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Reportaje:

Ojos nuevos para África

Oftalmólogos valencianos realizan centenares de operaciones en el continente negro para erradicar la ceguera

Madeleine, una joven africana de 27 años, ha vuelto a ver y recuperar la sonrisa, gracias a Stop Ceguera, una ONG integrada por profesionales valencianos, alicantinos y albaceteños, que cumple campañas de detección y tratamiento quirúrgico de enfermedades oculares en países africanos desde hace una década. Dos o tres veces al año, un equipo de oftalmólogos y personal de enfermería marchan altruistamente a países africanos, aprovechando sus días festivos, para tratar e intervenir todo tipo de enfermedades oculares. La catarata es una de las principales causas de ceguera en el gigante africano, especialmente en la paupérrima de las regiones, Burkina Faso, principal destino de estos sanitarios cooperantes, que pretenden con su conocimiento incrementar la esperanza de vida de estos países subdesarrollados.

"No es raro encontrar que el paciente tenga un ojo mal intervenido por un curandero"

"Un paciente ciego por catarata muere mucho antes que una persona con visión conservada en el Tercer Mundo, porque se halla en un medio hostil, que dificulta todavía más valerse por uno mismo", aclara Gonzalo Muñoz, oftalmólogo del Grupo NISA y miembro de Stop Ceguera. La historia de Madeleine es una de las más comunes. Gente de todas las edades aquejadas con cataratas muy evolucionadas, impensables en nuestras sociedades occidentales, que les impiden ver. Aunque difíciles de intervenir incluso para cirujanos muy expertos, "a África no se puede ir a hacer mano, todo lo contrario", subraya Muñoz, esta ceguera es remediable.

"No es raro encontrar que el paciente tenga un ojo mal intervenido por curanderos. Y también a decenas de personas que recorren centenares de kilómetros para ser operados cuando se enteran que han llegado los médicos occidentales", asevera. En cada una de las expediciones se suelen practicar unas 200 intervenciones, a razón de 20 o 30 en diez días. El equipo suele componerlo una decena de personas.

Además de estas afecciones, los tratamientos más frecuentes son las extirpaciones de tumores orbitales, intervenciones de glaucoma, una enfermedad en la que la presión elevada dentro del ojo va dañando el nervio óptico hasta que éste se atrofia, y tratamiento de tracomas, una conjuntivitis crónica producida por un germen muy asociada a la pobreza y a la falta de higiene.

Las condiciones climáticas de extrema exposición solar todo el año, así como las frecuentes infecciones debidas a las deficientes condiciones sanitarias en países que en la mayoría de casos carecen de un sistema social público, son los detonantes de estas enfermedades.

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La OMS ilustra cuál es la situación de la ceguera en el mundo. Mientras la prevalencia (número de casos por cada cien habitantes) de ceguera de los países de economía de mercado es del 0,3%, en África subsahariana la cifra se dispara al 1,93%. Cabe destacar que cuando el índice supera el 1%, se requiere de una intervención urgente.

"A todos nos impresionó el comportamiento adulto de algunos niños cuando los operamos de cataratas con anestesia local", señala Gonzalo Muñoz.

La última expedición de Stop Ceguera, el pasado mes de julio, fue a Kenia. Allí, como en otros destinos, dejaron material para volver. El equipo, integrado, entre otros, por los médicos Gonzalo Muñoz (Hospitales NISA de Valencia), Jaime Javaloy y María Teresa Vidal (Instituto Oftalmológico de Alicante), José Ramón Villada (Clínica Castilla-La Mancha de Albacete), Carmen Morata (Hospital La Fe de Valencia) y el personal auxiliar: Rosa Satorre y César Albarrán (Hospitales NISA de Valencia) y Cristina Izquierdo (Instituto Oftalmológico de Alicante), realizó un centenar de operaciones. Generalmente los médicos cubren los gastos del personal auxiliar y el transporte del material (microscopios, material de esterilización...), uno de los desembolsos mayores. Algunos laboratorios y Hospitales NISA contribuyen donando material quirúrgico, y la entidad local cede el espacio médico y, en algunas ocasiones, aloja al equipo.

"Somos médicos porque tenemos que ganarnos la vida, pero también porque nos gusta", opina Muñoz de un medio que favorece la relación médico paciente en estado puro: "Tú ofreces tu conocimiento y te dan su agradecimiento. No hay dinero, ni amistad de por medio que te permita pasar antes", concluye.

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