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Reportaje:

Alsa rueda por Europa del Este

Un consorcio encabezado por la empresa asturiana se adjudica en concurso la alemana DTG

El grupo asturiano Alsa, principal operador español en transporte de viajeros por carretera, logra, en alianza con las compañías Monbus-Socitransa, de Galicia, y Linebus, de Valencia, y las portuguesas Intercentro e Internorte, la adjudicación de la empresa pública germana Deutsche Touring GmbH (DTG), el mayor grupo de su país en servicios internacionales. Para los aliados de Alsa la operación supone su primera incursión fuera de sus respectivos mercados nacionales. Para Alsa, sin embargo, es una fase más de su proyecto multinacional, tras estar presentes en China, Marruecos, Chile y varios países europeos, entre ellos Suiza y Portugal.

Una mayor presencia en la UE era una necesidad para Alsa, máxime cuando varios operadores europeos ya han tomado posiciones en España

El grupo asturiano de autocares Alsa, líder del transporte de carretera en España, acaba de consumar, al frente de un consorcio integrado por otras cuatro compañías españolas y portuguesas del sector, una ambiciosa toma de posición en su estrategia de internacionalización: el Gobierno alemán ha adjudicado al grupo encabezado por Alsa la compañía estatal alemana Deutsche Touring GmbH (DTG), principal operador de su país en líneas internacionales de transporte.

Para los aliados de Alsa en esta operación (las empresas españolas Monbus-Socitransa, de Galicia, y Linebus, de Valencia, y las portuguesas Intercentro e Internorte) la adjudicación de Deutsche Touring en el concurso público para su privatización constituye su primera expansión fuera de sus respectivos mercados nacionales, pero para Alsa, que lidera el grupo comprador, constituye una nueva fase en su proyección multinacional, tras su implantación previa en China, Marruecos, Chile y varios países europeos, entre ellos Suiza y Portugal.

Como ocurriera en 1999, cuando Alsa consolidó y acrecentó su liderazgo en España con la toma de control de la compañía estatal Enatcar en el concurso privatizador convocado por el primer Gobierno del PP, la adjudicación ahora de Deutsche Touring permitirá a Alsa, al frente del consorcio hispanoportugués Iberoeurosur, ganar tamaño de modo significativo en el mercado europeo, donde el grupo asturiano, con una fuerte vocación transfronteriza desde que en los primeros años sesenta inició sus rutas entre Asturias y los países tradicionales de emigración española a Europa -Francia, Bélgica, Suiza y Alemania-, sigue siendo demasiado pequeño en relación con los más relevantes operadores de la Unión Europea.

Un sector atomizado

Con 1.259 vehículos, Alsa, la mayor compañía española del sector, está aún muy lejos de poder equipararse con competidores europeos como la británica National Express, que posee más de 14.000 autocares, y la francesa Keolis, que rebasa los 8.000. La suma de los cinco mayores grupos españoles no superan a los líderes ingleses y franceses.

La compra de la empresa pública alemana constituye, por su tamaño y alcance, la mayor operación que Alsa haya liderado hasta ahora en el continente, donde su presencia en varios países se había producido en las últimas décadas de modo significativo, pero discreto, mediante el control de algunas pequeñas flotas de autocares en varios países -sobre todo, en Portugal y Suiza- y, de modo más acusado, mediante el establecimiento de alianzas de colaboración recíproca y pool de transportes para la gestión conjunta de rutas supranacionales.

La verdadera implantación multinacional de Alsa como operador local en otros países y no sólo como gestor de rutas internacionales se había producido desde los años ochenta en países con grandes expectativas de crecimiento económico, pero también con acusadas carencias de transporte moderno y eficiente (caso de China y Marruecos) y en economías muy maduras y avanzadas, pero con una red de servicio público de viajeros extremadamente atomizada, caso de Chile.

Dotarse de una implantación sólida en el mercado de la UE era una necesidad sentida en el seno de Alsa, máxime cuando varios operadores europeos ya han tomado posiciones en España en los últimos años (caso de la compañía británica Arriva y el grupo francés de servicios Vivendi) y, sobre todo, cuando la eventualidad de nuevas entradas de grupos internacionales en nuestro país podría intensificarse a medida que en los próximos años caduquen las concesiones administrativas para la explotación de importantes líneas nacionales y regionales próximas a su vencimiento, tanto si se mantiene el sistema concesional tradicional español mediante la convocatoria de nuevos concursos como si se impone el criterio de libre competencia en la explotación de todas las rutas a voluntad de cada operador, como ocurre en otros países de la UE.

