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Bachelet nombra un Gobierno con igual número de hombres y mujeres

Los democristianos tendrán dos carteras clave en el Gabinete chileno

La presidenta electa, Michelle Bachelet, nombró a su Gabinete ministerial aplicando por primera vez en la historia del país el criterio de igualdad entre hombres y mujeres en la distribución de las 20 carteras. Bachelet también logró un reparto que dejó contentos a los partidos que forman la coalición gobernante, además de conseguir el equilibrio entre los ministros con experiencia y las nuevas caras.

Bachelet dejó a la Democracia Cristiana dos de las carteras más influyentes, Interior y Relaciones Exteriores, en reconocimiento al mayor partido de la coalición gobernante, pero respetó la tradición de equilibrio entre los miembros de la Concertación de Partidos por la Democracia e introdujo varios rostros nuevos en combinación con políticos avezados. Sus designaciones fueron bien acogidas en los cuatro partidos de la coalición gobernante de centro-izquierda y en la oposición. También el sector empresarial respaldó al nuevo equipo.

La presidenta electa, que sucederá a Ricardo Lagos a partir del 11 de marzo, se reunió ayer con los ministros. Primero en grupos por áreas de trabajo y después con cada uno, para darles sus prioridades para los primeros 100 días y la visión que tiene de cada sector. "Éste es un paso histórico en materia de igualdad", afirmó Bachelet, y un "reflejo de un nuevo estilo de gobierno, que combina caras nuevas y experiencia".

De los 20 ministros que acompañarán a la primera presidenta mujer, siete son democristianos (DC), cinco del Partido por la Democracia (PPD), cuatro socialistas (PS), uno radical socialdemócrata (PRSD) y tres independientes. Los partidos fueron informados de los nombres sólo una hora antes, en un gesto que remarca la autonomía de la presidenta.

El número de mujeres designadas duplica a las que acompañaron en 2000 al primer Gabinete de Lagos, en una paridad total de género, y están presentes en las cinco áreas: política, economía, protección social, infraestructura y urbanismo.

Para el Ministerio del Interior, Bachelet eligió al experimentado senador democristiano Andrés Zaldívar (de 69 años), quien después de no ser reelegido en los comicios parlamentarios de diciembre pasado se puso a trabajar en el equipo de campaña para la segunda vuelta. Es un puesto clave: su titular actúa como jefe de Gabinete y cuando el presidente viaja al exterior queda como vicepresidente. Zaldívar, ex ministro del presidente Eduardo Frei Montalva en los años sesenta, exiliado por la dictadura de Pinochet en los ochenta, proviene del ala conservadora democristiana y ha cultivado buenas relaciones con los socialistas y sus aliados.

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El dúo Zaldívar-Foxley

Aparte de Zaldívar, los democristianos consiguieron otro puesto clave con la designación de Alejandro Foxley (66 años) al frente de la cartera de Exteriores. Foxley, economista, fue ministro de Hacienda durante el Gobierno de Patricio Aylwin (1990-1994).

Zaldívar y Foxley son, junto a otros cuatro ministros, el núcleo clave del equipo de Gobierno. Los otros son el economista y abogado Ricardo Lagos Weber (del PPD e hijo del presidente saliente), designado portavoz del Gobierno, un cargo que ya desempeñó durante la campaña en el área internacional; la abogada Paulina Veloso (PS), quien conducirá las relaciones del Parlamento y el Ejecutivo, y la economista Vivianne Blanlot (PPD), en Defensa. Los tres son rostros nuevos. El cuarto es el abogado Isidro Solís (PRSD), que ocupará la cartera de Justicia.

El sector empresarial, por su parte, aplaudió que la cartera de Hacienda, que diseña la política económica y presupuestaria, recayera sobre el economista y académico de Harvard Andrés Velasco, un independiente de línea liberal al que la revista Time definió en 1994 como uno de los 100 líderes mundiales para el próximo decenio.

En la primera reunión de trabajo con este equipo, Bachelet recalcó las prioridades: lograr una democracia más participativa y descentralizada, que garantice seguridad ciudadana, fronteras de paz y terminar tareas pendientes del Gobierno de Lagos, como el cambio del sistema electoral y el reconocimiento constitucional de los pueblos indígenas.

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