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Los colegios públicos sufren mayor fracaso escolar que los privados en todas las etapas

La falta de éxito en el Bachillerato en la red pública duplica a las tasas de la concertada

La red de enseñanza pública sufre un índice de fracaso escolar superior al que registra la concertada en todos los niveles de escolarización. En algunas etapas, como el Bachillerato, ese índice llega casi a duplicarse y cerca de un 27% de los alumnos que lo cursan estudios en institutos públicos no logran el título.

A la hora de realizar este estudio, la consejería ha entendido como fracaso tres situaciones: alumnos que estudian Primaria (entre 6 y 12 años) que no promocionan a Secundaria (de 12 a 16 años), alumnos que no obtienen el Graduado en Secundaria (el título básico en el sistema educativo nacional) y estudiantes que no logran el título correspondiente ni en Bachillerato ni en Formación Profesional. La noción de fracaso escolar desde el punto de vista de la labor educativa y docente puede verse de otra manera, según apunta Javier Nogales, responsable de la Federación de Enseñanza de Comisiones Obreras, sindicato mayoritario entre los docentes de la red pública. "En los centros públicos, donde hay alumnado en riesgo de exclusión, inmigrante y con graves carencias de todo tipo, muchas veces el éxito escolar no estriba en el éxito académico, sino en que se conviertan en buenos ciudadanos. Con eso puede ser más que suficiente", apunta.

Es evidente que la tipología del alumnado de la red pública y de la concertada difiere y esa circunstancia tiene que ver a menudo con su extracción social y con el nivel sociocultural de los padres. Los especialistas indican que la diferencia entre ambas redes se debe a la tipología del alumnado de cada una, tan diverso.

"Se puede afirmar que son patrimonio de la red pública tanto los alumnos con necesidades educativas especiales como los inmigrantes. Eso es lo que marca la diferencia. En la red pública se admite a todo el mundo, pero en la privada siguen existiendo filtros a la hora de la matriculación del alumnado. Hay mecanismos de selección de carácter económico, como las cuotas", sostiene Nogales.

Evolución positiva

En la etapa de Educación Primaria, el índice de fracaso corre parejo, pues no existen pruebas eliminatorias al final de este ciclo, sino que todo se rige por un carácter inclusivo, de promoción generalizada del alumnado. En cambio, en Secundaria llegan los exámenes puros y duros, donde se evalúan además de las actitudes los conocimientos que los jóvenes adquieren. Los exámenes dan lugar a las notas. La diferencia entre las dos redes empieza aquí a ser notable a la hora de obtener el título de Graduado en Secundaria: un 16,45% de fracaso en el curso 2004-05 en la red pública frente el 10,98% de la concertada.

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Pese a que la comparación resulta negativa, es destacable la evolución positiva que ha seguido la red pública, que en cinco años ha rebajado en casi ocho puntos su índice de fracaso, mientras que en la concertada ha descendido cinco puntos. En el cómputo global de las dos redes, la tasa de fracaso escolar se reduce una media de seis puntos (ver gráfico). Si se comparan las tasas de graduados de Secundaria con las de las demás comunidades autónomas, el País Vasco se sitúa en el grupo de mejores resultados.

Estas buenas cifras tienen mucho que ver con la disponibilidad financiera y presupuestaria de que disfruta Euskadi gracias al Concierto Económico. Otro factor que ha contribuido a reducir el fracaso en Secundaria es el desarrollo en el sistema de la diversificación curricular a partir del año 2000. Consiste en un programa específico para que los alumnos con más problemas puedan llegar a obtener el título de Graduado en Secundaria. Para ello se llegan a desdoblar las clases, de manera que los estudiantes que tienen más dificultades cuentan con una dedicación especial por parte del profesorado.

Las asignaturas que presentan una mayor dificultad para los estudiantes son las matemáticas, con un 34% de evaluación negativa en el curso 2003-04, y, en menor medida, el inglés.

Donde se dispara el fracaso es en el Bachillerato, una etapa que no es obligatoria, pero que es la que abre las puertas a la enseñanza universitaria y a los ciclos superiores de Formación Profesional.

Prejuicio social

Según Nogales, existe un prejuicio social hacia la red pública que es muy difícil de combatir. Y, sin embargo, esta red cuenta a menudo con más medios que la concertada, tal y como reconoce el propio representante de Comisiones Obreras: "Para ser profesor en la red pública hay que superar unas oposiciones, algo que no ocurre con la privada. El profesorado de la red pública tiene mejores condiciones, mejores sueldos, menos jornada, menos alumno por aula, pero mayor complejidad de alumnado que la concertada".

Respecto a esta cuestión, Nogales apuesta por cambiar algunas estrategias pedagógicas para conseguir atraer la atención de los alumnos, aunque recurda que educar es una labor del conjunto de la sociedad. "De nada vale inculcar unos valores en el colegio si cuando sales de él los alumnos ven la promoción de otros muy diferentes en la calle o en televisión", dice.

El Instituto Vasco de Evaluación e Investigación Educativa (IVEI), dependiente del departamento, tiene previsto realizar el próximo año dos investigaciones sobre el fracaso escolar, una de ellas centrada en el efecto de las repeticiones en el rendimiento de los alumnos.

Abandonos prematuros

El abandono escolar, entendido como los jóvenes que dejan de estudiar tras terminar la etapa obligatoria (hasta los 16 años) es uno de los índices que utilizan los responsables educativos para medir el fracaso escolar. En el caso de Euskadi, esa tasa de abandono llegó al 12,4% en el año 2004, muy lejos del 25,4% marcado en 1992.

La desagregación de esos datos por sexos ofrece cifras esclarecedoras. En 2004, la tasa de abandono escolar en las mujeres se situó en un 8,1%, casi nueve puntos inferior a la de los hombres (16,5%) y por debajo del objetivo propuesto por la UE para 2010, fijado en el 10% para el conjunto de hombres y mujeres.

En ese mismo año, la media de abandono de los 15 países que entonces formaban la Unión Europea llegaba al 18%, si bien con la integración de los diez países que accedieron posteriormente bajó al 15,9%. Ello se debe a que estos países tienen una tasa de abandono considerablemente más baja que la del resto de los miembros de la UE.

El objetivo es fomentar que los jóvenes prosigan su formación una vez que concluyan la Secundaria, ya sea de manera reglada (Bachillerato y FP) o no (otro tipo de formación al margen del sistema educativo). Se trata de evitar que un parte de la población se quede fuera de la sociedad del conocimiento.

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