El Supremo de EE UU prohíbe la pena capital para los menores de 18
El tribunal tomó la decisión con el voto de cinco magistrados a favor y cuatro en contra
El Tribunal Supremo de Estados Unidos dio ayer un paso trascendental hacia la abolición de la pena de muerte, al prohibir la aplicación de este castigo a los menores de 18 años. La controvertida decisión fue aprobada por cinco miembros del alto tribunal y fue rechazada por los cuatro restantes magistrados. La sentencia deberá ser aplicada ahora por los 38 Estados del país que aún aplican la pena capital.
Hasta ahora estaba autorizada en EE UU la ejecución de las sentencias de pena de muerte -mediante gas, la silla eléctrica o la inyección letal- contra criminales mayores de 15 años de edad. Esta situación estaba vigente desde 1988. Con la decisión de ayer del Supremo estadounidense se eleva ese límite, de manera que supone una conmutación de condena para las 72 personas que se encuentran en este momento en el corredor de la muerte y que cometieron sus crímenes cuando tenían entre 16 y 18 años de edad.
El Estado de Tejas, del que es original el actual presidente de EE UU, George Bush, es el que realiza el mayor número de ejecuciones capitales, junto a los de Arizona, Florida y Nevada. En total, 38 Estados del país mantienen en vigor este castigo, aunque son 19 los Estados que condenan a reclusos con menos de 18 años de edad. Entre los individuos que se encuentran en el corredor de la muerte y que escaparían de la pena capital con la decisión de ayer del Tribunal Supremo, 16 son de origen hispano.
El magistrado Anthony Kennedy, relator del informe sobre el que se basó ayer la controvertida decisión del Supremo, explica que "la inestabilidad y el desequilibrio emocional de los jóvenes pueden ser un factor en sus actos criminales". Además, dijo que la sociedad estadounidense ve a los jóvenes como "menos culpables que la media criminal". Por este motivo, propuso que se prohibiera este tipo de castigo, que calificó de "inconstitucionalmente cruel".
Al voto favorable de Kennedy a la abolición de la pena de muerte para los menores de 18 años de edad se sumaron los de John Stevens, David Souter, Ruth Ginsburg y Stephen Breyer, considerados como los miembros más liberales de Tribunal. En contra votaron el propio presidente, William Rehnquist, y los magistrados Antonin Scalia, Clarence Thomas y Sandra O'Connor, al rechazar que el Supremo se proclame como "único árbitro de los principios morales" de EE UU.
Según el magistrado Scalia, el fallo puede ser utilizado ahora para que la pena de muerte sea aceptada en términos generales. Sin embargo, los que se oponen a la pena de muerte, como Amnistía Internacional, calificaron la decisión de ayer como una gran victoria, que se sumaría a la que ya obtuvieran en 2002, cuando se prohibió este castigo "cruel" a los criminales que tuvieran algún tipo de retraso mental, de acuerdo con la octava enmienda de la Constitución.
Corredor de la muerte
En cualquier caso, como señala el magistrado Kennedy, la ejecución de menores de edad no es una práctica a la que recurran con frecuencia los tribunales estadounidenses, por su crueldad y rechazo social. El Supremo volvió a instaurar la pena de muerte en 1976, aunque dejó libertad a los Estados para que decidieran si iban a implantarla. Se calcula que en la actualidad hay unos 3.400 reclusos en el corredor de la muerte.
Amnistía Internacional espera que la abolición de la pena de muerte para los menores de 18 años sea un paso determinante hacia la eliminación total de este castigo en EE UU. Pero no es el único país del mundo que ejecuta a los criminales y que, según la propia Unión Europea, viola los derechos humanos. China, Irán, Pakistán y Arabia Saudí se encuentran entre los países que aplican esta pena a menores de edad.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.