La venta liosa de Corsán-Corviam
Ofertas fuera de plazo de San José y Somersen y retirada como réplica de 3i, Dinamia y MCH
Familias y socios a la greña, procesos de venta plagados de irregularidades, pretendientes de última hora y retirada de ofertas de compra realizadas en plazo como réplica a una falta de seriedad. Corsán-Corviam, la novena constructora española, está sumida en una singular almoneda en la que no todos sus propietarios quieren vender ni tampoco todos quienes pujan por ella desean adquirirla.
El proceso de venta-subasta de Corsán-Corviam, la novena constructora española, está resultando una parodia del cinematográfico y famoso camarote de los hermanos Marx. En él cabe todo y los pretendientes a hacerse con la constructora entran y salen del proceso a su capricho.
Las familias Corsini, Bernal, Cavestany, López Bosch, Rey y Gálvez, y empresarios como Luis Delso y Mesonero Romanos juegan esta partida
Corsán-Corviam, que debería estar a estas alturas adjudicada a un comprador según el proceso y el calendario inicialmente previsto, es el resultado de la fusión en 2000 de dos constructoras medianas de propiedad familiar. Ambas empresas languidecían y tenían el futuro muy crudo ante el imparable proceso de concentración que vive su sector desde hace lustros.
Algunos de sus dueños, segundas y terceras generaciones de las familias propietarias, tampoco estaban implicados en su gestión ni tenían intención de implicarse. De ahí que para resolver sus diferencias internas y para evitar un previsible naufragio de sus constructoras decidiesen fusionarlas y fichar a un ejecutivo externo con experiencia y éxito contrastado en su sector. Carlos Puente, proveniente de la alta dirección de Ferrovial y Ferrovial-Agromán, fue contratado como consejero delegado para impulsar y liderar la fusión de Corsán y Corviam.
El nuevo grupo, que ha enderezado en estos años sus cuentas, cerró 2003 con una cifra de negocio consolidada de 655 millones de euros, un resultado neto de 24 millones y una cartera de pedidos de las actividades de construcción y fabricación a 31 de diciembre de 1.067 millones de euros. Su actividad está distribuida entre edificación residencial (33%), edificación no residencial (18%), rehabilitación y mantenimiento de edificios (25%) y obra civil (24%).
Los mejores resultados económicos, sin embargo, no han logrado desterrar las diferencias en el Consejo de Administración entre los distintos dueños: las familias Corsini (primos del anterior presidente de Renfe), López Bosch, Cavestany y Bernal. Varios de estos accionistas, que controlan en conjunto algo más de la mitad del capital de Corsán-Corviam, decidieron zanjar estas diferencias con sus socios buscando un comprador para sus participaciones.
El conflicto entre los socios era conocido en el sector y al final del primer semestre Ploder, una constructora propiedad de la familia Gálvez y algo más pequeña que Corsán-Corviam, presentó una oferta de compra en firme que en principio fue rechazada. Julio Cavestany, presidente de Corsán-Corviam, dijo que esta empresa no estaba en venta.
Socios a la greña
Lo cierto es que los socios que desean vender y los gestores profesionales buscaron una salida a un conflicto que amenazaba la gobernabilidad y los resultados de la constructora. Consultaron a expertos en este tipo de operaciones y pusieron en marcha un proceso, en principio serio, de venta-subasta al que invitaron a participar a distintos grupos e inversores.
Entre los candidatos, cuyas ofertas firmes debían presentarse antes del 24 de julio, se personaron Ploder, la también constructora Altec, Isolux y una alianza de tres sociedades de capital riesgo (la británica 3i, Nmás1 con la sociedad Dinamia y MCH) con un proyecto de asociación y apoyo al actual equipo gestor de Carlos Puente. Una oferta, esta última, elaborada con el asesoramiento jurídico del despacho Uría & Menéndez y el asesoramiento económico de Alpha Corporate.
Dentro del calendario fijado para la venta, los socios de Corsán-Corviam debían seleccionar antes del 4 de agosto entre las ofertas recibidas cuáles pasaban a la siguiente fase de adjudicación en las que se les facilitan datos de la empresa en venta y se terminan de perfilar las ofertas y su financiación. En principio, superaron la selección de agosto las ofertas de las dos constructoras (Altec y Ploder) y la de las citadas sociedades de capital riesgo.
Y surgió la primera sorpresa, Isolux dijo que se había confundido al presentar su oferta de julio, la elevó en 80 millones de euros y, ante el pasmo de los otros candidatos, se le dio luz verde también para seguir en el proceso de adjudicación. La capacidad financiera de Isolux, compañía presidida por Luis Delso y bien conocida por alguno de los citados fondos de capital riesgo que participó hasta hace poco tiempo en su capital, y su propia actividad diferenciada de la construcción -es un empresa de montajes industriales- incrementan la perplejidad de quienes siguen este proceso.
Pero las sorpresas no acaban ahí. Se incumplen los plazos y se da entrada a nuevas ofertas de compra, como la del Grupo San José, propiedad de la familia gallega Rey, y la de la andaluza Somersen, propiedad de Bernardo Martín, cuando según el calendario Corsán-Corviam debería ya haber estado adjudicada. Alguna de las familias de esta última constructora, reacias a salir de ella, podría no ser ajena a la gestación y presentación de estas ofertas fuera de plazo y un tanto improvisadas, señalan medios del sector.
El grupo San José, en concreto, presentó en los primeros días de noviembre, apenas unas semanas después de la incorporación a dicha compañía del financiero Guillermo Mesonero Romanos, una oferta de 320 millones de euros por Corsán-Corviam. Y los accionistas de ésta han aceptado tomarla en consideración. Las cifras conjuntas del grupo comprador y del grupo vendedor alumbrarían la séptima constructora española, con una facturación de unos 1.500 millones y un beneficio neto atribuido de 55 millones.
La paciencia tiene límites
La guinda de tan singular proceso de venta la ha puesto esta misma semana una inmobiliaria andaluza, Somersen, que dice que cuenta con financiación de varias cajas de ahorro y que ha ofrecido 350 millones por Corsán-Corviam.
Entretanto, las tres citadas sociedades de capital riesgo, que según dicen han preparado una oferta seria y han invertido en ello mucho tiempo y dinero, y que han cumplido estrictamente con los requisitos y los plazos iniciales del proceso de adjudicación, se han cansado de tanta informalidad. Dieron un ultimátum a Corsán-Corviam, que concluyó el lunes, para que cumpliese sus propias reglas de juego en relación a su venta. En caso contrario darían por retirada su oferta. Y eso han hecho, aunque medios del sector sospechan que finalmente, cuando los gestores de Corsán-Corviam consideren la seriedad y las bases financieras de otras ofertas, acabarán pidiendo a 3i, Dinamia y MCH que reconsideren su retirada.
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