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Entrevista:MIGUEL ÁNGEL MORATINOS | MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES | ENTREVISTA

"París y Berlín siguen teniendo una enorme influencia en la UE"

Moratinos defiende en esta entrevista que se impone un acuerdo de síntesis por el que la Unión Europea adquiera el perfil político e institucional adecuado a su gran trascendencia económica.

Pregunta. Usted ha hablado de crisis de crecimiento. ¿Puede ser traumática e irreversible?

Respuesta. No. No lo creo. Yo creo que al final de la crisis saldremos reforzados. Ha habido hasta ahora mucha inercia en Europa y poca iniciativa. Habíamos acumulado en los últimos años muchas decisiones por inercia. Esta crisis llega porque, como he señalado en otras ocasiones, el binomio profundización-ampliación no se ha desarrollado en los plazos necesarios, y nos encontramos ahora con una ampliación, pero sin la profundización necesaria. Por tanto, más que nunca hoy, es necesario que seamos capaces de salir reforzados de esta crisis.

"No se oyó en el debate que la Constitución tenga que ser cambiada. Todo lo contrario. No hay un modelo alternativo al tratado"
"Pensar que Francia y Alemania van a desaparecer sería un error. Yo creo que Francia y Alemania seguirán teniendo una relación privilegiada"
"No hubo ningún perfil bajo del presidente del Gobierno en el Consejo. Tuvo una actitud normal. Estuvimos trabajando, no recluidos. No es verdad"
"Tenemos un modelo económico muy similar al británico, pero sería un error pensar que hablamos con unos para dejar de hablar con otros"
"Para nosotros es prematuro revisar la PAC, porque se acaba de revisar en 2002 y no ha habido tiempo de aplicar la reforma en su totalidad"

P. Sin embargo, las ratificaciones se han suspendido sine die, y habíamos dicho que una Unión de 25 miembros no podría funcionar sin la Constitución.

R. Primero, no todas las ratificaciones se suspenden sin fecha. Luxemburgo la va a mantener, y hay otros procesos de ratificación que se llevarán también a cabo, en Malta, en Chipre, que son pequeños países, pero tan válidos como cualquier otro Estado miembro. Lo importante es ver el contexto político donde cada país y Estado miembro se sienta cómodo, para evitar, precisamente, que el tratado constitucional se vea afectado de manera definitiva en lo que es el proceso de ratificación.

P. Sólo España y Alemania sostienen que esto es una simple pausa y que el proceso constitucional continúa. ¿Es realista?

R. Bueno, yo creo que, en el Consejo Europeo, el presidente del Gobierno tuvo una actuación durante el debate que fue apoyada prácticamente por todos, en el sentido de que no nos gustaba el término pausa. Al llegar a Bruselas, el concepto que se acuñaba, antes de la cena donde se llegó al acuerdo sobre la declaración del tratado constitucional, es que había una pausa. Desde luego que España y Alemania, pero también todos los demás, se sumaron a la posición española de que es necesario un periodo de reflexión, pero un periodo de reflexión activo; que Europa no se puede parar, que no debemos dar sensación de parálisis. Esa tesis española salió reforzada, y no sólo por Alemania y España. Es la propia declaración del Consejo.

P. Lo cierto es que se ha abierto un debate sobre el modelo de Europa con dos posiciones de salida muy enfrentadas: las de Tony Blair y Jacques Chirac. ¿Hay la posibilidad de que el resultado sea otra Unión distinta de la del tratado y que la Constitución tenga que ser reformada?

R. No se oyó ninguna referencia en el debate a que el tratado tenga que ser cambiado. Todo lo contrario. Se decía que era el resultado del mejor esfuerzo colectivo por el que Europa, de manera democrática, transparente y eficaz, se daba los instrumentos para hacer frente al reto de la ampliación. O sea, que nadie ha pedido el cambio de tratado. No hay un modelo alternativo al tratado.

P. ¿No hay riesgo de que las políticas se paralicen por falta de prioridades claras?

R. No. Yo creo que el sentido unánime que se respiraba en Bruselas es de preocupación, pero también de reflexión activa. El euro tiene que seguir desempeñando el papel esencial de estabilidad financiera y monetaria, y, por tanto, hoy más que nunca tenemos que poner en marcha la Agenda de Lisboa. En las conclusiones hay ya un calendario para ejecutar el desarrollo de la agenda. La política JAI, de espacio de Justicia y Seguridad, tiene que seguir avanzando, porque la lucha contra el terrorismo no puede esperar. Y nuestra acción en el exterior, con las limitaciones que nos dan los instrumentos actuales, tiene que seguir desempeñándose. No podemos quedarnos parados.

