Una industria de leyenda
El historiador José Manuel Rodríguez Gordillo analiza en un libro la historia del tabaco en Sevilla desde 1636
El historiador José Manuel Rodríguez Gordillo ha sintetizado 30 años de investigaciones en Historia de la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla. Sede actual de la Universidad de Sevilla, un libro que ha editado la Fundación Focus-Abengoa para contribuir a la conmemoración del quinto centenario de la Universidad Hispalense. El estudio va más allá del monumento neoclásico, que fue el edificio civil más extenso de todos los que se construyeron en Europa en el siglo XVIII, y se remonta al nacimiento de la actividad tabaquera en la capital andaluza. El tabaco fue la tabla de salvación económica para la Sevilla del siglo XVII, que había dejado de ser la capital del mundo cuando perdió el comercio colonial.
Rodríguez Gordillo, sevillano de 63 años, es profesor de Historia Moderna en la Universidad de Sevilla y está ligado a la antigua Tabacalera desde 1973. "Pedí una autorización para estudiar el archivo de Tabacalera en 1973 y comencé a ordenarlo gracias a una beca. Más tarde entraron dos colegas del departamento de Historia e hicimos un catálogo. Durante todos estos años siempre he estado trabajando como director del archivo. En 1984 conseguimos abrirlo al público en la sede de Altadis de Juan Sebastián Elcano y los investigadores han podido trabajar hasta que cerró la fábrica en 1999", comenta el historiador, que es hermano del pintor Luis Gordillo.
Toda esa documentación, que ocupa 1.700 metros lineales de estanterías, pasará a formar parte del Real Archivo de Indias a partir de mediados de enero. El pasado 27 de diciembre Altadis, heredera de Tabacalera, cedió al Archivo de Indias esos legajos y libros que recogen la historia del tabaco desde 1636 hasta la actualidad.
"El edificio es uno de los más emblemáticos de la ciudad y su actividad ha sido uno de los fundamentos económicos sobre los que pudo reflotar Sevilla tras el hundimiento que supuso la pérdida del monopolio del comercio con América", apunta el autor del libro, una edición de lujo de 253 páginas ilustrada con fotografías y planos.
Los obradores de tabaco, que producían el tabaco polvo tan apreciado por las clases altas, se reunieron en un caserón que estaba en la actual plaza de San Pedro porque el cabildo decidió que así molestarían menos a los vecinos. En 1636 el rey Felipe IV, aconsejado por el Conde Duque de Olivares, centra en Sevilla la producción legal de tabaco de toda España. A excepción de una pequeña producción de puros que hacen mujeres en Cádiz durante todo el siglo XVIII. El polvo es tan apreciado en Europa que el negocio crece y el caserón, Fábrica de San Pedro, se va ampliando hasta 1740, cuando ya ocupaba toda la plaza.
"La actividad es tan próspera que en 1728 la corona decide construir una fábrica nueva para producir tabaco en polvo, el que se esnifaba, y crear una pequeña sección de cigarros puros. La obra se terminó en 1758 y el traslado de los 1.700 operarios desde la vieja fábrica se produjo gradualmente en dos años. Entonces Sevilla tenía unos 70.000 habitantes, así que el tabaco era una de sus principales fuentes económicas", explica el historiador.
El foso del nuevo edificio y todo el perímetro se concluye en 1770, pero la fábrica se ha diseñado para producir tabaco molido y en tan sólo 10 años la demanda de este polvo cae, mientras que sube la de los cigarros. "Este cambio en la producción hace que la corona decida abrir otras fábricas de cigarros a partir de 1800 con mano de obra femenina, porque era más barata. Entonces en Sevilla se plantea un pulso entre las autoridades de Madrid, que quieren despedir a los 800 trabajadores para contratar mujeres, y las sevillanas, que temen un conflicto social si cumplen esas órdenes. Al final, el cambio fue gradual y hasta 1859 no desaparecen los últimos cigarreros", dice Rodríguez Gordillo.
El apogeo de la nueva fábrica fue en 1887, cuando la Compañía Arrendataria de Tabaco tenía contratadas a 6.500 mujeres. "La incorporación de la mujer al trabajo fue un fenómeno muy importante en la Sevilla del siglo XIX. Cuando Merimée llegó a la ciudad en 1830 los visitantes acudían a la salida del trabajo a las puertas de la Real Fábrica como si se tratara de un espectáculo. Con Carmen él creó un personaje literario, pero basado en un profundo conocimiento de la realidad. Creo que el éxito de la ópera que se basó en la novela de Merimée es que Carmen se antepuso a la liberación de la mujer y se ha convertido en la esencia del prototipo actual", afirma el historiador.
Las necesidades de mecanización del proceso de producción, la Guerra Civil, la división de la compañía en dos y la creación de Tabacalera en 1945 hacen que sea necesario un cambio de sede. En la década de los cincuenta la fábrica se muda a Los Remedios y el edificio comienza a prepararse para convertirse en sede de la Universidad de Sevilla.
"Creo que estaba predestinado ha escribir esta historia porque mi abuela materna fue cigarrera y mi vida profesional ha transcurrido entre las dos fábricas, en Altadis al frente del archivo, y en la Universidad", añade.
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