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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Morir de calor

Los datos demográficos referentes a 2003, dados a conocer por el Instituto Nacional de Estadística (INE), reflejan con claridad el incremento de muertes durante la ola de calor padecida en los meses del verano pasado, sobre todo en agosto. El anterior Gobierno nunca admitió más de 141 fallecimientos atribuibles, directa o indirectamente, al calor, aunque un informe del Ministerio de Sanidad reconociera más tarde un incremento de 6.112 muertes en los mes de julio y agosto de 2003 respecto del año anterior. El incremento fue de más del doble, exactamente de 12.963, según los datos del INE. Y aunque es evidente que las comparaciones de un año a otro no sirven para establecer una relación de causa-efecto entre la ola de calor y el incremento de fallecimientos, tampoco ese aumento puede considerarse normal sin más.

Ante la repetición de las olas de calor, como la de estos días, hay que investigar sus posibles efectos sobre la salud de las personas, al tiempo que se toman las medidas de prevención sanitaria. Es importante que la experiencia del año pasado no haya caído en saco roto y que desde el pasado 1 de junio esté activado un plan de prevención contra el calor, especialmente dirigido a los colectivos más vulnerables: ancianos, niños y personas más desfavorecidas o con patologías crónicas.

En todo caso, la tasa de mortalidad, con un aumento anormal de un 5% en 2003, se mantiene por debajo de la de natalidad. Al crecimiento vegetativo de la población española en 56.134 habitantes en 2003 ha contribuido especialmente la inmigración con 44.600, que se corresponde con su aportación de 53.306 nuevos niños al cómputo global de los 439.863 nacidos en España el año pasado. La tasa de fecundidad -hijos por mujer en edad fértil- se recupera gracias a la mujer inmigrante, hasta situarse en 1,3. Ningún país puede basar su equilibrio demográfico exclusivamente en la inmigración, pero en el caso español su aportación, por quinto año consecutivo, se está revelando básica a corto plazo y seguirá siéndolo a medio.

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