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Un sorbo de vino al final del periplo real

Los Reyes visitan Requena y Utiel en su último día de estancia en tierras valencianas

Miquel Alberola

Tras ser vitoreados en uno de los símbolos del republicanismo como Ontinyent (cuna de José Melchor Gomis, autor del Himno de Riego) y aclamados en la Valencia antimonárquica de Vicente Blasco Ibáñez, los Reyes visitaron ayer Requena y Utiel para cerrar con un brindis el broche de su periplo por la Comunidad Valenciana. Primero fue Requena, de hondas resonancias vinícolas y charcuteras. Llegaron en helicóptero a una explanada deportiva, y desde allí fueron trasladados en coche al Ayuntamiento, donde les esperaban las autoridades locales y Julio de España, con el eje vencido. El presidente de la Generalitat y la ministra de la Vivienda, María Antonia Trujillo, aparecieron por detrás.

El Rey se presentó con un traje de color pistacho muy atenuado y a tono con el día. Y la Reina se trajo el mismo peinado que hace treinta años, cuando visitó por primera vez Requena, una prueba de fidelidad que arrancó efervescentes aplausos entre el vecindario congregado. Después de visitar el Ayuntamiento y saludar desde el balcón, realizaron un recorrido a pie por el centro histórico entre amenos escaparates de carnicerías con ristres de güeñas, longanizas y morcillas. A los Reyes les encanta romper el protocolo y el pueblo se lo agradece. Lo hicieron a la mínima para saludar al público. Tantas manos hubo de chocar don Juan Carlos que dio un traspiés sobre un bordillo y se tambaleó sin perder el equilibrio.

Minutos después llegaron a la antigua Escuela de Capataces, Bodegueros y Viticultores. Un penetrante olor a mosto se desplegó como una alfombra olfativa. Sus Majestades visitaron la biblioteca y el laboratorio de este centro operativo que lleva 45 años en marcha, y atendieron las explicaciones de su director, Pedro Navarro, que subrayó la eficacia de la escuela con una contundente frase: "Aquí se trabaja".

El paisaje oxidado de Requena se volvió ocre hacia Utiel y las montañas se amorataron. Estas dos poblaciones han mantenido reñidos pulsos de rivalidad a lo largo de su existencia. Sin embargo, ayer sus simetrías se hicieron más evidentes. La muy noble, leal y fidelísima Utiel repitió la liturgia de aclamación que ya había desplegado la dinámica Requena, aunque sin renunciar a su personalidad. Las campanas de la Iglesia Arciprestal voltearon a la llegada de don Juan Carlos y doña Sofía, y entonces apareció -en el sentido que la historia sagrada otorga a las apariciones- el consejero camarlengo, Juan Cotino, quien, como responsable de Agricultura e impulsor de la venida del Papa a Valencia, no resultaba más oportuno.

Después de la casa consistorial y el sol implacable vertido sobre la plaza, los Reyes penetraron en el colosal frigorífico arciprestal, con una caída térmica de 15 grados traspasada de incienso e intensificada por los escalofríos morados del cardenal Antonio Cañizares y el arzobispo de Valencia, Agustín García-Gasco. Al fondo esperaban la Virgen del Remedio y un friso de camareras con teja y mantilla.

Esa perspectiva escarchada sólo podía ser aliviada por una visita a la cálida Bodega Redonda, construida a finales del XIX, situada en la sede del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Utiel-Requena. En esta sacristía civil impregnada de ácido tartárico los Reyes cataron por fin el vino bobal, la principal seña de identidad de esta tierra. El periplo podía tener otros finales, pero difícilmente más deliciosos.

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Un horizonte cargado de futuro

En su último discurso, el Rey se refirió a Requena y Utiel como "dos importantes ciudades que están dando un gran salto hacia delante en ámbitos de especial dinamismo". El vino, según recordó el monarca, ya fue el factor que abrió el camino al ferrocarril, dando paso a la innovación y al progreso en la zona. Y ahora, a través de las nuevas tecnologías y los avances científicos, se replantea como "un gran motor de progreso económico y social". Don Juan Carlos destacó que el sector vitivinícola "ha abierto un horizonte cargado de futuro, que otros sectores deberían poder seguir". Los vinos valencianos, y entre ellos los de la DO Utiel-Requena, han conquistado espacios de calidad y reconocimiento que hasta hace pocos años les eran vetados. Entre una y otra situación ha mediado un sustancial cambio de mentalidad en la producción que ha reorientado el producto hacia el prestigio y la rentabilidad. Siendo el vitivinícola un sector tradicional -la arqueología ha datado el cultivo de la vid en la zona desde la época de los iberos- ha sabido resignificarse ante la adversidad a la que parecía condenado. El Rey ponía énfasis en este ejemplo tras mostrar su entusiasmo por el Instituto Tecnológico de la Asociación de Investigación de la Industria Agroalimentaria (Ainia) y apenas dos días después de que los representantes del sector textil le pidieran su mediación para encontrar unas soluciones de urgencia que la viticultura y la industria agroalimentaria han sabido encontrar.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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