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Crítica:MADRID EN DANZA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Buen comienzo

En ciertos aspectos, ésta es la mejor obra de Pagés tras los aciertos de Flamenco Republic, que aquí reafirma y explota; lo más sensible llega con sus solos, especialmente su segunda intervención, y luego Nanas de la cebolla (Serrat / Hernández / Cortés), donde la bailarina demuestra lo buena que es la madurez para el baile de la mujer, lo que lo centra y asienta, lo inspira y lo profundiza. María Pagés domina la planimetría, la usa y se la salta a la torera, en contra de todos los cánones del flamenco, dando otro tono a su estilo personal y heterodoxo, a su braceo elegante y expresivo hasta lo libertario, a su musicalidad, que va bastante más allá de los ajustados metros del género madre. Un cuerpo de baile de 10 artistas la acompaña y arropa, pero la obra está pensada y en función de esos bailes solitarios de ella, son el eje sobre el que se transita con ironía y estructura y decorado de revista.

Canciones antes de una guerra

Compañía María Pagés. Coreografía: María Pagés. Escenografía y luces: Dominique You, Christian Olivares y José María Sánchez. Vestuario: Miguel Crespi. Dirección: J. M. Sánchez. Festival Madrid en Danza. Teatro Albéniz, Madrid, 6 de abril.

Bella la voz de Ana Ramón, intensa y empastada, con fuerza en Guitarra, dímelo tú; briosos los muchachos en la Alegría (la letra de Machado impelía lo suyo), y así más detalles coadyuvantes al logro de la pieza, como un excelente vestuario lleno de detalles vernáculos muy evolucionados, y donde, a pesar de su voluntad integradora, se sale de cauce la participación de la cantante de origen africano Tsidi Le Loka, una bella mujer y excelente cantante, pero no engranada con fluidez en la propuesta ecléctica de Pagés, donde sólo aparentemente todo cabe. Y un desastre, como viene siendo habitual, la amplificación del suelo para el taconeo y otros fallos garrafales del sonido.

Hay incluso en este espectáculo una canción maravillosa y electrizante que alude a "las tres edades del hombre" (niño, mozo, viejo, reza la letra), y al final, una versión amable del tema de John Lennon Imagine, hoy casi un himno para ecologistas y pacifistas de los más diversos cuños. El público se puso en pie y se unió a ese coro de canciones conocidas. Para Madrid en Danza, que cumple 20 años de andadura, ha sido un buen empezar.

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