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Columna
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Marbella

A propósito de la Operación Ballena Blanca contra el blanqueo de dinero negro, ha dicho el presidente de la Junta de Andalucía algo que va a misa: que el descontrol urbanístico en Marbella ha propiciado la llegada de las mafias. Nadie duda de que eso es así y sin embargo ahí tenemos por ejemplo al secretario general del PA, Julián Álvarez, diciendo que las palabras de Chaves pueden suponer un descrédito para Marbella y sus habitantes y que no se puede poner en cuestión la gestión del gobierno municipal, aunque, dice Álvarez, se haya dado un caso determinado. Antes, el PP de Marbella había alertado sobre la que ha llamado alarma innecesaria, y ha llegado a hablar incluso de intervención desproporcionada. Que sus votantes los perdonen. Los habitantes de Marbella, andaluces de bien, nacidos o residentes, hace tiempo que empezaron a ver cómo las playas que fueron suyas y el maravilloso pueblo que habitaban, uno de los más hermosos de Andalucía, antes de todos los desastres, les iban siendo arrebatados, por todo tipo de llegados al son de la facilidad de delinquir que se iba instalando, al amparo de políticas delirantes, de llegados a la vida pública en libertad con cargos.

Ahora, lo que andaba en boca de todos, lo que sospechaban todos, se ha visto. Se ha destapado un cubo de basura y se ha visto el fondo de un vertedero en el que se acumulan vergüenzas y ambiciones indecentes. La Operación Ballena Blanca debe dar la medida exacta del tamaño que sugiere, debe llegar al fondo, debe ser, por fin, la satisfacción que se le debe a todos los ciudadanos decentes de ese lugar necesitado de racionalidad y limpieza, que sobra el ruido del oportunismo de tanto político desocupado, porque tienen que estar desocupados para entretenerse en tonterías, que llegan al pequeño delirio de protestar en el nombre de Marbella, del buen nombre, dicen, de Marbella. Es en lo que estamos, por fin con jueces y policías en estado de verdadero y limpio servicio público, en salvar el nombre de Marbella de la actualidad tremenda que sufría desde hace mucho tiempo, contada a medias, dicha en voz baja, sospechada y no desenmascarada durante tanto tiempo. Ya era hora de que se empezara y si, como dice el fiscal general del Estado, esto no es más que la punta del iceberg, por favor que sigan. Los ciudadanos de Marbella necesitan recuperar su pueblo.

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