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Reportaje:

"Pagar no es la solución"

Los vecinos, escépticos con la norma que obligará a pagar por aparcar en el centro Barcelona

Como con el fútbol televisado o las bolsas de plástico en algunos supermercados, los barceloneses tendrán que acostumbrarse a pagar por aparcar. El cobro se implantará en Ciutat Vella y el Eixample el 2 de mayo y en Sants-Montjuïc, Les Corts, Sarrià-Sant Gervasi, Gràcia y Horta-Guinardó en octubre. Es el área verde, nombre elegido por el Ayuntamiento para un proyecto que pretende ordenar el espacio público y reducir el tráfico. Algunos vecinos matizan sus críticas al cobro. Otros no matizan nada.

El entusiasmo lo personifica Cosme Saló, de la Asociación de Vecinos de la Esquerra de l'Eixample. "Le irá bien al barrio. Quizá un euro a la semana es mucho, pero hay gente con mucha cara". Saló asegura no haber recibido quejas, "en general", de los vecinos. Los residentes pagarán 20 céntimos por día y un euro semanal. Los foráneos, 2,75 euros por hora. El pago se extiende a los días laborables, y de 8.00 a 20.00.

La medida afectará más al comercio de lujo que al tradicional del Eixample

El extremo beligerante lo ocupa la Asociación de Vecinos del Raval, que niega toda virtud al área verde. "Pagar no es la solución. La gente seguirá viniendo en coche y no hará que los vecinos encontremos aparcamiento. Es sólo una forma de ganar dinero", asegura Santiago Rodríguez, su vicepresidente. "El barrio está indignado", remacha. La entidad vecinal de Fort Pienc, en la derecha del Eixample, abunda en la voracidad recaudatoria del Ayuntamiento. Mejorar los servicios públicos u ordenar las zonas de carga y descarga deberían ser empresas previas al cobro por aparcar, opina la representante de esta asociación, Gisela Boronat. "Si para llegar tienes que coger un metro y dos autobuses, seguirás con el coche, aunque tengas que pagar. Cobrar por aparcar no es lógico". Boronat no entiende otro fundamento de la normativa: la recogida de vehículos abandonados o en venta anclados en la vía pública. "¿Y el Ayuntamiento no lo puede hacer ahora?".

Además de las 10.380 plazas de área verde, Ciutat Vella y el Eixample conservarán las 5.354 de zona azul. Su precio oscila entre 50 y 75 céntimos menos que las anteriores, lo que cambiará los usos: la zona azul, a la que antes se recurría sólo después de búsquedas infructuosas, será la más solicitada. El Gremio de Garajes de Barcelona, que agrupa al 80% del sector, contabiliza 43.433 plazas repartidas entre 268 centros. Los de titularidad pública cobran 2,25 euros por hora. Sólo algunos privados son más caros que el área verde. El presidente del gremio, José María Torres, cree que la medida "perjudicará a los garajes por rotación y beneficiará a los de abonados". La ocupación de los primeros en el Eixample ronda el 75% entre semana, con suaves repuntes en sábado y caídas en picado los domingos, afirma. El balance final dependerá de si sus precios más baratos y la mayor seguridad que ofrecen compensará las políticas disuasorias municipales contra el vehículo privado.

Los comerciantes discuten la repercusión. "Casi tres euros es mucho, pero no creo que nos afecte demasiado porque la mayoría de nuestros clientes son turistas o gente del barrio, que no utilizan el coche", sostiene Mari Carmen Izquierdo, presidenta de los comerciantes de la Dreta de l'Eixample. "Perjudica sobre todo al comercio de alto nivel", afirma Antoni Torrents, presidente de la Asociación Amigos del Passeig de Gràcia, que agrupa a unos 150 comercios, casi todos de lujo. "Los comerciantes cada vez tenemos más gastos", afirma.

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Francesc Robusté, catedrático de Transportes de la Escuela de Caminos de la Universidad Politécnica de Cataluña dice que "regular la movilidad a través de tarifas es consecuente con la gestión de recursos escasos habitual del Ayuntamiento". Hay otros métodos menos lesivos para el bolsillo del contribuyente, como los de rotación vigentes en Estados Unidos: las ciudades se dividen en círculos concéntricos, y el tiempo en que se permite estacionar disminuye conforme se acercan al centro.

En opinión de Robusté, entre varios modelos de eficacia similar, el Ayuntamiento "ha elegido el que más le conviene, con el que va a recaudar más". "Cualquier tarifa fijada, por pequeña que sea, supone muchos ingresos", sostiene. "Hay sistemas más justos; por ejemplo, los que cobran menos en las horas que no son punta".

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