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La propuesta de nuevo Estatuto será sometida a votación en diciembre

El deshielo de las relaciones institucionales entre los Gobiernos central y vasco se hizo ayer realidad en La Moncloa después de cuatro años marcados por el desencuentro permanente de los nacionalistas y del lehendakari Ibarretxe con José María Aznar. Era una consecuencia obligada de una reunión entre dos líderes que han hecho del diálogo su tarjeta de presentación. Pero las sonrisas y las buenas palabras que ambos mostraron ayer ¿qué cambios van a producir en el guión trazado por Ibarretxe y sus socios de Gobierno para aprobar su plan soberanista?

Hay un dato objetivo de la reunión. No hubo desplante por ninguna de las partes. Ayer no sonó ningún portazo en La Moncloa que hiciera temblar el mástil que sostenía la ikurriña que saludó a la entrada al presidente vasco. Es como si el PNV quisiera aprovechar la puerta entreabierta que pareció dejar ayer José Luis Rodríguez Zapatero para que Euskadi, al igual que la Cataluña de Maragall, sea también Estado. Y, sobre todo, participe de manera activa en la "construcción de la España plural" con la que sueña el actual inquilino de La Moncloa.

Ibarretxe abandonaría así el victimismo y la confrontación, que tan buenos resultados electorales le dio en las elecciones de 2001, en aras a una renegociación de su plan en el Parlamento vasco para lograr la mayoría absoluta de la que ahora carece, como reconoció ayer, y seguir su tramitación en las Cortes. Esta posibilidad no le supone al lehendakari muchos problemas si se mantiene el "respeto a lo que decidan los vascos y las vascas". De hecho, es lo que viene pidiendo a los socialistas vascos desde hace meses: que pongan en negro sobre blanco sus propuestas de reforma del Estatuto para poder confrontarlas con el plan Ibarretxe.

Pistoletazo de salida

El pistoletazo de salida para esa discusión se producirá a finales de septiembre, cuando Ibarretxe dibuje en el debate de política general el ciclo final de la legislatura. La ponencia abierta en la Cámara vasca sobre el plan terminó sus comparecencias hace más de un mes en lo que ha sido una reedición descafeinada de las comparecencias que tuvieron lugar en la ponencia de autogobierno hasta julio de 2002.

El presidente de la Cámara, Juan María Atutxa, amplió en abril el plazo para que los partidos que no habían presentado enmiendas parciales al texto del Gobierno lo hicieran. Pero PP y PSE rechazaron la oferta. El texto, con las enmiendas a la totalidad de las fuerzas constitucionalistas y de Sozialista Abertzaleak y las parciales de Ezker Batua (69), EA (42), PNV (17) y SA (7), será debatido entre octubre y diciembre, mes en que, según los planes de lehendakari, habrá votación en pleno.

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Para entonces, los temas pendientes entre ambas Administraciones -descuento del cupo (32,5 millones), la limpieza del Prestige o la ampliación de la Ertzaintza- pueden estar desatascados, posibilitando que el deshielo iniciado ayer en La Moncloa se convierta en un acercamiento que algunos sectores peneuvistas defienden ya.

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