El maremoto golpea al presidente de Indonesia
Susilo Bambang Yudhoyono recibe duras críticas por su gestión de la catástrofe, de la que se cumple hoy un mes
La catástrofe que ha acabado con la vida de más de 228.000 personas (entre muertos y desaparecidos) en Indonesia, según las cifras divulgadas ayer por el Gobierno de Yakarta, y de la que hoy se cumple un mes, ha puesto a Susilo Bambang Yudhoyono en una difícil tesitura política tan sólo cuatro meses después de ganar las primeras elecciones presidenciales de la historia del país. El tsunami ha sacado a relucir la debilidad del liderazgo de Yudhoyono, que el pasado septiembre fue capaz de capitalizar el desencanto de la población con su predecesora, Megawati Sukarnoputri, pero que no cuenta con el apoyo de ningún gran partido.
El ex general se enfrenta, por un lado, a las demandas de la comunidad internacional, que se ha volcado para ayudar a las víctimas de la tragedia y que pide seguir participando en los trabajos de asistencia en la provincia independentista de Aceh, y, por otro, al sector duro de su Gobierno, encabezado por el vicepresidente Yusuf Kalla, líder del poderoso partido Golkar, y al Ejército, que no ven con buenos ojos la presencia de militares y organizaciones extranjeras en Aceh. La provincia indonesia ha estado cerrada a los extranjeros desde mayo de 2003, fecha en la que Yakarta puso fin a una tregua de seis meses con la guerrilla independentista del GAM (Movimiento por un Aceh Libre).
"Ahora Aceh depende totalmente del resto del país, lo quieran o no", dice una analista
Tropas extranjeras
"El tsunami ha puesto a Indonesia en el mapa. Muchos países han prestado su apoyo, y la sociedad indonesia está muy agradecida, pero es lógico que haya un cierto nerviosismo por la presencia de tropas extranjeras, porque Indonesia nunca ha formado parte de una coalición militar internacional y porque ha sido siempre un país extremadamente nacionalista", apunta Dewi Fortuna Anwar, analista política del Habibie Center de Yakarta. "La debilidad del Gobierno ha salido a flote con la catástrofe", sostiene un diplomático occidental en la capital indonesia. "Las declaraciones de Yakarta, a favor primero de la retirada de tropas y organizaciones extranjeras en el plazo de dos meses, y luego en contra, no son más que una muestra de las tensiones existentes en el Ejecutivo. De cómo se resuelvan dependerá el papel de la comunidad internacional en Indonesia", añade.
La gestión de la catástrofe será clave en las relaciones entre la democracia con el mayor número de musulmanes del mundo (230 millones de habitantes, de los que el 85% de ellos profesan el islam) y EE UU, que ha visto en el maremoto una "oportunidad para mostrar al mundo musulmán la generosidad estadounidense" en Aceh, el bastión islamista de Indonesia, como señaló el secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, en Yakarta. Tras desplegar más de 15.000 soldados en la isla de Sumatra, Washington ha visto, sin embargo, reducido su potencial de actuación al transporte de ayuda humanitaria con helicópteros a las zonas que han quedado aisladas por el deterioro de las carreteras, ante las restricciones del Ejército.
Yudhoyono, que aspira a convertir a su país en un aliado privilegiado de Washington, debe aún convencer a su opinión pública de la idoneidad de la alianza. El ex general, que supuso una esperanza para el cambio con promesas de transparencia y reformas económicas, se juega en la gestión de esta catástrofe no sólo la credibilidad del nuevo Gobierno ante las potencias occidentales que ahora miran a Indonesia, sino también ante su propio electorado. "Es el primer gran examen para el presidente, y de cómo lo maneje, dependerá su liderazgo", asegura Anwar. El ex general supo reaccionar a tiempo y se presentó en Aceh mucho antes de conocerse la gigantesca magnitud de la tragedia. Desde entonces, él y varios miembros de su Gabinete han visitado la provincia independentista varias veces, la última el pasado viernes. Pero más allá de las visitas, el Gobierno está prácticamente ausente en el norte de Sumatra, donde ha cedido de facto el control de la catástrofe al Ejército, que ha gobernado la provincia bajo la ley marcial desde mayo de 2003 hasta principios de 2004, fecha en la que se decretó el estado de emergencia civil, ahora prorrogado.
El examen adicional lo constituirá la evolución del conflicto independentista, que dura ya casi 30 años y que tras el maremoto ha visto renacer las posibilidades de alcanzar una solución pacífica. Wiryono Sastrohandoyono, representante del Gobierno en la última ronda de negociaciones con el GAM, opinó esta semana en declaraciones recogidas por The Jakarta Post, el periódico más influyente de habla inglesa, que la posibilidad de alcanzar un acuerdo de paz está más cerca que nunca, después de conocerse que la guerrilla y el Ejército se sentarán a negociar la semana próxima en Helsinki. Como él, son muchos los analistas que sostienen que el maremoto podría haber producido un efecto catártico en este conflicto enquistado y que el alto el fuego proclamado por ambos bandos tras el tsunami, más la aparente disposición a negociar, auguran lo que podría ser una nueva era en la provincia independentista rica en gas y petróleo. "El 95% del PIB de Aceh se ha visto afectado por el tsunami. Ahora la provincia es totalmente dependiente del resto del país y de la comunidad internacional, lo quieran o no", indica Anwar. Pero el maremoto también ha puesto de manifiesto las diferencias estratégicas para hacer frente a los rebeldes del GAM entre Yudhoyono, que en 2002, como ministro de Interior, convenció a Yakarta para que firmase un alto el fuego con los rebeldes y Kalla, hombre del general Suharto (cuyo régimen autoritario se mantuvo hasta 1998), apoyado por el Ejército. Mientras que el presidente defiende el diálogo con los insurgentes y ha impulsado las negociaciones de Finlandia, el Ejército indonesio, reforzado desde Yakarta tras el tsunami, prosigue las campañas militares en Aceh, que se han cobrado la vida de 200 rebeldes en las últimas cuatro semanas, según anunciaron el pasado domingo las autoridades militares indonesias.
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