P. Tony Blair fue un protagonista destacado de la cumbre. ¿Faltaron, quizá, contactos con Londres en la preparación del Consejo por parte española?

R. No. Nosotros tuvimos los contactos normales y tradicionales. En este tipo de reuniones, lo que damos es confianza a la presidencia, para que, como así nos pidió, pudiese llevar a cabo las gestiones y el acercamiento de posiciones. Yo tuve un encuentro informal con Jack Straw en el que analizamos que todo lo que fuera mejorar el cheque británico empeoraba la posición española.

P. La delegación española fue la única que llegó a Bruselas convencida de que habría un acuerdo financiero. ¿Se debió a falta de información previa?

R. No, fue porque la presidencia nos había dado confianza de que podría alcanzar un acuerdo con el Reino Unido, y que luego ese esfuerzo que se nos pedía en cuanto a fondos de cohesión y lo que era el mantenimiento de la PAC iba a ser suficiente para no romper la actitud francesa en favor de un acuerdo global. Lo que ocurre es que al final se polarizó excesivamente la negociación entre un grupo muy reducido de países, al concentrarse sólo en los grandes, de modo que los otros actores no pudimos contribuir al consenso, porque, al fracasar la negociación de los grandes, todo el edificio se vino abajo.

P. De ahí las críticas finales españolas al trabajo de Jean-Claude Juncker.

R. Bueno, no a él personalmente, pero digamos que sí al método. Yo creo que el primer ministro luxemburgués merece todo nuestro aprecio, es uno de los mejores que ha tenido la Unión; pero en esta negociación última, quizá sí infravaloró la complejidad de lo que era la nueva Europa. Estamos negociando a veintisiete, y hay que tomar en consideración, como se hizo para el tratado constitucional, a todas las partes. Tenía que conocer bien las líneas rojas de todo el mundo, no solamente de los grandes. Pero dicho esto, pongamos en positivo la crisis y el fracaso del pasado Consejo Europeo. Se olvida a veces que la actitud del Reino Unido era absolutamente inamovible, y se recuerda que incluso el propio primer ministro había dicho ante la Cámara de los Comunes que no habría modificación alguna del cheque británico. Ahora acabamos de escuchar a Tony Blair que el cheque británico es una anomalía. O sea, que el tabú del cheque como mecanismo de financiación se ha roto, y esto lo tenemos que tomar en positivo.

P. ¿Habrá que hablar más con Londres en la nueva etapa?

R. Nosotros siempre hemos querido hablar con Londres y con otros. Lógicamente, ahora que el Reino Unido asume la presidencia de la Unión se van a intensificar las concertaciones con Londres. El Reino Unido siempre ha sido un actor fundamental de la construcción europea. Tenemos un modelo económico muy similar al británico; dos Gobiernos, laborista y socialista, con suficiente respaldo de la ciudadanía y, por tanto, con capacidad de interlocución. Pero sería un error pensar que hablamos con unos para dejar a los otros. Seguimos teniendo una relación excelente con Francia y Alemania, con Polonia, y con todos aquellos países, incluso pequeños, que configuran la nueva geometría política de la Unión.

P. ¿Qué queda del eje París-Berlín? Blair ha dicho que ya no puede ser el motor de Europa.

R. Sigue siendo un centro de enorme influencia en la Unión Europea. Considerar que Francia y Alemania no van seguir siendo actores excelentes y fundamentales en la construcción de la UE sería ignorar la compleja realidad europea. Pensar que Francia y Alemania van a desaparecer me parece un error.

P. Schröder tiene elecciones en septiembre, y Angela Merkel, su rival, parece que está en la línea de Blair, de una Europa más económica y menos política. ¿Podría ser un eje Berlín-Londres la nueva alternativa?

R. No. Históricamente, nunca ha sido el caso. Yo creo que Francia y Alemania seguirán teniendo una relación privilegiada; pero, lógicamente, también tendrán capacidad de diálogo y de mejora de relaciones con el Reino Unido y con el mundo atlántico. Alemania es profundamente europea.

P. Un diagnóstico unánime es que Chirac es el gran obstáculo para que la pausa de reflexión se desbloquee antes de 2007. ¿Sería un gesto europeísta por su parte adelantar las elecciones presidenciales francesas?

R. Yo creo que ahora hay un periodo de reflexión activo, que el presidente de la República Francesa siempre ha tenido un papel muy activo en Europa, y lo va a tener. Luego corresponde a Francia decidir su calendario electoral. Está fijado, y yo creo que, por el momento, no hay que plantearse otras hipótesis de trabajo.

