Seis colegios que separan a sus alumnos por sexos reciben ayudas de Educación
Más de 2.300 alumnos estudian en centros concertados que sólo imparten clase a niños o niñas
Seis colegios que sólo admiten a niños o a niñas, o que separan a sus alumnos por sexos, y que están auspiciados por la prelatura del Opus Dei están subvencionados por la Comunidad de Madrid. Estos centros concertados son Tajamar, Los Tilos, Senara, Fuenllana, Andel y Monte Tabor (en construcción). Los cuatro primeros fueron concertados cuando gobernaba el PSOE. Los dos últimos firmaron sus conciertos con el PP. En total, 2.328 niños (el 0,3% de todos los escolarizados) estudian en colegios que separan chicos de chicas. La izquierda denuncia que estos colegios discriminan a la mujer.
Los conciertos (enseñanza privada sostenida con fondos públicos) fueron creados por el PSOE en 1985, cuando era ministro José María Maravall. De esa época aún quedan cuatro colegios, auspiciados por la prelatura del Opus Dei, que separan niños de niñas y que reciben dinero público: Tajamar (masculino), Senara (femenino), Los Tilos (femenino) y Fuenllana (femenino). El PP, siendo consejero de Educación Carlos Mayor Oreja, amplió el concierto del Fuenllana y creó un nuevo concierto con el Andel (masculino). Ambos forman parte del mismo proyecto educativo, Antares, y están en Alcorcón. Por ejemplo, Fuenllana recibe del Gobierno regional 60.000 euros anuales.
"El ideario de estos colegios es machista y está apoyado por la extrema derecha. Es discriminatorio para la mujer y, encima, sus responsables han dado un pelotazo al conseguir suelo público para construir un colegio privado", denuncia Adolfo Navarro, portavoz socialista en la Asamblea. Las críticas contra la educación concertada diferenciada las comparten IU, CC OO y UGT y la Federación de Padres Giner de los Ríos. "La nueva Ley de Educación que prepara el Gobierno central, de momento, tampoco prohíbe el concierto para este tipo de colegios discriminatorios. Y es mentira que estos niños salgan más preparados que el resto", añade Jorge García, portavoz de IU en la Asamblea.
Ninguno de los colegios de educación diferenciada destacó en el pasado examen que hicieron todos los alumnos de la región de sexto de primaria. En el listado, según las notas, de 1.159 colegios que hizo público la Consejería de Educación, el Tajamar quedó en el puesto 991º; el Senara, en el 124º, y el Retamar, en el puesto 302º.
Maduración diferente
Sin embargo, hay padres que se muestran "encantados" con que sus hijos no vean en clase a miembros del sexo opuesto. "El ritmo de aprendizaje de niños y niñas es distinto. Maduramos de forma diferente y aprenden mejor si están separados", afirma Victoria González, directora del colegio Fuenllana. "No es un colegio sólo para católicos, aquí somos abiertos", añade. Y cuenta el caso, "ocurrido hace años", de dos alumnas lesbianas: "Recibieron todo nuestro apoyo, incluso hay una que anda por Chueca y que a veces viene a visitarnos".
"En el colegio los chicos pasan sólo un 15% de su tiempo. El resto del tiempo se pueden relacionar con el otro sexo", opina María Calvo, profesora de Derecho de la Universidad Carlos III, que tiene a sus hijos en el colegio Retamar y es autora del libro Los niños con los niños, las niñas con las niñas. Para Calvo, "muchos problemas sexuales se generan en los colegios mixtos porque los alumnos inician relaciones sexuales muy pronto. El número de embarazos en la escuela mixta es escalofriante, el número de acosos sexuales también", asegura.
El director del colegio privado Retamar, (sólo de chicos), José Luis Alier, también apoya la teoría de que los resultados académicos son mejores. Retamar tiene 40 años de historia y en él ha estudiado "el piloto Carlos Sainz, por ejemplo", afirma.
