El petróleo alimenta los sueños de 'revolución' de Chávez
Gran parte de los frutos del 'oro negro' financian los programas de asistencia social, educación y formación profesional
La fuente de financiación de todos los proyectos de la revolución bolivariana de Hugo Chávez, tanto en Venezuela como en el exterior, es el petróleo. El presidente se siente fuerte como nunca, confiado en que los precios internacionales del barril se mantengan en niveles récord de 60 dólares, en la quinta posición que ocupa el país en la clasificación mundial de exportadores de crudo, y en las reservas inagotables de Venezuela. Pero su fortaleza podría transformarse en vulnerabilidad ante una eventual caída de los precios, que hoy pocos pronostican.
El petróleo representa para Venezuela el 80% de las exportaciones y el 50% del presupuesto del Estado. El precio del combustible es uno de los más baratos del mundo. Llenar los 50 litros del depósito de un vehículo cuesta menos de dos euros. Según el ministro de Energía y presidente de Petróleos de Venezuela (PDVSA), Rafael Ramírez, la compañía estatal entregó este año al fisco 25.000 millones de dólares (unos 21.000 millones de euros), de los que una gran parte se destina a los programas de asistencia social en salud, educación, alimentación y formación profesional. El Gobierno asegura que se extraen cada día 3,2 millones de barriles de crudo, cifra que los organismos internacionales rebajan a 2,7 millones de barriles.
El crudo representa el 80% de las exportaciones y el 50% del presupuesto
Durante los años de la llamada "apertura petrolera" del país (1992-1997), diversas compañías extranjeras obtuvieron en licitaciones contratos operativos, que el Gobierno decidió anular este año, alegando una serie de irregularidades y violaciones constitucionales, además de infracciones fiscales en los acuerdos establecidos. Las autoridades lanzaron una amenaza que no admitía discusión: aquellas empresas que no acepten las nuevas condiciones deberán abandonar el lucrativo negocio petrolero en el país. En 70 años de producción se han perforado 25.000 pozos. Desde 1993, las compañías extranjeras han invertido en Venezuela 25.000 millones de dólares.
La reestructuración del sector emprendida este año cambiará el escenario con la nueva figura de los contratos mixtos entre PDVSA y compañías extranjeras. Algunas voces, como la de Luis Pacheco, ex director de Planificación de la petrolera, consideran la medida como una nacionalización a la fuerza. "Queremos que el capital privado esté en el país, pero que se ajuste a nuestro marco legal", ha dicho el ministro de Energía.
La realidad es que desde abril pasado, 15 compañías privadas, entre ellas Repsol-YPF, aceptaron abandonar los antiguos convenios operativos y convertirse en socias minoritarias de PDVSA para operar los campos petroleros en Venezuela. La producción de esas operadoras alcanza los 360.000 barriles diarios. Las últimas empresas que firmaron la semana pasada el cambio de situación jurídica son la holandesa Shell, British Petroleum y la argentina Compañía General de Combustibles. Paralelamente, el Gobierno venezolano suscribió con el Gobierno iraní un acuerdo de exploración para adelantar los trabajos de cuantificación y certificación de las reservas petrolíferas en la faja del Orinoco, una de las zonas de mayores reservas del mundo, en la región sureste de Venezuela.
Chávez dio claras muestras de que los socios preferidos en materia petrolera son Brasil, China y España. EE UU importa de Venezuela 1,6 millones de barriles al día de los 10 millones que compra en todo el mundo. Antonio Brufau, presidente de Repsol-YPF, y Rafael Ramírez firmaron en marzo pasado una serie de acuerdos estratégicos que significan un importante aumento en la producción y reservas de hidrocarburos en Venezuela.
Las dos compañías crearon una sociedad mixta en la que PDVSA tiene el 51% y Repsol el 49%, que permitirá a la petrolera española incrementar la producción neta actual (100.000 barriles diarios) en un 60% hasta llegar a los 160.000 barriles al día, y duplicar su nivel de reservas en el país. La alianza se reforzó con la adjudicación este año a Repsol-YPF del bloque Junín 7, en la faja petrolera del Orinoco.
Desde hace tres años, la petrolera estatal venezolana no difunde ningún informe, y sólo hace declaraciones el presidente de la compañía. La razón oficial es que la empresa todavía se resiente de las secuelas de la huelga prolongada. "Antes, PDVSA era una empresa dedicada a sacar gas y petróleo. Ahora es un partido político", señala el periodista José Suárez Núñez, que cubre la información del sector energético para el diario El Nacional.
La huelga de dos meses en diciembre de 2002, que la oposición presentó como paro cívico nacional para acorralar a Chávez, tuvo efectos devastadores para la economía venezolana y la primera fuente de ingresos. El Gobierno lo calificó de sabotaje de la industria. El conflicto terminó con unos 20.000 despidos de una plantilla de 30.000. La compañía perdió a gran parte de su mejor capital humano, que ha sido reemplazado esencialmente por fieles al chavismo, y todavía padece las consecuencias. En los últimos meses se han registrado varios accidentes, atribuidos al deterioro técnico y al mantenimiento deficiente.
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