P. ¿Qué papel quiere tener el Gobierno español en este debate?

R. Yo creo que España cada vez tiene mayor legitimidad en el seno de la Unión Europea. Hemos cumplido 20 años de europeísmo y, por tanto, ya tenemos detrás de nosotros una larga experiencia, en la que siempre hemos demostrado el compromiso europeo. Hemos sido los que iniciamos el concepto de ciudadanía europea; formamos parte del Eurogrupo; hemos sido pioneros en los avances en los espacios JAI; hemos sido los más defensores de una mayor implicación en la política exterior y seguridad común europea; queremos participar en todo el debate de la política de defensa y seguridad europea; también somos los principales contribuyentes en las políticas de solidaridad con el Tercer Mundo, en las políticas de desarrollo. Y tenemos un modelo económico y social moderno, competitivo, que garantiza ese Estado del bienestar europeo que anhelan tantos ciudadanos en el mundo, pero al mismo tiempo con políticas mucho más integradas en áreas fundamentales como es la política de seguridad común. Yo creo que ése es el modelo que se va a debatir y se va a conseguir en Europa. Yo creo que ha llegado el momento de una síntesis entre lo que era el modelo acumulativo, de avances en sectores económicos y financieros, y un armazón político-institucional que es muy necesario. En ese debate, España tiene mucho que aportar.

P. Coincidimos con los británicos en el tema económico, la modernización de los mercados; con Francia en la defensa de la PAC; con los nuevos socios del Este en la política de cohesión. ¿No es necesario ordenar esas cartas?

R. Sí, claro, hay que ordenarlas. Hay principios esenciales en la política europea, lo que pasa es que a veces se utilizan de manera excesivamente parcial. Cohesión no tiene que ser, por ejemplo, únicamente para fondos estructurales, es decir, para la mejora de infraestructuras, sino que hay también una cohesión en recursos, en cómo contribuimos al presupuesto, y también cohesión en lo que es la modernidad tecnológica y de innovación, que es lo que la Europa del siglo XXI se tiene que plantear. Tampoco podemos olvidarnos de que la agricultura tiene que ser un sector modernizador. No tenemos que dar un mensaje de que los agricultores son unos señores del siglo pasado. La agricultura, en el siglo XXI, tiene mucho que aportar al desarrollo tecnológico e innovador que puede ofrecer Europa en la lucha contra el hambre y la seguridad alimentaria. Ir a estereotipos de que el nuevo mecanismo de financiación vaya a ser sólo destruir la PAC y crear I+D... Estamos todavía aplicando la renovación de la PAC del año 2002, con el acuerdo de los británicos y de todos los miembros de la Unión. Todo esto hay que discutirlo, hay que reflexionar, pero siendo conscientes de que tenemos que ordenar y, por tanto, clarificar, identificar cuáles son los mejores mecanismos financieros que puedan dar respuesta a los objetivos de la Europa del siglo XXI.

P. Yo me refería más bien a que España debe ordenar sus cartas para que no se creen confusiones. El rechazo final de la propuesta de la presidencia en el último Consejo nos colocó, objetivamente, en el lado de los países más ricos y euroescépticos, con los que no nos identificamos.

R. No hay esa confusión, porque nosotros no somos contribuyentes netos. Nuestro deseo es mantener la capacidad de recepción de fondos hasta el final del periodo de las nuevas perspectivas financieras. Lo que queríamos es hacerlo de manera positiva para España, pero también para la Unión Europea. Tenemos un problema de ingresos, porque consideramos que el mecanismo financiero del cheque británico no es en estos momentos justificable. Luego tenemos la PAC, que está aplicándose ya con un acuerdo de 2002, en donde hubo una modernización y flexibilización de las políticas acorde con los desafíos y con los debates dentro de la OMC. Lo que sí queríamos era una salida gradual de los fondos de cohesión para adaptar nuestras regiones a la nueva situación, que fuese gradual para nuestro nuevo nivel de renta, y, precisamente, movernos hacia todo lo que son programas de investigación y ciencia. Si hubiésemos tenido más tiempo, habríamos conseguido recursos adicionales que hubieran reequilibrado el saldo financiero final.

P. Queremos I+D, queremos PAC, queremos cohesión, queremos seguir siendo receptores netos de fondos. ¿No hay el riesgo de que nos digan que queremos todo y no damos nada?

R. No, porque hay que buscar el equilibrio entre las distintas partidas, y eso se puede alcanzar en las negociaciones.

P. ¿Está el Gobierno abierto a una reforma de la PAC, para reorientarla, por ejemplo, hacia el desarrollo rural, más que a garantizar las producciones?

