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LA DEFENSORA DEL LECTOR
Columna
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Feliz, y exigente, 10.000

El pasado 18 de octubre, EL PAÍS salía a la calle con su número 10.000, y para celebrar el "cumplenúmeros", si me permiten la licencia, publicaba un suplemento especial con una inquietante portada del pintor mallorquín Miquel Barceló. En él se transitaba por los 28 años largos de andadura de este periódico, con sus historias, recuerdos y sueños, al tiempo que por los desafíos de un rompedor siglo XXI.

La mayoría de sus 530.000 ejemplares desaparecieron pronto de los quioscos y de la recepción del periódico, donde muchos lectores quisieron asegurarse el ejemplar. Digo esto porque da una idea de su acogida. Pero ni siquiera en esta ocasión han faltado las críticas de los lectores. Quizá porque, como decía el propio director del periódico, Jesús Ceberio, en el artículo que abría el número, nuestra relación con los dos millones de personas que nos leen a diario "es una relación no exenta de discrepancias y aun de enfados". Ceberio confesaba también a Canal +, con motivo del acontecimiento, que, con el paso de los años, nuestros lectores se habían vuelto más exigentes y menos fieles a una sola cabecera.

No cabe duda, nuestros lectores son exigentes. Y están en su derecho. Por eso, ni en las fiestas y aniversarios dejan de tirarnos de las orejas, y no sólo para felicitarnos... Aunque, todo hay que decirlo, algunos nos felicitan al tiempo que nos critican. Es el caso de Francisco Aracil, que, tras los elogios, protesta por la crónica de Jesús Ruiz Mantilla, 24 horas de vida en papel: "En la página 242, una tal Begoña -conductora de una furgoneta de distribución- dice: 'me planto de Madrid a Burgos en dos horas con la carga'. ¿Y la Guardia Civil? 'Te paran, sí, pero para pedirte la prensa, les das un ejemplar y arreglao: es el impuesto'. Me parece vergonzoso que publiquen esa bravuconada y que denigren a la Guardia Civil, que hace la vista gorda por un diario. Resultará gracioso, pero poco ejemplar". Una queja similar esgrime Enrique Fresno Ballesteros, de Villalba (Madrid): "Es vergonzoso jactarse de incumplir las normas de tráfico con la furgoneta de reparto haciendo Madrid-Burgos en dos horas. Ahora que parece que por fin va a haber algo de mano dura en estos temas, al redactor le parece digno elogiar este nefasto comportamiento, encima implicando a la Guardia Civil de Tráfico. ¿Pero quién se va a creer que no te multan por darles un ejemplar de EL PAÍS? Es ridículo"

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Jesús Ruiz Mantilla responde: "En ningún momento se jacta nadie de quebrantar las normas de tráfico. El lector lo ha deducido, pero no lo ha leído. Madrid-Burgos en dos horas es lo habitual. Son 240 kilómetros, sin tráfico, de noche, sale bien como media, más o menos, sin hacer locuras. Y que la Guardia Civil da el alto para 'cobrar el impuesto' de un periódico es muy curioso, ¿o no? Pero no quiere decir que nadie se libre de una multa por eso. Es una broma, un detalle muy humano de lo que debe ser la vida de noche en una carretera y no nada delictivo, ni mucho menos".

Efectivamente, las dos horas del itinerario Madrid-Burgos, aunque rozan los límites permitidos -la Dirección General de Tráfico fija el recorrido por la Autovía A-1 en 2,16 horas, a la velocidad media legal- están dentro de la norma. Otra cosa es la broma del "impuesto". No puede decirse que la frase resulte afortunada.

El mismo lector, que sin duda ha leído cuidadosamente el número, lamenta otras inexactitudes: "En el artículo de Lluís Bassets se dice que el periódico sólo deja de salir dos días al año (Navidad y Sábado Santo). Puede que eso sea en su tierra, Cataluña, pero no en Madrid: aquí tampoco sale en Año Nuevo; luego son tres días. Tenía que haberlo aclarado, lo mismo que ese lenguaje confuso de 'unas pocas huelgas generales, dos según creo'. Además, calcula mal, porque el número 20.000 saldrá a la venta (ojalá lo veamos) en junio de 2032, no en 2031". Fresno sigue con sus "perlas". "En la edición de Andalucía, Orozco confunde ejemplares con lectores: ni un alumno de primera de Periodismo. Serán 248.000 lectores, no ejemplares (ojalá lo fueran)". Tiene razón. Y luego cita la crónica de Juan Cruz, Tenías veinte años... "Le falta Sara García-Calle, la redactora de Madrid que falleció al dar a luz. Olvido lamentable".

