El último salto de la 'pulga'
El argentino Messi, que llegó al Barça con 13 años y 1,40 metros de estatura, debuta en el Camp Nou de la mano de Ronaldinho, su "hermano mayor"
"Hermano, eso es una locura. La pasada jornada debuté en la Liga con el Barça en el derby contra el Espanyol, el martes pisé el césped de San Siro y el domingo jugué mi primer partido en el Camp Nou. Es muy lindo. Me tengo que pellizcar para creer lo que me está pasando. Todo va muy deprisa". Rodrigo Messi, de 24 años, recibe cada día, el parte diario de su hermano menor, Lionel. No habla y deja que su pulguita, como le llama, descargue sus emociones. "Son también las de toda la familia", recalca orgulloso Rodrigo, que compagina sus estudios de hostelería con su trabajo de cocinero en un restaurante del barrio gótico de Barcelona. Aunque está al corriente de todo, Rodrigo deja que Lionel le relate su caudal de emociones.
Sus padres aceptaron ir a Barcelona a cambio de que el club le pagara un tratamiento para crecer
A sus 17 años, el media punta es el debutante azulgrana más joven en la Liga
Lionel Messi no jugó finalmente en Milán. Pero hace ocho días, en el derby, entró en la historia del Barça al convertirse en el debutante azulgrana más joven en la Liga, con 17 años, tres meses y 22 días -Paulino Alcántara y Haruna Babangida lo hicieron con 15 años en el Campeonato de Cataluña y un amistoso, respectivamente- y el domingo cumplió su sueño de estrenarse en el Camp Nou frente a Osasuna. Y el suyo no fue un estreno cualquiera. La alternativa se la dio nada menos que Ronaldinho a los 72 minutos de partido.
El gesto es especialmente significativo porque uno y otro futbolista mantienen una relación especial. Fue Ronaldinho quien bautizó a Messi como "mi hermano menor" futbolístico en la pretemporada. "Es un jugador con una proyección enorme", terció el presidente azulgrana Joan Laporta, en referencia al dorsal 30 del equipo, el de Messi, que aspira a medio plazo a recuperar el 10 que hoy lleva el brasileño y que él vestía en su época de infantil en el Newell´s.
La progresión de Messi ha sido ciertamente meteórica desde que, con 13 años, llegó al Barça para jugar con el cadete. Carles Rexach, entonces responsable del fútbol base, tardó un minuto y medio en fichar a ese jugador bajito que había encandilado en su ciudad natal de Rosario. Lionel tenía entonces la misma edad que Eric Lamela ahora, el niño prodigio del River pretendido por el Barça y cuya familia ha decidido seguir en Buenos Aires. Los padres de Messi accedieron a partir, entre otras razones, porque el Barça costeó entonces un caro tratamiento hormonal a Lionel para que creciera. Llegó midiendo 1,40 y ahora hace 1,70.
Desde 2000 a hoy, Messi se ha convertido en la gran promesa. Sus dígitos asombran: marcó 37 goles en 30 partidos con el equipo cadete; 21, en 14 con los juveniles y cinco en ocho encuentros con el Barça C antes de pasar al filial. Tanta eficacia le permitió el año pasado escalar cuatro categorías en cuatro meses: pasó del juvenil al plantel profesional y Rijkaard le alineó hace un año en la inauguración del campo del Oporto.
La directiva ha blindado al argentino, con familia catalana en Balaguer, hasta 2012 y con una cláusula cercana a la de Ronaldinho, de unos 150 millones de euros, para evitar fugas como las que protagonizaron los juveniles Cesc (Arsenal) y Piqué (Manchester). El camino hacia la élite acaba de empezar. Lionel es consciente de que su lugar está en el filial y se toma con la serenidad de un veterano sus vivencias en el primer equipo. Tras el debut en la Liga, llegó a casa obsesionado por el gol que pudo marcar en la última jugada ante el Espanyol. "Leo estaba excitado, angustiado por su error. Tanto, que soñó con cómo debía mejorar aquella jugada", dice Rodrigo. "Es un loco del fútbol".
La misma locura comparte toda la familia, especialmente, el padre, Jorge -jugó en la Segunda División argentina- y Rodrigo, que probó sin éxito por un equipo búlgaro. Los dos comparten vivienda con Lionel cerca del Camp Nou. La madre, Celia, sigue viviendo en el barrio San Martín, en Rosario, con los otros dos hijos: Matías, de 21 años, el segundo, dueño de una frutería, y la pequeña María del Sol, de 10. "Mi madre lloró de emoción cuando Lionel la llamó para dedicarle el debut", dice Rodrigo.
Esta historia empezó hace 10 años por casualidad. "Mi hermano Matías y yo", relata Rodrigo, "jugábamos al fútbol en el patio de la casa con mis primos. Nos faltaba un jugador y le dijimos a Lionel que se metiera en la cancha. Tenía siete años, era una pulga, pero nos sorprendió a todos. No le pegaba al balón, lo acariciaba. Tanto es así que en el Newell's jugó en categorías en que los jugadores eran dos años mayores que él". Rodrigo dice que en ese equipo, Lionel, con 13 años, marcó un gol similar al de Ronaldo contra el Compostela. Y tampoco olvidará estas dos últimas semanas de Lionel con el Barça: "Mi pulguita, que aún puede crecer tres o cuatro centímetros, ya es un hombre".
Introvertido, Messi se transforma en el campo. "Nunca se pone nervioso", afirma Rodrigo. Y añade que es un fanático de la puntualidad. "Llega media hora antes a los entrenamientos". En el último partido de la pretemporada en Perelada, ante el Palamós, Rodrigo presenció el partido y al acabar recibió una llamada de su hermano: "Me voy a la gira de Asia. Necesito que llegues antes que yo al Camp Nou y me traigas el pasaporte". Dos semanas más tarde, Lionel volvió de Asia con un balón. Era el que se utilizó en el último partido del Barça en Shanghai en el que marcó un gol". Desde entonces esa pelota forma parte de la decoración de su habitación junto a una camiseta de Sylvinho que le pidió su padre, seguidor del brasileño.
Aunque es consciente de que volverá al filial, Messi aspira a jugar mañana la Copa.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.