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SIGNOS

Gracia Morales indaga en el amor urbano con sus poemas

A pesar de ser más conocida por sus textos dramáticos que por sus poemas, Gracia Morales (Motril, 1973) logró el pasado año el I Premio de Poesía Javier Egea con un poemario titulado De puertas para adentro, publicado en la Colección Granada Literaria. Estructurado en dos partes, el libro nos presenta una serie de poemas de tono realista y un marcado carácter urbano en el que la ciudad, sin quererlo, se convierte en un desorden absoluto, cómplice del dolor y obstáculo de la felicidad.

La primera parte, titulada El amor, la constituyen 11 poemas que aparecen como capítulos de una misma historia. Su argumento discurre desde la plenitud del sentimiento amoroso y la sexualidad que deja a los amantes "cansados y limpios, / casi culpables por esta felicidad / en medio del desorden". Pero esta primera entrega evoluciona hacia la nostalgia. Del amor consumado al amor perdido, abarcando así una definición propia de sus dos facetas. "Cuando el amor se acaba / de nada sirve el haber practicado / muchas veces antes el olvido".

Su autora cree que "cada época vive de una forma distinta el tema del amor y merece la pena no renunciar a él, además se ha escrito mucho sobre el desamor pero no se ha escrito tanto sobre la rutina del amor, sobre el día a día".

Relación familiar

En la segunda parte del libro Morales se adentra en su relación familiar, conjugando sus recuerdos de la infancia con una certeza que a sus años comienza a recorrerla, la posible pérdida de sus padres. Poemas como Otra infancia, Películas tristes o Sin aviso sobreviven precisamente por su sinceridad extrema. Son poemas abiertos, discursos interiores que se transforman en la evidencia del paso del tiempo, en el temor de la muerte y en la incertidumbre. "Puede ocurrir cualquier día: / septiembre, mayo o domingo. / Siempre sin aviso".

El poemario concluye con una pequeña serie de poemas titulada desconciertos, en los que de nuevo el paso del tiempo aparece como protagonista, pero esta vez no se trata del tiempo de los otros, del tiempo que se presenta en los cuerpos de los seres amados, sino del tiempo propio, el que sacude los espejos como buscando aire, como asfixiado en su anonimato.

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Autora de otros dos poemarios: Manual de corte y confección (Maillot amarillo) y Ocho poemas para andar por casa (Cuadernos del Vigía), Morales obtuvo en 2000 el premio Marqués de Bradomín por una obra de teatro titulada Quince peldaños, y en 2003 el premio Romeo Esteo por Un lugar privilegiado. En su opinión, su relación con dos géneros tan distintos se sustenta en que "los dos forman parte" de su forma de comunicarse "con el exterior y se convierten, hasta cierto punto, en complementarios".

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