Aunque la apreciación popular del crecimiento y expansión de Alsa en España ha podido resultar muy espectacular en las últimas décadas -Alsa, constituida en 1923, a partir de una sociedad previa, denominada Automóviles El Luarca, que se remontaba a 1916, y fusionada en los primeros años cincuenta con la empresa Cosmen, no inició sus operaciones entre Asturias y Madrid y entre Asturias y el centro de Europa hasta 1964-, en el seno de la familia Cosmen, accionista mayoritario de Alsa, siempre se ha dicho que, por sus cifras, este grupo -1.259 vehículos, 2.860 empleados, 95 millones de viajeros anuales, 181,9 millones de kilómetros recorrridos en el último ejercicio y una facturación anual de 401 millones de euros- sigue siendo "un pigmeo" en comparación con otros competidores de la UE.

Implantarse en otros países europeos no sólo sería, así, una estrategia defensiva frente a la posible intensificación a medio plazo de la penetración en España de grupos extranjeros, sino, sobre todo, una necesidad vital para alcanzar una masa crítica suficiente de volumen de negocio que permita obtener economías de escala en el desarrollo de inversiones tecnológicas, mejoras en el servicio, personalización y especialización de la oferta e impulso de departamentos de innovación.

En este sentido, la privatización de la empresa pública Deutsche Touring entrañaba una oportunidad excepcional porque permitirá actuar a Alsa y a sus socios desde uno de los países centrales de la UE y hacerse con el control de una densa red de rutas regulares internacionales, con una implantación estratégica en los flujos de viajeros entre Centroeuropa y los países del Este europeo -de reciente incorporación a la Unión-, así como con las repúblicas bálticas.

Alianza hispano-lusa

Los adjudicatarios de Deutsche Touring GmbH no han precisado el importe pagado en este concurso público, pero en algunos medios se ha apuntado como cifra aproximativa 30 millones de euros. La oferta de Iberoeurosur se impuso a las presentadas por las compañías de autocares filiales de los monopolios públicos de los ferrocarriles de Francia (SNCF) y Austria (OSB), que también pujaron para hacerse con el dominio de la más importante compañía alemana de transporte internacional. En medios de la operación se ha indicado que esta adjudicación a una alianza hispano-lusa consolida las expectativas de que los operadores ibéricos puedan hacerse con una cuota de participación significativa en la gradual configuración del mercado único europeo del transporte por carretera.

Deutsche Touring GmbH (DTG), fundada en 1948, era hasta ahora la filial de autocares de la empresa pública de los ferrocarriles alemanes Deutsche Bahn AG (DB). Con sede en Francfort, DTG gestiona 127 líneas de transporte internacional, que atienden 800 destinos en 34 países europeos. Cuenta con una plantilla de 300 trabajadores y su flota de autocares recorrió el año pasado 37,4 millones de kilómetros. En 2003, facturó 57 millones de euros. Por su tamaño, DGT equivale al 14,21% de Alsa en facturación, el 10,48% en empleo y el 20,56% en kilómetros anuales recorridos.

En su oferta por DTG la alianza Iberoeurosur ha contado con el asesoramiento de Ahorro Corporación. El consorcio hispano-portugués ha expresado que con esta adjudicación aspira también a contribuir al desarrollo en Centroeuropa de un sistema de transporte regular similar al modelo concesional español.

Autocares del grupo asturiano en la Estación Sur de Madrid.
Autocares del grupo asturiano en la Estación Sur de Madrid.ULY MARTÍN

El grupo analiza nuevas oportunidades en España

El grupo Alsa puede ya otear nuevas oportunidades en el mercado español. La prohibición de adquirir nuevas compañías de transporte regular interurbano durante cinco años que le impusiera en 1999 el Tribunal de la Competencia para evitar una eventual situación oligopolística en el sector del transporte de viajeros en nuestro país a raíz de que el conglomerado asturiano fuese el adjudicatario de la empresa pública española Enatcar, quedó sin efecto el pasado enero, tras vencer el plazo de moratoria establecido.

La oportunidad de acometer nuevas tomas de posición se presentará sobre todo a partir de 2007, que será cuando salgan de nuevo a concurso o a la libre concurrencia, en distintas fases, las 2.400 concesiones de líneas regulares existentes ahora en España.

No es que en este tiempo Alsa haya dirigido exclusivamente su expansión hacia los mercados exteriores, porque el veto de nuevas adquisiciones en España no afectó a su crecimiento en el ámbito del transporte urbano y tampoco al de los servicios discrecionales (excursiones y otros servicios charter). De hecho, Alsa, que siempre fue, desde su nacimiento, una compañía eminentemente de autocares y no de autobuses, ha aprovechado este periodo de freno a su crecimiento en líneas regulares provinciales e interprovinciales en España para compensar su desequilibrio entre el negocio urbano y el interurbano, creciendo en el primero de ambos, exento de limitación por las autoridades de la Competencia.

Fuentes de Alsa confirmaron que la salida al exterior -sobre todo, lo que se refiere a sus implantaciones en Marruecos, Chile y ahora Alemania, que datan del último lustro- no ha sido una decisión coyuntural a la espera de poder volver a crecer en línea regulares interurbanas en España, sino una decisión estratégica en la que el grupo no renuncia a perseverar en el futuro.

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