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350 piezas muestran en el Museo de Bellas Artes las caras del surrealismo

La exposición recorre los motivos del sueño, el automatismo, las nuevas técnicas y el compromiso político

En la exposición París y los surrealistas se encuentran las pinturas de Magritte, Matta, Tanguy y Dalí junto a las fotografías de Man Ray y Dora Maar, pero también se pueden ver los documentos que gestaron la revolución surrealista y se puede escuchar la voz de su líder indiscutible, André Breton. Resulta un caleidoscopio del movimiento surrealista a través de 350 piezas, que ayer fue inaugurado en el Museo de Bellas Artes de Bilbao.

La comisaria de la exposición, Victoria Combalía, explicó que ha organizado la muestra con una mirada subjetiva, como si ella misma fuese una surrealista. "El criterio ha sido explicar el movimiento desde dentro", señaló ayer en la presentación de la muestra en Bilbao, tras su paso por el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona. La muestra revela la efervescencia creativa de un grupo que aspiraba a la emancipación del ser humano.La exposición aspira a explicar el surrealismo, ese "medio de liberación total del espíritu y de todo aquello que se le parezca", según su manifiesto de 1925, con un recorrido por sus motivos clave: el sueño, el automatismo, lo maravilloso, el erotismo y el compromiso político, entre ellos. "El surrealismo está de moda porque sorprende que un grupo tan reducido, formado por unas 70 personas, tuvieran tantas ideas", dijo la comisaria. "El surrealismo corresponde a un proyecto utópico, basado en la poesía, la libertad y el amor", añadió.

Junto a los artistas más conocidos se descubren otros, como la checa Toyen

El surrealismo nació vomo tal en 1919, año de publicación de Les Champs Magnétiques, primera obra surrealista y experimento de escritura automática de Breton. La fecha de la muerte de Bretón establece el final del movimiento, pero la corriente mantuvo su dinamismo. El propio término ha traspasado los límites de la creación para introducirse en el lenguaje cotidiano, lo mismo que su iconografía ha invadido la publicidad y la moda, por ejemplo.

La muestra se mantiene al margen del orden cronológico. Se abre con una sala dedicada a los antecedentes del movimiento, en que se muestra un aguafuerte de Piranesi, de 1761, y una pintura de Giorgio de Chirico. La mirada global a un movimiento que, más allá de aspectos creativos, supuso todo un estilo y una filosofía de vida pasa también por mostrar los rostros de sus protagonistas, en su mayoría retratados por Man Ray.

Los nombres de primera fila del surrealismo quedan presentes en la exposición, pero también otros casi desconocidos en España, como la artista checa Marie Toyen. En el apartado del sueño figuran obras de Dalí, Picabia y Matta; en el dedicado al automatismo, de Miró y Masson; en el que aborda lo mitológico y la locura, de Magritte y Oscar Domínguez. Las claves del surrealismo -el erotismo, el compromiso político, lo informe, la locura- se suceden a lo largo de las 19 secciones en que ha sido organizada la muestra, que cuentan con el complemento de audiovisuales y publicaciones y documentos.

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La comisaria destacó el papel de las mujeres (Dorothea Tanning, Remedios Varo, Maruja Mallo, Kay Sage, Toyen, Dora Maar, entre otras) en el movimiento. En desacuerdo con las teorías feministas estadounidenses que tachan de machistas radicales a los surrealistas, Combalía prefiere achacar el papel secundario de las mujeres al clima social de la época.

La exposición se detiene en la pasión fetichista de los surrealistas por los objetos, encontrados o transformados, y en las nuevas técniucas, como el cadáver exquisito, obras colectivas en la que un artista sigue el trabajo de otro sin ver el resultado. No olvida tampoco la importancia de París.

La comisaría defiende en el catálogo que París no sólo fue la ciudad que alumbró el movimiento, sino "una ciudad surrealista", en que descubrieron los aspectos ocultos e insólitos. "Las calles parisinas son el escenario de los hallazgos de esos poetas, de esos pintores, de esos revolucionarios", añade.

Un hombre camina frente a <i>Friso para la Exposición Internacional del Surrealismo (superstición-serpiente)</i>, de Joan Miró (1947), expuesta junto a obras de Kurt Seligmann y René Magritte.
Un hombre camina frente a Friso para la Exposición Internacional del Surrealismo (superstición-serpiente), de Joan Miró (1947), expuesta junto a obras de Kurt Seligmann y René Magritte.LUIS ALBERTO GARCÍA

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