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Reportaje:

Árboles fichados

Una base de datos de Medio Ambiente recoge las características de los más de 216.000 ejemplares de las calles de la capital

Soledad Alcaide

Los árboles de las calles de Madrid no son anónimos. Cada uno de los más de 210.000 que pueblan las vías de la capital -sin contar los parques, cuyo cuidado es diferente y requieren otro tipo de gestión- está fichado por el Ayuntamiento en una base de datos que controla la Concejalía de Medio Ambiente.

Allí está todo lo que hay que saber: la especie, la edad relativa, la altura, el tamaño de la copa, el entorno del ejemplar, las podas o limpiezas que han sufrido en cada campaña e incluso los parásitos o los huecos que tiene su corteza, entre otros detalles. Algunos, sobre todo si tienen incidencias que puedan representar algún peligro, tienen hasta una fotografía, para poder comparar cómo evoluciona su estado. Para guardar esta información, Medio Ambiente ha desarrollado una herramienta informática propia: Arbomap.

"Podemos ver cómo se reparten las especies y multiplicar la diversidad", dice el jefe de Patrimonio Verde

Cuando los operarios de Parques y Jardines actúan sobre un árbol en una plaza de la ciudad, antes han recibido información procedente de este fichero, que indica minuciosamente de qué ejemplar se trata y qué es lo que deben hacer. Y también la actividad que llevan a cabo queda registrada posteriormente.

Por ejemplo, si el árbol ha sido podado, el año siguiente analizan si el trabajo fue correcto y permitió mejorar el crecimiento. También hace posible que la poda sea adaptada a cada especie.

"Es como su DNI", asegura el director general de Patrimonio Verde, Federico Sepúlveda, quien explica que esta base de datos es fundamental para gestionar el arbolado y proyectar las actuaciones que deben hacerse sobre ellos. "Así se conoce cómo va reaccionando el árbol a las labores que hacemos y permite decidir los trabajos de poda, de arboricultura..., en función de cómo evolucionan", agrega.

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Los criterios de Medio Ambiente en el mantenimiento y cuidado de los árboles son dos, dice Sepúlveda: "Que el árbol sea un elemento seguro y no provoque daños a la población y que, según las características de la especie, obtengamos árboles sanos".

Esta base de datos se puso en marcha en 1994. Cuatro años después, el Ayuntamiento logró que el inventario fuera exhaustivo. Pero a medida que crece la ciudad, también aumentan los ejemplares catalogados. Por ejemplo, acaban de finalizar las fichas de los alrededor de 5.000 árboles que se han plantado en los nuevos desarrollos urbanísticos de la periferia de la capital.

"No es una base estática", continúa el director de Patrimonio Verde, porque cada actuación supone renovar la información de cada árbol. Y además, el fichero se completa cada cinco años, cuando Medio Ambiente hace un inventario de todo el arbolado, que le permite comparar su evolución, pero también incluir nueva variables en el sistema. "Dentro de poco podremos poner hasta los pulgones de los ejemplares", bromea una técnico de Medio Ambiente.

La herramienta facilita editar informes concretos. Por ejemplo, sacar de la base de datos una calle entera y ver qué ejemplares la pueblan. O incluso, como han hecho los técnicos, comprobar qué especies están más extendidas por Madrid para reducir las nuevas plantaciones.

Un ejemplo. El sistema informático permite seleccionar las cinco especies de ligustros de Madrid. Primero, la herramienta ofrece un mapa, donde muestra una mayor densidad de esta especie en la zona centro y en Valdebernardo. Luego, puede comprobarse cada zona, e incluso cada calle, hasta pinchar en cada árbol y conocer su información.

"Con todo el plano de la ciudad podemos observar cómo se reparten las especies y multiplicar la diversidad por toda la capital, lo que, por ejemplo, evita la extensión de plagas", concluye Federico Sepúlveda. Cada vez que se tala un árbol en una calle es porque se ha comprobado que estaba enfermo y ya no era salvable. Los operarios lo talan y sacan el tocón. En el lugar se planta un nuevo ejemplar y su información sustituye a la del anterior en la herramienta informática. Pero también se guarda la información de los árboles desaparecidos en otro fichero histórico. Es fundamental, para saber las especies que han convivido en un lugar. Esta base en concreto sólo incluye los árboles de las calles, porque en los parques la gestión es muy diferente, según explica Sepúlveda.

"Si en la Casa de Campo hay uno con ramas secas, no importa tanto que caiga al suelo, porque es el campo y no hay peligro de que caiga sobre las personas. También porque en estos ámbitos, cuanto más natural crezca el árbol, mejor", añade. Los parques, como el Retiro, tienen sus propias bases de datos. Pero ésa es otra historia.

Pavimentos para el alcorque

La calle de Goya, y el entorno de la plaza de la Independencia, han ensayado un nuevo sistema de pavimentado de los alcorques de los árboles. Se trata de un material que permite cubrir el hueco que rodea al árbol, y que supone un obstáculo para los peatones.

"Este tipo de pavimento, que tiene una garantía de 10 años, deja que el árbol crezca y a la vez respire, porque el material utilizado permite la entrada del agua y del aire", explica el director de Patrimonio Verde, Federico Sepúlveda, quien se muestra contento del resultado, probado hasta ahora en una zona comercial de mucho tránsito de gente.

Pero además, favorece la limpieza de la base de los árboles, pues al no haber hueco es más sencillo barrer. O simplemente que no se quedan en el interior los objetos que pueda tirar la gente, pues es como si fuera una prolongación de las aceras. Hasta ahora la limpieza se solucionaba colocando una rejilla metálica, pero tenía el problema de que impedía que los ejemplares crecieran y, con el tiempo, se estropeaban.

El nuevo material es flexible y se adapta a los huecos. Hasta el punto que si la acera está rota por un lado, cubre su espacio. Pero además la parte más cercana a la base del árbol se rodea con un cerco hecho de caucho, que también cede cuando crece el tronco. "Respeta la biología del árbol y hasta ahora no habíamos encontrado ningún material que aportara esa ventaja", prosigue el director de Patrimonio Verde.

La desventaja es que es relativamente caro, pues ponerlo en cada árbol cuesta unos 150 euros. "Pero es económicamente viable, porque ahorra la limpieza del alcorque", añade. Pronto se extenderá a otras calles de la capital.

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Sobre la firma

Soledad Alcaide
Defensora del Lector. Antes fue jefa de sección de Reportajes y Madrid (2021-2022), de Redes Sociales y Newsletters (2018-2021) y subdirectora de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS (2014-2018). Es licenciada en Derecho por la UAM y tiene un máster de Periodismo UAM-EL PAÍS y otro de Transformación Digital de ISDI Digital Talent. 

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