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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Minimalismo

Madrid, cada vez más apartada del mundo, que no tuvo ocasión de recibir la importante exposición sobre la obra de Donald Judd (Misuri, 1928-Nueva York, 1994) que Nicholas Serota montó el año pasado, y que ha recorrido Londres, Düsseldorf y Basilea, tiene ahora la oportunidad de contemplar siete obras de este artista en una galería comercial, un número muy superior al que reúnen todos los museos públicos españoles juntos. Comienzo con este comentario porque no hay museo de arte contemporáneo de un país occidental que no posea y exhiba una o varias obras de Donald Judd, artista que se ha convertido en un tópico del minimalismo posmodernista. Y es un tópico con toda justicia, ya que se trata de uno de esos raros artistas que ha dedicado tiempo y esfuerzo a la teoría, publicando artículos que han resultado ser esenciales en los años sesenta y setenta, realizando, además, una obra plástica que no sólo ha sido perfectamente coherente con sus postulados teóricos sino que posee una gran calidad intrínseca, lo cual es, realmente, poco frecuente.

DONALD JUDD

Galería Elvira González

General Castaños, 3. Madrid

Hasta el 12 de marzo

Las obras que ahora se exhiben en Madrid no están, como es lógico, entre las más carismáticas del artista pero son lo suficientemente variadas en cuanto a sus formas, concepción y materiales como para ser una representación que permite comprender algunos de los temas fundamentales sobre los que teorizó y trabajó, así como para comprobar la delicada elegancia que encierran en su simplicidad. Interesado por apartar a la obra contemporánea de la tradición clásica, que para él representa el mundo europeo, buscó en la repetición y en la seriación de elementos que se suceden o instalan "unos a continuación de otros" una manera de distanciarse de los procedimientos de composición académica, tales como la simetría o las relaciones entre las partes de una obra.

Intentando apartarse de los excesos gestuales del expresionismo abstracto, realizó unas obras que pretenden el máximo grado de objetividad recurriendo a la frialdad de los materiales industriales, con los que construye, con procedimientos muy mecanizados, formas de una geometría primaria que no pretenden representar nada, sino mostrarse a sí mismos como objetos que ni representan, ni imitan, ni sustituyen a otros, negando así cualquier posibilidad alegórica. Sus argumentaciones teóricas y la contundente presencia física de sus obras han convertido a Donald Judd en el profeta de una corriente estética que, sin llegar a ser un movimiento, ha llegado a ser un estilo, el minimalismo.

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