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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Vincent Sherman, director de cine

Rodó más de 30 películas y fue perseguido durante la 'caza de brujas'

El cineasta Vincent Sherman, uno de los últimos representantes del espíritu clásico de Hollywood, del cine rodado durante los años cuarenta y cincuenta, murió el pasado domingo, 18 de junio, en el Motion Picture & Television Hospital de Los Ángeles. Sherman hubiera cumplido 100 años el próximo 16 de julio.

Aunque nunca llegó a ser considerado un autor de primera línea, siempre fue un perfecto ejemplo de director de la vieja estirpe, un artesano competente y enérgico, autor de más de 30 películas entre las que se cuentan un puñado de obras excelentes.

Vincent Sherman nació como Abram Orovitz en Vienna, Georgia, en 1906, y aunque adoptaría un nombre artístico americanizado, su origen judío, que le trajo no pocos problemas en su adolescencia, marcó su carácter, siempre firme e independiente. Tras graduarse en la Universidad de Oglethorpe y atraído por el mundo del espectáculo, se mudó a Nueva York con la intención de convertirse en actor. Allí se unió al Group Theater neoyorquino y consiguió pronto varios trabajos en Broadway.

El cine también reclamó sus servicios y el joven Vincent Sherman debutó como actor en la pantalla a los 27 años y nada menos que a las órdenes del maestro William Wyler en El abogado (1933), donde logró destacar en el personaje de un joven anarquista frente al legendario John Barrymore. Tras participar en cinco filmes más, todos ellos de bajo presupuesto, comenzó a trabajar como guionista y logró que la Warner filmase uno de sus libretos, Crime School, en 1938, protagonizado por un Humphrey Bogart que pronto se convertiría en una estrella.

Con Bogart entabló una sólida amistad y pronto Bryan Foy, responsable de las películas de serie B de la Warner, le ofreció un contrato. Con sólo 33 años debutó como director con lo que hoy es toda una rareza: The return of Doctor X (1939), la única película de terror en la que intervendría Bogart en su carrera.

Vincent Sherman logró establecerse como director en 1943 gracias al éxito del melodrama The hard way, protagonizado por Ida Lupino. Sin embargo, ya había filmado un par de películas estimables como All through the night (1942), con Bogart y Conrad Veidt y Across the Pacific (1942), en la que reunía a la pareja protagonista de la mítica El halcón maltés, Mary Astor y de nuevo Humphrey Bogart.

Desde entonces, la labor como cineasta de Vincent Sherman formó una obra constante y notable, en la que progresivamente destacaba su habilidad y talento para dirigir actrices; de hecho, durante los siguientes 20 años trabajaría con la mayor parte de las estrellas femeninas de Hollywood y protagonizaría también una agitada vida sentimental en la que no faltaron sonados romances con actrices de la talla de Joan Crawford, Bette Davis y Rita Hayworth. Su esposa Hedda siempre toleró sus aventuras extramaritales y, de hecho, su matrimonio permaneció vivo durante 53 años.

En los años cuarenta Sherman dirigió a Bette Davis en dos ocasiones: Old Acquaintance (1943) y Mr. Skeffington (1944); con Joan Crawford trabajó en tres películas, en las que exploró sus registros como actriz: el thriller The damned don't cry (1950), el drama La envidiosa (1950) y la comedia romántica Goodbye, my fancy (1951). En 1952 entregó una de sus obras mayores: La dama de Trinidad, en la que reunía seis años después a la pareja protagonista de Gilda, Glenn Ford y Rita Hayworth; es una película que combina drama y cine negro y en la que el director muestra su recio talento para manejar elementos melodramáticos.

Sin embargo, en el momento más dulce de su carrera, Sherman se vio denunciado por el detestable Comité de Actividades Antiamericanas, que lo acusó de comunista. Sherman cayó en desgracia y no dirigió ninguna película en cinco años, tras apoyar públicamente a actores y amigos como John Garfield, también acusados, y ser incluido en la lista negra.

Su regreso tuvo lugar de la mano de la Columbia en 1957, con el excelente drama negro Bestias de la ciudad, en la que dirigió de manera memorable a Lee J. Cobb. Y es que, a pesar de su etiqueta de "director de actrices", Sherman tuvo bajo sus órdenes a un buen número de actores de variadas características; desde Errol Flynn en la inolvidable El burlador de Castilla (1948), hasta Paul Newman en La ciudad frente a mí (1959), pasando por Richard Burton y Robert Ryan (Imperio de titanes, 1960).

Pese a todo, la carrera de Sherman había quedado seriamente tocada. En los años sesenta apenas si rodó cuatro películas y comenzó a buscar refugio en la televisión. Desde entonces, participaría en algunas de las más celebradas series de los setenta, como Los Walton, Baretta, y The family Holvak. Poco a poco, y muerto ya el sistema de los grandes estudios, abandonaría el trabajo de director hasta retirarse por completo a mediados de los años ochenta.

Rita Hayworth charla con Vincent Sherman durante un rodaje en 1952.
Rita Hayworth charla con Vincent Sherman durante un rodaje en 1952.AP

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