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Reportaje:

Lanzar la OPA y esconder la mano

La Caixa, accionista mayoritario de BPI, resiste en Portugal la embestida defensiva del BCP

Un chiste publicado durante esta pasada semana en las páginas del diario lisboeta Público definía la situación que vive Portugal de esta manera: "Somos criaturas extrañas. No damos una patada a un bote y no dejamos de hablar de fútbol. Estamos completamente tiesos y no paramos de hablar de ofertas públicas de adquisición (OPA)".

El BCP ha comprado entidades de crédito en Polonia y Grecia, y acaba de fracasar en la opción de adquirir la Banca Comerciale Romana
De llegar a buen puerto, la OPA daría como resultado el mayor banco portugués y la empresa con mayor capitalización bursátil

En efecto, el Portugal actual empieza a parecerse bastante en algunas cosas a la España de las alegres OPA hostiles de los últimos años ochenta. Tras el bombazo que supuso la oferta pública que lanzó hace poco más de un mes Sonae por la compañía telefónica nacional, Portugal Telecom, valorada en más de 11.000 millones (ahora en fase de estudio por las autoridades), la última OPA es la que anunció el lunes, por valor de 4.330 millones, el Banco Comercial Portugués (Millennium BCP), segundo mayor del país con un 25% de la cuota del mercado, contra el Banco Portugués de Investimento (BPI), la cuarta marca privada de la banca lusa y dueña del 10% del sector.

Serias dudas

Caso de llegar a buen puerto (cosa que los analistas dudan seriamente), la OPA daría como resultado el mayor banco portugués y la empresa con mayor capitalización bolsista (13.500 millones) del país. El BCP, que en 2005 ganó 735 millones, tiene más de 3,5 millones de clientes y 909 sucursales en Portugal. Con el BPI, que en 2005 tuvo 250 millones de beneficios, aumentaría su oferta a 1,4 millones de clientes y en 503 agencias. Ambos liderarían algunos segmentos con más del 40% del mercado. Y ya se habla de que harían falta por lo menos 3.000 despidos.

Pero la operación tiene, aparte de su grandeza, una particularidad: su carácter internacional e ibérico. Implica a tres entidades financieras españolas. Y quizá, pero eso sólo el tiempo lo dirá, acabe implicando a alguna más. El BPI que lidera Fernando Ulrich tiene entre sus accionistas de referencia a dos grandes grupos españoles: La Caixa, que ostenta un 16%, y el Santander, con un 5,6%. Pero, además, el Banco de Sabadell (donde La Caixa es el accionista institucional de referencia, con un 13%) está a su vez representado en el accionariado del BCP con un 3,2%. Para acabar de complicar las cosas, La Caixa comparte consejo (y, más importante, un pacto anti OPA) con un socio brasileño, el mayoritario Banco Itaú (16,4%), y otro alemán, la aseguradora Allianz, con el 8,8%.

El anuncio preliminar de la OPA disparó ese mismo día un 26% los títulos del BPI en Bolsa, hasta los 6,03 euros, por encima de los 5,7 que ofertaba el BCP. El mercado (que este año ha subido ya un 17% llegando a los máximos de 2001) recibía con alborozo la novedad. Alegría demasiado anticipada, dicho sea de paso, para el criterio de la Comisión del Mercado de Valores Mobiliarios (CMVM), que abrió expediente a las entidades implicadas por "fuga de información" y el miércoles acabó multando a alguien cuyo nombre no reveló con 550.000 euros tras detectar que las acciones del BPI habían empezado a subir sospechosamente ya el viernes anterior.

Nada más surgir la noticia, los analistas la definieron como un obligado y lógico movimiento defensivo del BCP y recordaron que ha sido, y es todavía, un banco muy apetecible para novios extranjeros que cumplan dos requisitos: tener dinero líquido y necesidad de expandirse.

Sergio Figueiredo, director del Jornal de Negócios, cree que a día de hoy no debe descartarse en absoluto ni una contra-OPA del BPI sobre BCP ni una posible OPA de la competencia española sobre el banco opador: "Para el BBVA, que sólo tiene un 2% del mercado portugués y ha anunciado repetidamente que quiere crecer; y para el Banco Popular, que en este momento mantiene una política muy agresiva en Portugal, el BCP es una oportunidad inmejorable para recuperar el tiempo perdido frente al Santander, que controla casi un cuarto del mercado luso a través de Totta".

Los candidatos a formar un nuevo e hipotético gigante ibérico de banca están, aunque ellos lo nieguen porque no pueden hacer otra cosa, en todas las quinielas de los posibles compradores del Millennium BCP, un banco joven y agresivo que ha cumplido dos décadas de éxitos en el limitado pero muy activo mercado portugués y que, hasta el lunes pasado, parecía haber decidido proseguir su expansión en el extranjero.

En los últimos tiempos, el BCP había comprado entidades de crédito en Polonia y Grecia, y acababa de fracasar hace dos meses en la opción de adquirir la Banca Comerciala Romana de Budapest por un valor similar al ofertado por el BPI.

En ese sentido, la noticia de la OPA sonó rara, porque suponía mover el foco hacia el mercado nacional. Pero a la vez, tenía todo el sentido: trataba de blindar al desprotegido BCP (sus accionistas, a diferencia de los del BPI, no tienen pacto alguno de blindaje contra ofertas hostiles) de las apetencias de la competencia, y de paso continuaba con el estilo valiente y comprador que siempre ha definido a la marca. El banco fue creado a principios de los ochenta por el empresario Jorge Jardim Gonsálvez, fundador de un inmenso imperio surgiendo casi de la nada, y fue engordado rápidamente a base de adquisiciones (Nova Rede y Atlántico en los noventa, Pinto & Sotto Mayor en el 2000).

Pero al mismo tiempo, el hecho de lanzar una OPA tan complicada de alcanzar suponía reconocer su propia vulnerabilidad. Y de hecho, en un movimiento aún más sorprendente que la propia OPA, un solo día después de anunciar la oferta, el presidente ejecutivo del BCP, Paulo Teixeira Pinto, ex portavoz del Gobierno de Cavaco Silva y sucesor desde 2005 de Jardim, declaraba que creía "muy improbable" que la OPA avanzara y ofrecía una alternativa a los socios de referencia del BPI: seguir viaje con el nuevo BCP quedándose con una parte proporcional, que cuantificó en un 10%.

Esa forma de lanzar la OPA y esconder la mano desconcertó a los mercados: entre fuertes rumores de contra OPA, las acciones del BCP subieron casi un 9%. "El mercado cree que puede haber más movimientos", dijo Pedro Rodrigues, consultor de Finivalor, y el BBVA y el Banco de Sabadell pueden estar interesados en el BPI, añadió.

Entretanto, La Caixa guardó silencio, hasta que el miércoles dictó sentencia con laconismo de tendero antiguo: "Estamos bien como estamos". Ya por la tarde, llegó el remate. La nota unitaria del núcleo duro del Consejo de Administración del BPI rechazaba la OPA como hostil y dejaba en el aire la sensación de que la oferta será inviable. Al menos, a ese precio.

"Lo más probable con los datos que tenemos ahora es que la OPA no salga bien", concluye Sergio Figueiredo, "sobre todo porque el BCP no ha negociado con los accionistas del BPI que pueden desblindar los estatutos. Lo lógico es que ahora entren en una fase de regateo. Si eso no acaba bien, cualquier escenario es posible. Si el BPI moviliza a sus accionistas, habrá guerra".

La Caixa es el accionista mayoritario de BPI.
La Caixa es el accionista mayoritario de BPI.RICARDO GUTIÉRREZ

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