Hinchas de El Roto

Lluís Bassets, director adjunto del periódico, lamenta los errores que se colaron en el suplemento, pese a las apariencias, elaborado con más precipitación de lo que hubiera sido de desear. "Lamento especialmente las inexactitudes de mi artículo y pido disculpas a los lectores. No hay explicación para unos errores de contabilización que se deben a una falta de atención y a una edición excesivamente rápida que no permitió localizarlos y corregirlos".

Carlos Peña Moure, de Ourense, señala: "Me entero de que tienen confinado a El Roto en las páginas de algunos cuadernillos regionales, hurtándonos a los lectores de provincias su humor seco y corrosivo. No soy capaz de adivinar las razones de esta discriminación". Tema en el que insiste Pelayo Molinero desde Londres: "Espero que alguna vez los lectores de 'provincias' también puedan enterarse de lo que este humorista nos dice con sus dibujos y textos, pues parece ser que el euro que cuesta el periódico en Burgos vale menos que el que se paga en Madrid o Barcelona".

Y Jordi Roch i Bosch, de Barcelona, presidente de las Juventudes Musicales de España, lamenta, muy cordialmente, que el especial no se haya acordado de la música. "Se habla de política, de economía, de deporte y de temas culturales en general, abordando los avances en arquitectura, novedades literarias, pictóricas y otras muchas. Pero en ningún espacio de esta prestigiosa publicación aparece referencia alguna a temas musicales. Sería bueno subsanar este olvido dedicando un suplemento a tantos eventos ocurridos en este tiempo".

El director de EL PAÍS, Jesús Ceberio, responde a estas cuestiones: "La viñeta de El Roto se publica a diario en las páginas de opinión de los cuadernillos regionales y cada semana en el suplemento Domingo. La dictadura del espacio impone a veces este tipo de soluciones un tanto salomónicas. No podemos agrupar todas las viñetas en tres páginas de opinión. Es fácilmente comprensible que tendría que ser a costa de reducir aún más el espacio de cartas de los lectores, que ya es actualmente demasiado limitado. En cuanto a la música, me temo que no es la única ausente de un suplemento que en términos generales pretendía plantear más los retos del futuro inmediato que rememorar el pasado. Por fuerza teníamos que ser selectivos a la hora de decidir su contenido y seguramente nos faltó sensibilidad para incluir algún artículo referido a la música. Lo lamento por los lectores que hayan podido sentirse decepcionados por ello".

Albert Roca Enrich, de Barcelona, se confiesa "alucinado" tras leer el artículo Rigor e independencia, de Yolanda Monge. "En los últimos tiempos la pérdida de rigor e independencia de El PAÍS está llegando a límites insospechados -faltas graves de ortografía, errores de bulto que lógicamente sólo detecto en aquellas materias que más o menos domino-. Leo las cartas de otros lectores, en el mismo número especial, y veo que no soy el único que se está planteando dejar de comprarlo. Ustedes verán".

Por supuesto que vemos nuestros fallos, y por eso esta Defensora los airea en público casi todas las semanas. Es más, a veces somos los primeros en verlos. En este mismo especial nadie ha protestado, todavía, por ese K. S. Farol, del sumario (pagina 3), donde debería figurar el nombre genuino del conocido especialista en temas del Este K. S. Karol. O porque se dijera que el Estatuto de Andalucía (pagina 82) fuera aprobado el 20 de octubre de 1981 por el artículo 143 de la Constitución, cuando en realidad lo fue por el artículo 151, al igual que las llamadas "nacionalidades históricas".

Algún lector alega que, en esta ocasión, no podemos escudarnos en las prisas para justificar errores: "Han tenido meses para repasar y retocar el número". Pero, y no se enfaden ustedes, eso es no tener ni idea de cómo funciona un periódico. Es obvio que el número 10.000 no era una noticia de última hora. Y sí, hemos tenido más de 28 años para preparar este especial... Pero créanme, si no lo hubiéramos hecho a última hora y con todas las prisas del mundo esto no sería un periódico. Y si tenemos en cuenta que sus 290 páginas son el equivalente a tres periódicos de 96 páginas -unas 170.000 palabras escritas por más de 100 autores-, el resultado final, creo yo, no es para fustigarse.

Los lectores pueden escribir a la Defensora del Lector por carta o correo electrónico (defensora@elpais.es), o telefonearla al número 913 377 836.

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