'Moolaadé', un alegato africano contra la ablación
La protagonista, Fatoumata Coulibaly, lleva 15 años luchando contra las mutilaciones
Una cinta atraviesa el umbral de la puerta de una casa. Simboliza el moolaadé, o ancestral derecho de asilo en lengua pulaar. Esta poderosa palabra, cargada de un valor jurídico y portadora de presagios, da título a la última película de Ousmane Sembene, que se estrenará en España el 19 de marzo y que fue premiada en el Festival de Cannes en 2001. En ella, el reconocido cineasta senegalés construye un retrato de la sociedad africana rural y un devastador alegato contra la ablación.
Fatoumata Coulibaly, estrella de la radio y la televisión de Malí, da vida en la película a la valiente Collé Ardo, que acoge en la casa, que comparte con las otras dos mujeres de su esposo, a cuatro niñas que huyen aterrorizadas del ritual de la ablación. Buscan su protección porque saben que hace años ella impidió que su hija se sometiera a este "rito de purificación". Ella es quien apela al moolaadé para salvarlas.
"No basta con una ley, hay que hacer comprender a la gente que esto debe acabar"
"Hay que denunciar y hablar porque se trata de una cuestión de vida o muerte"
Tocada con un bello turbante y vestida con túnica bordada, Coulibaly, que encabeza los movimientos de lucha contra la mutilación femenina en su país, presentó ayer la película en Madrid. "El silencio es la postura que adoptan algunas mujeres en la película y en la vida real. Sin duda, se trata de una forma de permisión. En este combate hay que denunciar y hablar porque se trata de una cuestión de vida o muerte".
Nacida en la capital, Bamako, y perteneciente a la etnia bambara, esta mujer de 44 años sufrió la ablación a los seis años. Su propia hija también la padeció - "yo era joven y el padre de la niña estaba en París; decidieron los abuelos"-. Hace 15 años empezó a luchar en contra de esta brutal práctica firmemente arraigada en la tradición africana y extendida en cerca de 25 países del continente. "La lucha no partió de mí misma o de mi propia experiencia. Yo no he tenido problemas, ni siquiera en los partos. Las niñas que fueron mutiladas conmigo tampoco los tuvieron". Sin embargo, en su infancia conoció casos de niñas que murieron desangradas. La respuesta de su madre y de su abuela siempre fue la misma: "Decían que unas brujas se las llevaron. El interrogante quedó dentro de mí. Seguí preguntando y cuando trabajaba en la radio, poco a poco me fui enterando".
Su creciente popularidad como locutora de radio hizo que la ONG Amstop se fijara en ella y le propusiera colaborar en sus campañas contra la mutilación femenina. "Desde entonces han surgido muchas otras organizaciones que han conseguido que pueblos y aldeas decidan abolir esta práctica. Se trata de 20 pueblos aquí y 10 allá, pero la batalla comienza a ganarse".
Coulibaly señala que la implicación del Estado también ha sido fundamental en esta guerra. "En 1999 se aprobó una ley que prohíbe practicar la ablación en centros de salud y desde 2002 se creó una dirección en el Ministerio de Sanidad, específica para tratar este tema, que dirige una comadrona". A pesar de ello, sabe que queda mucho trabajo por hacer y confía en que Moolaadé contribuya a la causa e influya también en los inmigrantes africanos residentes en Europa, América y Asia. "Es muy importante que la película tenga distribución dentro y fuera del continente y que se organicen debates y conferencias sobre el tema. Entonces dará sus frutos. En África, uno cree lo que oye en la radio o ve en la televisión, y esto se aplica también a aquellos que ya no viven allí. No basta con una ley, hay que hacer entender a la gente que esto se debe acabar".
La película, rodada en un pequeño pueblo de Burkina Faso, recoge el color y la vida cotidiana en el ambiente rural y se hace eco de la masiva emigración. "El director quiso mostrar que en cualquier pueblo, en cualquier familia, hay alguien que viaja y mantiene al resto. Los que se quedan compran a crédito como si el dinero se fabricara fuera. En Moolaadé, este personaje representa la mentalidad del emigrante. La idea del modernismo frente a la tradición que también está en el Mercenario, un soldado de la ONU retirado".
El guión -que Coulibaly recibió unas semanas antes de comenzar el rodaje- muestra las distintas posturas que las mujeres adoptan frente a la ablación y el distinto papel que juegan en función del lugar que ocupen en la escala matrimonial. "La primera mujer en el hogar africano se convierte en la hermana y consejera del esposo. Debe ser calmada y tranquila. La segunda y la tercera pueden ser más combativas, pero le deben respeto a la primera, y cuando el hombre falta, es ella quien manda".
Aunque hubiera interpretado a cualquiera de ellas -"soy actriz y sé que puedes hacer llegar el mensaje de muchas maneras"-, el papel de la rebelde segunda esposa es el que más le gusta. "Ella lucha no sólo contra una tradición; también contra el negocio de las extirpadoras".
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