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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

ETA comunica

Primero la práctica y luego la teoría: siguiendo una tradición muy arraigada, ETA responde a cualquier intento de acercamiento realizando unos cuantos atentados, a los que sigue un comunicado en el que los reivindica y justifica en nombre de su voluntad de poner fin al conflicto. El difundido ayer por los canales habituales supone una enmienda de totalidad a las expectativas -y esperanzas- sobre un final dialogado de la violencia abiertas por el Gobierno. Esas expectativas se basaban en una hipótesis racional y también, probablemente, en la existencia de mensajes del entorno de ETA o de Batasuna que fueron interpretados como oportunidad de emprender un proceso cuyo desenlace fuera el abandono de las armas; pero ahora se ve que era una interpretación voluntarista.

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¿En nombre de quién hablaba Otegi cuando dijo que ETA estaba preparada para una salida negociada? El mensaje de ayer no se separa de los planteamientos de siempre de ETA: que seguirá en lo suyo mientras no le den la razón; es decir, mientras no se acepte su programa de autodeterminación de Euskal Herria. Para los redactores del comunicado, todos son culpables de la falta de paz: del Gobierno hasta Aralar, pasando por el PNV; todos, excepto ETA y la (verdadera) izquierda abertzale. La deriva soberanista del PNV les parece "sano regionalismo". Se extrañan de que la respuesta del Gobierno a sus propuestas haya sido "al hilo de las acciones de ETA, responsabilizar a la izquierda abertzale del enfrentamiento". ¿Qué esperaban? Como señaló ayer el consejero vasco de Justicia, no es coherente hablar de voluntad de paz en un escrito en el que se asume la autoría de nueve atentados cometidos después de plantearse la posibilidad de una salida negociada; atentados justificados con razones como la negativa de los empresarios atacados a "dar ayuda económica" a ETA.

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La resolución votada en el Congreso condicionaba toda iniciativa de diálogo a la constatación de la voluntad de ETA de poner fin a la violencia. Fue criticada por el PP por diversas razones, una de las cuales era que rompía el consenso plasmado en el Pacto Antiterrorista. Ahora ETA se complace en dar la razón al PP diciendo que en el Congreso "sonaron campanas de muerte por el Pacto Antiterrorista". Recuerda su declaración de hace años diciendo que, efectivamente, la de 1998 había sido "una tregua trampa".

Lo que el comunicado no cambia es que ETA está ahora más débil que nunca. No porque no pueda atentar (y amenazar), sino porque ahora hay cada año muchas más detenciones que atentados, y por primera vez en la historia hay en las cárceles casi tantos presos de la banda (713 entre España y Francia) como víctimas mortales provocadas por ETA desde 1968 (772, más 24 de ETApm), y porque esos posibles atentados no servirían ya para hacer avanzar una estrategia que acerque a ETA a sus objetivos.

La negativa a pagar un precio político por el cese de la violencia no sólo está asumida por los dos grandes partidos, sino por todos los representados en el Parlamento, según consta en la resolución votada hace un mes, y por la inmensa mayoría de la opinión pública, que no aceptaría que ningún Gobierno cediera en eso; lo que desde luego no era el caso cuando se mantuvieron las conversaciones de Argel, en 1989. En ese sentido, también ETA ha interpretado mal el sentido de la posibilidad abierta por el Gobierno y que los propios terroristas han cerrado con sus actos y sus palabras.

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