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Las instituciones vascas sostienen que la ley de Dependencia invade sus competencias

Critican el sistema de financiación previsto y advierten de que no da una respuesta integral

El Gobierno, las tres diputaciones y Eudel, la asociación que congrega a todos los municipios vascos, se sumaron ayer para criticar en una comparecencia institucional en Vitoria el anteproyecto de ley de Dependencia elaborado por el Ejecutivo central, al considerar que "invade claramente" las competencias que le corresponden a la comunidad autónoma en materia de servicios sociales. En una declaración completamente inusual por la presencia de partidos de muy diferente signo (estaban representados Ezker Batua, el Partido Popular y el PNV), las tres administraciones advirtieron de que el anteproyecto "excede con mucho los límites" que la Constitución concede al Gobierno central.

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El anteproyecto de ley de Dependencia, cuyo objetivo es garantizar los derechos del millón de españoles que no pueden valerse por sí mismos, consiguió reunir en torno a la misma mesa y con un mismo discurso a partidos tan enfrentados en política social como el PP, el PNV y EB. Pese a tratarse de un anteproyecto y de que el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales se encuentra en permanente fase de consultas con las comunidades, las instituciones vascas han marcado su territorio. La lectura de la declaración congregó en la sede del Ejecutivo en Vitoria al consejero de Vivienda y Asuntos Sociales, Javier Madrazo (EB); el presidente de Eudel, Karmelo Sainz de la Maza (PNV), y los tres diputados de Bienestar Social: la alavesa Ainhoa Domaica (PP), el vizcaíno Juan María Aburto (PNV) y la guipuzcoana Esther Larrañaga (PNV).

La declaración reconoce que la ley es necesaria, pero sólo para regular las condiciones esenciales o básicas que permitan hacer efectiva la igualdad. En ningún caso, opinan sus firmantes, debe habilitar al Estado para establecer un amplio conjunto de regulaciones como prevé el anteproyecto.

Además del malestar por "la invasión competencial", la declaración asegura que el anteproyecto "fracasa" en el intento de ofrecer una respuesta integral a las personas dependientes, ya que ofrece únicamente soluciones y medidas en el campo de los servicios sociales, dejando al margen otros ámbitos de actuación, como son la sanidad y el sistema de pensiones.

Los tres niveles institucionales critican además las previsiones financieras de la ley. "El texto es confuso por lo que tiene que ver con las aportaciones de las diferentes administraciones y la manera de fijarlas y llevarlas a cabo", se indica.

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El anteproyecto prevé la participación económica de los destinatarios del servicio en el copago de las prestaciones, pero resulta "sumamente impreciso". "No queda suficientemente establecida y garantizada la aplicación de principios y criterios de equidad, progresividad y no exclusión que deben aplicarse en un sistema que se pretende universal y basado en el reconocimiento de derechos". Además, las instituciones vascas creen que el texto también es "confuso" respecto a las aportaciones de las diferentes administraciones. "No nos parece aceptable que unos servicios de esta envergadura e importancia se financien a través de convenios anuales entre la Administración del Estado y las autonomías". En el caso de Euskadi, reclaman que se valoren los servicios que están asumiendo las administraciones vascas a la hora de calcular el futuro Cupo.

Con respecto a los 200 millones de euros que el Gobierno central ha puesto sobre la mesa este año

para poner en marcha el denominado Sistema Nacional de Dependencia, las tres administraciones muestran su "preocupación" por su posible exclusión de este fondo. "Nos encontraríamos en una situación de clara inferioridad porque aún no se ha definido la fórmula de financiación para Euskadi, si vía Cupo o con aportaciones directas del Estado", apuntó el diputado de Vizcaya, Juan María Aburto.

A pesar de los reproches, la declaración concluye con un respaldo a una ley que sea respetuosa con las competencias autonómicas y con el compromiso de colaborar "activamente" con la Administración central en el debate, elaboración e implementación de la futura norma.

De igual forma, se hace constar la voluntad de las instituciones de Euskadi de intensificar un trabajo conjunto para que, antes de que finalice la legislatura, se pueda aprobar una nueva ley de Servicios Sociales de la comunidad autónoma.

De izquierda a derecha y en el sentido de las agujas del reloj, Ainhoa Domaica, un asesor, Karmelo Sainz de la Maza, Juan María Aburto, Esther Larrañaga, otro asesor, y el consejero de Asuntos Sociales, Javier Madrazo.
De izquierda a derecha y en el sentido de las agujas del reloj, Ainhoa Domaica, un asesor, Karmelo Sainz de la Maza, Juan María Aburto, Esther Larrañaga, otro asesor, y el consejero de Asuntos Sociales, Javier Madrazo.PRADIP J. PHANSE

En vigor para 2007

La Ley de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las Personas en Situación de Dependencia, conocida coloquialmente como Ley de Dependencia, entrará en vigor si se cumplen los plazos previstos por el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, el 1 de enero de 2007. Aunque aún faltan detalles por perfilar, ya se conocen sus principales aspectos.

Destaca, entre estos, que cualquier español mayor de tres años que necesite ayuda para sus actividades básicas por su incapacidad tiene derecho a las prestaciones recogidas en la ley. No se hace mención a los extranjeros, algo sobre lo que llamaron la atención ayer las administraciones vascas, al ser la inmigración una realidad cada vez más presente. Para que se reconozca el derecho de un ciudadano como dependiente debe solicitarlo a un órgano de valoración. Habrá un baremo estatal que medirá su situación.

Atender al conjunto de personas dependientes una vez que se haya implantado el sistema costará alrededor de 9.000 millones de euros al año, un 1% del PIB nacional y 7.000 millones más de los que se gastan ahora en su atención. Entre un 30% y un 35% del coste lo pagarán los usuarios, en función de su renta y patrimonio. El resto, el Estado (la mitad) y las comunidades autónomas y los ayuntamientos (la otra mitad). El Estado tiene previsto gastar 12.600 millones de euros hasta el año 2015 de una forma gradual.

Las medidas de protección básicas podrán ser ampliadas por las administraciones de las comunidades y por los ayuntamientos, por su propia iniciativa y con cargo a sus presupuestos.

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