_
_
_
_
Análisis:A LA PARRILLA
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Mano de niño

Vicente Molina Foix

Sin esperar a que las Cortes proclamasen -con la ya consuetudinaria oposición del PP- el Año de la Memoria Histórica, La 2 de TVE viene ofreciendo todos los viernes El laberinto español, un programa sobre las heridas que no pudieron ser en su día curadas. Presentado y conducido por el escritor Jorge Martínez Reverte, el espacio no pretende cerrar ni abrir España, la España de la República y la Guerra Civil; sólo recordarla, mostrarla, debatirla. El viernes pasado, el documental que articula cada emisión era 'Extremadura amarga', capítulo de una serie sobre 'La memoria recobrada' que la televisión pública ofrecerá en verano, y se centraba en la represión militar franquista sufrida en la retaguardia extremeña.

Ayer, el coloquio, que a veces resulta un tanto árido, acompañaba imágenes de extraordinario relieve: los dibujos que niños españoles de 9 a 13 años realizaron, la mayoría durante su evacuación, a partir de los sucesos y paisajes que sus ojos veían. Pero los ojos de aquellos pequeños cuerpos tenían manos, y el documental 'La guerra dibujada', dirigido por Amanda Gascó y Xavier Cortés y producido por TVE y la radiotelevisión valenciana, ofrecía una amplia selección de sus garabatos, algunos comentados en la actualidad por sus autores, hombres y mujeres de mucha edad y muy buena memoria. Las maletas y los bombarderos predominaban en los dibujos: un bello realismo naïf pero trágico, teniendo en cuenta que en 1937 50.000 niños de Madrid y el norte de España fueron evacuados de sus casas no sólo a Valencia y Cataluña, sino a Francia, Bélgica, Rusia y Norteamérica, de donde proviene un buen número de esas hojas de cuaderno pintadas con truculencia pueril y vivos colores.

El narrador de la reciente novela de Edgardo Cozarinsky, El rufián moldavo (Seix Barral), habla, respecto a otro episodio de memoria rescatada, la de los judíos centroeuropeos en Argentina, de cómo la tierra removida, lejos de enturbiar, aclara el pasado. Dicho al modo de una de las antiguas niñas dibujantes: "Hay que saber de dónde venimos para saber adónde vamos".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_