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Irán amenaza con transferir su tecnología y conocimientos nucleares a otros países

Los ayatolás, dispuestos a romper con el OIEA si el Consejo de Seguridad impone sanciones

Ángeles Espinosa

El líder supremo de Irán, el ayatolá Alí Jamenei, declaró ayer que su país "está dispuesto a compartir su tecnología nuclear con otros países". Sus declaraciones se produjeron horas después de que el máximo responsable iraní de las negociaciones nucleares, Alí Lariyaní, advirtiera de que, en caso de ataque militar, ocultarán su programa nuclear. Las palabras de Lariyaní constituyen el rechazo más contundente que Teherán ha dado hasta ahora a la exigencia del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para que deje de enriquecer uranio antes del próximo viernes.

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"La República Islámica de Irán está dispuesta a transferir esta experiencia, el conocimiento y la tecnología de sus científicos a otros países", declaró Jamenei durante una reunión con el presidente sudanés, Omar el Bechir, de visita oficial en Teherán. Ése es uno de los temores de los países que se oponen al programa iraní. Según la información facilitada por la agencia oficial IRNA, El Bechir estimó que "los éxitos de Irán en la obtención de tecnología nuclear pacífica son una gran victoria para el mundo islámico".

La transferencia no sería ilegal mientras se realizara entre signatarios del Tratado de No Proliferación (TNP) y se informara al Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA). Sin embargo, aumenta el riesgo de proliferación, dado que la tecnología para producir electricidad o bombas es básicamente la misma. Los responsables iraníes siempre han insistido en que su programa nuclear tiene objetivos exclusivamente civiles.

"¿Cómo van a evitar nuestras actividades nucleares imponiéndonos sanciones? Si el Consejo de Seguridad de la ONU decide sancionarnos, suspenderemos nuestra relación con el OIEA", manifestó por su parte Lariyaní durante una conferencia de prensa ampliamente difundida por los medios de comunicación locales.

Esta advertencia se produce un día después de que el presidente Mahmud Ahmadineyad estimara que el Consejo de Seguridad no iba a imponerles sanciones, y diera a entender que consideraba la opción de abandonar el Tratado de No Proliferación. El pasado mes de febrero, Teherán ya suspendió su aplicación voluntaria del protocolo adicional a ese tratado. Lariyaní fue más allá. Ni siquiera la posibilidad de que pueda producirse una acción militar hará que el régimen iraní renuncie a su programa nuclear.

"Un ataque militar contra Irán no pondrá fin a nuestro programa. Si se nos somete a medidas severas, lo ocultaremos. Si usan el lenguaje de la fuerza, no pueden esperar que actuemos de forma transparente", manifestó el responsable. Al contrario, Lariyaní dio a entender que la coerción sólo aceleraría sus actividades nucleares.

Aunque el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, ha dicho que todas las opciones están abiertas y la prensa estadounidense ha publicado supuestos planes de ataque, Washington no ha amenazado con la fuerza, de momento. China, Rusia y la Unión Europea se oponen a esa alternativa e insisten en la vía diplomática.

A punto de vencer el plazo de un mes que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas dio a Irán para que abandonara sus esfuerzos de enriquecer uranio, la Administración norteamericana ha intensificado los contactos para buscar respaldo a una serie de sanciones. Sin embargo, el presidente Ahmadineyad parece contar con el veto de Pekín y Moscú para evitarlas. De momento, el Gobierno ruso se ha negado a retirar su asistencia en la construcción de la planta nuclear de Bushehr, cuya inauguración está prevista antes de que acabe el año.

Divisiones en el Consejo

El próximo viernes, el director del Organismo Internacional para la Energía Atómica, Mohamed el Baradei, tiene que presentar al Consejo de Seguridad un informe sobre la respuesta de Irán. Después del anuncio el pasado 11 de abril de que sus científicos habían logrado enriquecer uranio en laboratorio y tras las últimas declaraciones de sus responsables, no hay ninguna duda de que ese órgano de la ONU se verá obligado a adoptar una resolución al respecto. Pero las divisiones entre los miembros permanentes del Consejo están permitiendo que Teherán siga jugando sus cartas.

"Irán no va a ser quien inicie la crisis, pero si se nos somete a medidas radicales, tendrá automáticamente consecuencias importantes sobre el petróleo", señaló también Lariyaní. Con anterioridad, el ministro del ramo, Kazem Vaziri-Hamaneh, había negado sin embargo en varias ocasiones que su país fuera a utilizar el abastecimiento de crudo como arma. No obstante, la sola tensión por la crisis iraní ya está haciendo subir la cotización, que ayer superó los 73 dólares por barril, ante el temor de que las exportaciones del cuarto productor mundial puedan interrumpirse.

El negociador Lariyaní (izquierda), junto a  su antecesor, Hasan Rohani.
El negociador Lariyaní (izquierda), junto a su antecesor, Hasan Rohani.REUTERS

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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