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El líder se abona al podio

Fernando Alonso refuerza su dominio en la fórmula 1 después de su segundo puesto en Montmeló tras Kimi Raikkonen

Ramon Besa

Aunque el Gran Premio de España fue la primera de las cinco carreras disputadas que no ganó Renault, Fernando Alonso salió reforzado de Montmeló como líder del campeonato después de alcanzar el segundo puesto tras Kimi Raikkonen. El finlandés se mostró como un digno sucesor de Mika Hakkinen, que a finales de los noventa encadenó tres victorias en suelo catalán, el mejor de los escenarios para los coches aerodinámicos como los McLaren-Mercedes, circunstancia que, por otra parte, agrandó la decepción por la ausencia de Pedro Martínez de la Rosa.

El asturiano ya no cuenta victorias sino que a sus 23 años aspira a convertirse en el piloto más joven que gana un Mundial, honor que desde 1972 corresponde a Emerson Fittipaldi. Desde este punto de vista, la carrera del español fue tan irreprochable como consecuente con los acontecimientos, por mucho que la hinchada apostara por un triunfo tan estruendoso como inédito, y más después del éxito conseguido en el feudo de Ferrari.

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Alonso es el único que no se ha bajado del podio, y si en Australia el tercer puesto fue muy celebrado porque coronó un excelente remonte, la segunda posición de ayer resultó espléndida por la fiabilidad que mostró el corredor de Oviedo, ganador en San Marino, Bahrein y Malaisia, donde no tuvo oposición, ya fuera por su dominio de la carrera como por eliminación de sus adversarios. El resultado de la prueba catalana estaba cantado desde la salida para el asturiano. No dominó los entrenamientos libres ni los oficiales sino que siempre estuvo a la expectativa.

El pronóstico que el propio Alonso había anticipado el viernes se cumplió el domingo. A falta de la última cronometrada, anunció no sólo que Renault necesitaba mejorar sino que le preocupaba más Raikkonen que Michael Schumacher, porque McLaren corría más y mejor que Ferrari, y acertó plenamente: el finlandés resultó ganador y el alemán tuvo que abandonar después de un doble pinchazo.

Alonso llevaba la carrera en la cabeza y la resolvió con la serenidad y rigor de un líder. A su alcance sólo tenía dos objetivos y los superó: se comió a Mark Webber en la salida, síntoma de que continúa siendo rápido y diligente, y no cometió ni un error en la carrera, pese a que la distancia a favor de Raikkonen aumentaba en la misma proporción que se reducía su ventaja respecto a un plantel de perseguidores muy variado.

La regularidad de Alonso contrasta con la impuntualidad de los demás. A día de hoy, no se sabe quien puede ser su rival más peligroso después de que Schumacher se haya descolgado, un día por culpa del motor y otro por las gomas (le separan 34 puntos); Raikkonen (a 27) alterne las mejores actuaciones con dimisiones escandalosas; y Jarno Trulli (a 18) opte más a la pole-position que al podio. Pese a que Toyota (40 puntos) aprieta a Renault (58), McLaren (38) parece en cualquier caso un enemigo mayor para Alonso, que ha expresado una capacidad admirable para adaptarse a cualquier tipo de carrera: es inalcanzable cuando parte como líder, remonta si las circunstancias le son favorables y mantiene la posición en los momentos en que no le queda más remedio.

En una situación de apuro, por problemas con el motor y los neumáticos, Alonso supo corregir ayer las disfunciones del coche y defendió la segunda plaza, la única que le faltaba por ocupar, con autoridad, como si significara un triunfo, actitud que entendió una afición entregada y que llenó Montmeló hasta la cifra récord de 116.000 espectadores, con el Rey a la cabeza. La afición sabe que Alonso va a por un Mundial que Schumacher y Ferrari no sólo no saben defender sino que dudan sobre si para recuperarlo será mejor fichar al español o a Raikkonen, los dos protagonistas de Montmeló.

Fernando Alonso, en el podio tras el rey Juan Carlos, saluda a sus seguidores.
Fernando Alonso, en el podio tras el rey Juan Carlos, saluda a sus seguidores.VICENS GIMÉNEZ

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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