de residuos a bordo. Oficialmente, se trataba de lavazas (agua sucia procedente de la limpieza), restos de crudo y otras sustancias químicas. Antes de su atraque en el puerto de Amsterdam había estado fondeado en Algeciras y Gibraltar. La Société Tommy, una compañía de Costa de Marfil, aceptó deshacerse al final de la carga. Los portavoces de Trafigura, por su parte, aseguran que advirtieron a Abiyán de la naturaleza del envío, siempre pensando en las aguas sucias, para que tuvieran cuidado.

Olor a podrido

Una vez en Amsterdam, y sin que hubiera habido aún desastres humanos, la empresa Port Services comenzó a bombear las sustancias fuera del buque. El olor a huevos podridos que despedían obligó a devolverlas a su interior. A la espera de los resultados del informe de un equipo de expertos francés, se piensa que podría tratarse de sulfuro de hidrógeno, sosa cáustica y mercaptano, un compuesto aromático tóxico e inflamable.

Según el Ministerio de Medio Ambiente holandés, los datos aportados por sus inspectores indicaban que el barco llevaba sólo "restos del lavado de su interior". Por eso permitió que abandonara el país. Desde allí viajó a Costa de Marfil. En Trafigura Beheer, por su parte, "no se sienten responsables de tan dramático desenlace". Sus licencias estaban en regla y sostienen que la descripción de la carga es distinta a la vertida en África. La justicia holandesa analiza entretanto el bombeo de los restos de vuelta al barco. Una manipulación en ese punto explicaría lo ocurrido en Abiyán.

Para el ministro holandés de Medio Ambiente, el democristiano Pieter van Geel, el contencioso llega poco después de que otro barco, el Otapan, lleno de amianto, fuera rechazado por Turquía porque excedía lo acordado para limpiarlo. Según La Haya, el barco llevaba una tonelada del mineral cancerígeno. En realidad son 54 y aún no ha podido ser descargado.

Residentes del área de Abiyán afectada por el vertido se protegen con máscaras.
Residentes del área de Abiyán afectada por el vertido se protegen con máscaras.REUTERS

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