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Reportaje:

La Babel de Estrasburgo

Ex colaboradores del KGB, rusos y euroescépticos conviven en la Eurocámara de la reunificación europea

Gabriela Cañas

"En el futuro, veo a Europa como una unidad económica cuyo territorio se extenderá desde Lisboa hasta Vladivostok". La que habla se llama Tatjana Zdanoka, ha conseguido un acta de eurodiputada por Letonia aunque no se considera letona sino rusa. Medio judía y medio ortodoxa, su familia sufrió la dictadura de Hitler, pero también la de Stalin. Es tan querida como odiada en su país por su extremismo y su lucha a favor de la minoría rusa y de su lengua. Ahora forma parte del grupo parlamentario europeo Verdes/Alianza Libre Europea, cree que hay que dejar de volver la vista atrás y confía en que esta legislatura logre derribar estereotipos y fomente una mutua comprensión entre el este y el oeste, haciendo realidad el sueño de la reunificación europea.

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Zdanoka, nacida en 1950, es acusada por sus enemigos políticos de haber sido espía de la temida agencia de inteligencia soviética KGB. Ella lo niega. "Honestamente, nadie me lo propuso nunca", dice. No es el caso de su colega letón, Georgs Andrejevs, que se ha unido a los liberales, y que ha reconocido haber sido colaborador en el pasado.

La nueva diversidad del Parlamento Europeo, más parecida ahora a la de la totalidad del continente, ofrece más matices y más paradojas. En el mismo grupo político que ha acogido a Andrejevs milita, por ejemplo, el polaco Bronislaw Geremek, ex dirigente de Solidaridad y ministro de Exteriores, que no oculta su odio a los comunistas. "Puedo escuchar los argumentos en contra de Francis Wurtz

[el líder de Izquierda Unitaria], pero no soporto sus cumplidos", clama Geremek, que recuerda que gente como Wurtz fue la que le encarceló varias veces por sus ideas.

Geremek es un hombre impulsivo que apenas pudo ocultar el martes pasado su emoción al presentarse candidato a presidir el Parlamento Europeo y recordar que este regreso a Europa es el cumplimiento de sus sueños. No obstante, dejó ayer Estrasburgo consternado al comprobar que su currículo luchador y europeísta no era suficiente para derrotar el pacto socialista/conservador que alzó al puesto a José Borrell.

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La otra gran novedad de este Parlamento Europeo (732 diputados, 25 países) es el conglomerado denominado Independientes y Demócratas al que se acaba de unir la Liga Norte de Umberto Bossi, elevando su número de escaños a 37 (el 5,05% del total). El grueso lo forman los 11 euroescépticos del Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP) y los diez ultraderechistas de la Liga de las Familias Polacas, aunque su líder es el más moderado danés Jens-Peter Bonde.

El estreno de este grupo en el hemiciclo ha sido ruidoso. Los miembros del UKIP, que quieren sacar a su país de la UE, han recordado en Estrasburgo que su tarea va a consistir fundamentalmente en intentar hundir el barco europeo y uno de sus miembros, Godfrey Bloom, ha manifestado que lo mejor que pueden hacer las mujeres es dedicarse a las tareas domésticas. Bloom ha sido elegido miembro de la Comisión de Igualdad.

Por lo demás, la reunificación europea ha supuesto la consolidación de los tres grandes grupos de la Eurocámara, con un Partido Popular que suma 268 escaños (36,61%), un grupo socialista de 200 miembros (27,32%) y una formación liberal que ha salido especialmente favorecida gracias a sus pactos con 88 escaños (12,02%). En tiempos de paz, con un continente dispuesto a restañar sus heridas, el pragmatismo se impone. "Ahora ya no hacen falta revoluciones, sino evoluciones", concluye Zdanoka.

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Sobre la firma

Gabriela Cañas
Llegó a EL PAIS en 1981 y ha sido jefa de Madrid y Sociedad y corresponsal en Bruselas y París. Ha presidido la Agencia EFE entre 2020 y 2023. El periodismo y la igualdad son sus prioridades.

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