R. Para nosotros es prematuro revisar la PAC en estos momentos, porque se acaba de revisar en 2002, y todavía no ha habido tiempo para aplicar en su totalidad esa reforma. La del azúcar, por ejemplo, llega ahora. En estos momentos estamos muy a gusto con el actual acuerdo de la PAC. Pero sí tenemos que hablar de cómo se puede mejorar la participación no sólo de España, sino de todos los países, en ese capítulo fundamental que es la Agenda de Lisboa.

P. ¿Con estos planteamientos no fue un error que el presidente del Gobierno no asumiera un papel protagonista en el gran debate del Consejo, en vez de buscar un arreglo discreto sobre el tema financiero?

R. No hubo ningún perfil bajo. Tuvo ocasión de hablar con los principales líderes, con alemanes, franceses, presidencia; hablamos con los británicos... Tuvo una actitud normal. Lo que estábamos es en manos de la presidencia, como ocurre siempre. La presidencia dijo que, después del almuerzo, donde hubo un debate importante, se abrían consultas bilaterales. Estuvimos trabajando, no, como se ha dado la sensación, recluidos, mirándolas venir. No es verdad. La delegación española estuvo activa, precisamente recibiendo mensajes y enviando los nuestros.

P. La información que tuvimos los periodistas es que el presidente intervino una sola vez por la mañana, para exponer la posición española sobre el paquete financiero, y que no estuvo en ningún momento en el gran debate sobre el futuro de la Unión.

R. Sí participó. Participó por la noche en la declaración, fue el que llevó la voz cantante sobre el tratado constitucional, y se sumaron a él todos los demás. Y en el tema de perspectivas financieras dijo lo que tenía que decir, que era nuestra posición. Y no tuvo que decir más porque estábamos esperando la propuesta de la presidencia.

P. Para España también es urgente cerrar el capítulo de las perspectivas financieras. ¿Qué calendario prevé?

R. Nosotros no seremos obstáculo para el acuerdo. Estábamos dispuestos a seguir negociando toda la noche, y si la presidencia británica inicia su mandato con propuestas y con ganas de concluir el tema, haremos todo lo posible por facilitar el acuerdo y para que se cierre en ese semestre. Cuanto antes, mejor, desde luego, pero siempre que las líneas rojas o los mínimos españoles queden satisfechos.

Moratinos, en el Ministerio de Exteriores.
Moratinos, en el Ministerio de Exteriores.GORKA LEJARCEGI

"Marruecos quiere hacer algo en el Sáhara"

"CREO QUE MARRUECOS, como todas las partes, es muy sensible a que hay que hacer algo" en relación con el conflicto del Sáhara, afirma el ministro de Asuntos Exteriores. Añade Miguel Ángel Moratinos que el próximo 29 de junio espera poder celebrar una reunión trilateral con sus colegas marroquí y argelino, aprovechando que coincidirán en una reunión del Grupo Cinco más Cinco que se celebrará en Malta.

En relación con el nombramiento de un nuevo enviado especial del secretario general de la ONU para el conflicto saharaui, Moratinos, que el pasado miércoles recibió en Bruselas buenas perspectivas de Kofi Annan en este sentido, cree que el cargo no le ha sido ni le va a ser ofrecido al ex secretario de Estado Colin Powell, como afirman ciertos rumores, y considera probable que la ONU envíe una misión exploratoria para sondear qué esperan las partes acerca del perfil y características del nuevo enviado.

"El Magreb es uno de los escenarios donde mantenemos un buen diálogo y una fluidez con Washington", asegura el ministro, que entiende que la probable asistencia de Fidel Castro y Hugo Chávez a la Cumbre Iberoamericana de Salamanca, el próximo octubre, no tiene por qué reavivar las tensiones entre España y EE UU.

"EE UU conoce cuál es nuestro marco de trabajo y de creación del espacio iberoamericano. No es una sorpresa. La comunidad iberoamericana siempre ha partido de la universalidad. Siempre fue así. No hay que olvidar que hubo una cumbre en La Habana a la que asistió el ex presidente Aznar. Ahora se invita como siempre a Castro y Chávez, y yo espero que asistan, aunque nunca se sabe", comenta Moratinos.

En un repaso relámpago a otros temas de la política exterior, el ministro expresa su esperanza de que los problemas de las empresas españolas en Argentina se resuelvan pronto -cree que antes de la cumbre de Salamanca-, y descarta un acuerdo sobre el aeropuerto de uso conjunto en Gibraltar para el próximo 27 de julio, cuando el presidente José Luis Rodríguez Zapatero visite Londres. "Lo esperamos para otoño", señala el ministro de Asuntos Exteriores

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