Un periodista culto y de centro

Joseph Ratzinger, aficionado a la música, soporta mal la cacofonía. Y el sistema informativo vaticano incurría en ella con alguna frecuencia. El nombramiento de Federico Lombardi, que dirigirá a la vez la radiotelevisión y la Oficina de Prensa, parece destinado a armonizar la política informativa de la Santa Sede.

Federico Lombardi nació en Saluzzo (Piamonte, noroeste de Italia) el 29 de agosto de 1942. Ingresó como novicio en la Compañía de Jesús en 1960 y fue profesor en un centro universitario de los jesuitas mientras proseguía sus estudios, concluidos con tres licenciaturas: Filosofía, Matemáticas y Teología. En 1972, a los 30 años, se ordenó sacerdote. Entre 1973 y 1977 trabajó en la revista Civiltá Cattolica y en 1984 asumió la dirección de la Compañía de Jesús en Italia. En 1991 ingresó en Radio Vaticana como director de programas y en 2001 se convirtió en director general del Centro Televisivo Vaticano. El año pasado Benedicto XVI le nombró director general de Radio Vaticana.

Es un hombre culto, afable y, según quienes le conocen, centrista. En los mentideros políticos se habla de sus buenas relaciones con el sector católico de La Unión, la coalición de centroizquierda dirigida por Romano Prodi.

Durante los años de ostracismo de la Compañía de Jesús, a la que Juan Pablo II consideraba teológicamente heterodoxa e impregnada de ideas izquierdistas, defendió con firmeza el trabajo de los jesuitas. En la radio y la televisión del Vaticano se familiarizó con las nuevas tecnologías y en marzo pasado, con ocasión del 75º aniversario de Radio Vaticana, regaló al Papa un iPod cargado con música de sus autores clásicos preferidos.