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LA GRAN LACRA DEL DEPORTE

El Rubicón del 'dóping' genético

Carlos Arribas

Hace años, cuando se completó la secuencia del ADN humano, cuando las noticias sobre clonaciones, células madres y vectores genéticos se sucedieron, hablar de dopaje genético tenía un componente de ciencia ficción. Los expertos veían lejano el día en que se pudiera inyectar en un músculo un gen sano para sustituir las funciones de uno defectuoso. En un organismo sano, se trataría de dopaje genético. Ya, pero hasta Pekín 2008 o Londres 2012 no tendremos que preocuparnos, decían las autoridades. La lectura de uno de los emails entre Thomas Springstein y el médico holandés Bernd Nikkels ha puesto los pelos de punta a los dirigentes, pues Springstein solicita a Nikkels instrucciones para procurarse "antes de Navidades" dosis de Repoxygen.

Una búsqueda en Google lleva a la página web de los laboratorios Oxford BioMedica, que anunciaban en 2002 el final de la fase preclínica -experimentos con ratones- y el comienzo de la clínica, la previa a la autorización como medicamento, de Repoxygen, un virus convertido en transportista de dos productos, el gen de la EPO y una especie de termostato que no se activa al cambiar la temperatura, sino según el nivel de oxígeno, y que se inyecta en el músculo. El cuerpo humano tiene su propio termostato para detectar la presión parcial de oxígeno (PPO) en los riñones, pero, en caso de enfermedad renal, se avería, por lo que no se fabrican los necesarios glóbulos rojos para llevar el oxígeno. Pero el Repoxygen, con su termostato, mide la PPO en el músculo y, cuando hay escasez de oxígeno, activa el gen de EPO inyectado y se pone en marcha la fábrica de glóbulos. Cuando el nivel es el adecuado, salta el termostato y se apaga la fábrica.

Engañar al 'termostato'

"Actúa como una inyección de EPO recombinante pero de forma permanente", explica el doctor Joan Lluís Vives-Corrons, del Clínico de Barcelona; "con alguna diferencia: no hay EPO exógena, con lo que es indetectable, y se puede engañar a ese termostato para que el organismo siga fabricando EPO aunque no haga falta, con lo que su uso dopante es posible, aunque peligroso, pues si no se detiene y sigue fabricando glóbulos puede llegarse a la muerte".

El Repoxygen nunca pasó la fase clínica. Los laboratorios británicos desistieron de comercializarlo al no tener tantas ventajas frente a la EPO inyectable. Y, sin embargo, según el email de Springstein, el Repoxygen circula por el mercado negro.

Oxford BioMedica dice que lo que que ha fabricado está en sus frigoríficos acorazados, por lo que, si acaso, son falsificaciones, lo que hace más peligroso aún su uso. Según expertos en el mercado negro, a finales de los 80, los laboratorios fabricantes de EPO recombinante surtieron el mercado paralelo antes de que llegara a los hospitales.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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