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LA SITUACIÓN EN EL PAÍS VASCO

El Gobierno espera otro comunicado de ETA que anuncie el cese de la violencia

El Ejecutivo confía en que se abra un proceso sin vuelta atrás tras los fracasos de Argel y Zúrich

El Gobierno, tras la intervención del presidente José Luis Rodríguez Zapatero el sábado en San Sebastián, en la que reclamó a ETA el cese de la violencia antes de "escuchar" a Batasuna, espera un nuevo comunicado de la banda en el que anuncie el cese del terrorismo. "Sólo esperamos una carta de ETA en la que nos diga dónde y cuándo entrega las armas y abandona el terrorismo", dijo ayer el ministro de Administraciones Públicas, Jordi Sevilla, en San Sebastián, donde clausuró la convención municipal del PSOE, que la víspera abrió Zapatero.

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El comunicado que ETA hizo público la madrugada del domingo no respondía a la propuesta de Zapatero, sino a la oferta que Batasuna hizo el pasado 14 de noviembre en el Velódromo Anoeta de San Sebastián, que la banda ratificó. En ella, Batasuna proponía para solucionar el "conflicto vasco" un doble diálogo entre el Gobierno central y ETA, por un lado, y entre todos los partidos vascos, incluido Batasuna, por otro.

Por tanto, el Ejecutivo está a la espera de un nuevo comunicado en el que ETA anuncie el cese del terrorismo para dar credibilidad a la expectativa de paz que ha generado Batasuna con la carta que su portavoz, Arnaldo Otegi, hizo pública el viernes, en la que abogaba por la apertura de un diálogo en el que participen todas las fuerzas, nacionalistas y no nacionalistas.

El Gobierno socialista confía en este proceso porque supera los problemas que se plantearon en las dos tentativas anteriores de paz, en las que participó el Ejecutivo y que se saldaron con sendos fracasos: las conversaciones de Argel (Argelia), en 1989, con Felipe González de presidente, y las de Zúrich (Suiza), en 1999, con José María Aznar.

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En ambas ocasiones, las conversaciones fracasaron porque ETA exigió una negociación política al Gobierno, que en ninguno de los dos casos pudo aceptar porque "la paz no puede tener un precio político" y acceder a esa negociación alentaría el chantaje al Estado.

Sin embargo, en esta ocasión, y por vez primera, ETA ha accedido a no ser el interlocutor político, y cede a Batasuna el papel de encontrar una salida política con el resto de los partidos vascos sin exclusiones. El sábado, Zapatero asumió en San Sebastián la creación de una mesa política de partidos, sin exclusiones, una vez rechazado el plan Ibarretxe. El papel de la banda se limitaría a encontrar con el Ejecutivo socialista una solución para sus presos, una vez que haya anunciado el cese de su actividad y entregue las armas.

Asimismo, la debilidad de ETA, reconocida por su antigua dirección, ahora encarcelada, en la carta, conocida en octubre, en la que admitía su derrota militar, permite abrigar al Gobierno la esperanza de que este proceso puede ser definitivo para la paz. El refrendo que Josu Ternera, considerado jefe de ETA, expresó en la carta leída por Otegi en el Parlamento vasco, el 30 de diciembre, reforzaría la consistencia de este proceso, según fuentes socialistas.

Tradicionalmente, el Aberri Eguna (Día de la Patria Vasca), el domingo de Resurrección, que se celebra dentro de dos meses, ha sido una fecha propicia para anuncios de gran calado político del mundo nacionalista. No obstante, en medios de la izquierda abertzale no se descarta que, incluso, ETA diera a conocer su cese antes de esa fecha si el proceso sigue su curso.

Algunos miembros del Gobierno son menos optimistas. El ministro de Defensa, José Bono, se mostró ayer "extraordinariamente prudente" con la iniciativa de Batasuna, de la que dijo, en declaraciones a la cadena Ser, que "parece ser que no es una carta bomba, que acostumbran a enviar, pero puede ser una carta trampa".

La desaparición de la violencia propiciaría el levantamiento de la ilegalización de Batasuna en 2002 por aplicación de la Ley de Partidos. No obstante, los medios consultados estiman que es difícil que desde estas fechas hasta las elecciones autonómicas vascas, que se celebrarán en primavera, pueda acreditarse un final definitivo de la violencia que permita la participación electoral de la izquierda abertzale. Entre sus filas, se da como más probable una apuesta a medio plazo por la presentación en las elecciones municipales de 2007.

En todo caso, el mensaje que Batasuna quiere enviar a su electorado, con este cambio de estrategia, es el mantenimiento de su espacio político, y evitar el trasvase de votos que perseguía la coalición PNV-EA con el plan Ibarretxe. Ello significa el entierro del Pacto de Lizarra o frente nacionalista vigente desde 1998, según señalan fuentes socialistas. En este sentido, el giro estratégico de Batasuna ha descolocado al lehendakari, Juan José Ibarretxe, al PNV y a EA. Por ello, no puede descartarse que Batasuna presente para estas elecciones vascas listas integradas por simpatizantes suyos, pero sin antecedentes que permitan a los tribunales impugnarlas.

Paralelamente, Zapatero mantendrá un contacto permanente con el líder de la oposición, Mariano Rajoy, y con el lehendakari, para informarles de la marcha de este proceso. El Gobierno confía en Rajoy, al que Zapatero informó el viernes de sus planes durante su entrevista en La Moncloa, pero teme las presiones que pueda sufrir desde los sectores más radicales del PP. "Pido a Mariano Rajoy que mantenga el ataque de sensatez que demostró el viernes en la reunión que mantuvo con el presidente, y resista a las presiones de esa derecha antigua que tiene instalada en su partido", dijo ayer el ministro Jordi Sevilla.

Zapatero quiere también que las víctimas del terrorismo no estén ajenas al proceso. El sábado, en San Sebastián, aseguró, refiriéndose a las víctimas: "Llevo sus mensajes cada día en mi cabeza y en mi piel. Y llevo ante todo una idea que me han repetido todas las familias de las víctimas, que les honra y nos dignifica a todos: que esto no le vuelva a pasar nadie. Ése es mi gran objetivo colectivo".

Jordi Sevilla (en el centro, con corbata), ayer en el Kursaal de San Sebastián.
Jordi Sevilla (en el centro, con corbata), ayer en el Kursaal de San Sebastián.JAVIER HERNÁNDEZ

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