El consejero de Educación, Luis Peral, explica que hay que respetar las decisiones de los padres y que existen distintas sentencias jurídicas que avalan la educación diferenciada. "Este tipo de colegios no es mi opción. A mí los estudios que dicen que los resultados académicos son mejores no me han convencido, porque yo llevo a mis hijos a uno concertado y mixto", señala Peral.
Desde la Federación Española de Religiosos de Enseñanza, la patronal que agrupa a la mayoría de colegios concertados, aseguran que no tienen ningún asociado que imparta educación diferenciada.
La polémica de los colegios que segregan por sexos se ha reabierto en los últimos meses con el colegio Monte Tabor, en Pozuelo. El Ayuntamiento, del PP, ha cedido a la fundación educativa católica Tiempos Más Nuevos (que sigue la pedagogía del movimiento ultracatólico Schoenstatt) una parcela de 118.000 metros cuadrados para construir este centro, que también será subvencionado por la Comunidad. "No hay ninguna imposición. En Pozuelo quedan plazas en los colegios públicos y el Monte Tabor tendrá que reservar el 15% de sus plazas a alumnos en desventaja social", dice Peral.
"Ofrecemos mejores resultados académicos que los colegios mixtos en un ambiente impregnado de religiosidad", sostiene Juan Antonio Perteguer, director del Monte Tabor. "Yo reto a que me encuentren algún estudio que diga lo contrario a nivel pedagógico", añade. Perteguer niega que su filosofía sea retrógrada. "Yo no me reconozco en esas críticas, son famas mediáticas. Un colegio religioso parece oscuro. La gente se imagina algo así como la película La mala educación, de Almodóvar, pero yo eso no lo he conocido nunca", afirma.
Perteguer también fue director del colegio privado Hispano Irlandés, un centro aconfesional ubicado en Pozuelo, que adquirió a finales de 1995 la organización Lumen Dei, representante del catolicismo más conservador.Los padres se encontraron a la vuelta de Navidad con la sorpresa: los niños contaban que les obligaban a besar el crucifijo que los sacerdotes llevaban en el cuello. Perteguer describe aquella época como "un lío que duró una semana y media, hasta que la gente se dio cuenta de que las acusaciones eran absurdas".
"¡Por favor, queremos chicas!"
El viernes por la tarde, un grupo de chicos de un colegio privado en Pozuelo de Alarcón sale de clase y, nada más pisar fuera del recinto escolar, empieza la metamorfosis. Guardan las chaquetas de estilo inglés y las corbatas. Uno se pone el pañuelo palestino, otro la cazadora con chapas de ACDC y otro una sudadera de otro grupo heavy.
Los chavales sacan los teléfonos móviles. Un alumno enciende un porro y otros hablan de ir al macrobotellón. En este colegio hay dos bandas: la de los niños de familias acomodadas y la de los becados y que tradicionalmente han asistido al turno de tarde, que proceden de familias más humildes. "Nosotros somos los setos, los antipijos. Nos llevamos a matar con los peras, que son los niños de papá; los que van con el pelo cortado como una cortinilla", explican.
De repente aparece otro grupo de niños. "No hay que hacer caso a estos barriobajeros de Alcorcón", interrumpe R., un niño de 16 años, vecino de Majadahonda, vestido con traje y un flequillo que le tapa media cara. R. se sabe de memoria eso de que "los chicos y las chicas maduran de manera diferente".
"¡Por favor, queremos chicas! ¡Estamos salidos!", grita el grupo de setos . "Yo iba antes a un colegio mixto y estoy deprimido", cuenta otro. "Lo único bueno es que podemos hacer más el bruto porque sólo hay chicos", agrega otro alumno.
Una estudiante de otro centro femenino asegura que "al haber sólo chicas hay más peleas". "Si hubiese chicos habría menos discusiones", dice. Pero S., que viene de un colegio mixto, declara que no hay diferencia. "Estaba bien antes y estoy bien ahora", concluye.
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