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Reportaje:ESCAPADAS | Alto Tormes

Lo más dulce de Gredos

Pinares, cascadas y charcas cristalinas jalonan los primeros pasos del río por el término abulense de Navarredonda

En agosto de 1911, Unamuno estaba acampado en la sierra de Gredos cuando se enteró, por boca de un pastor, de que habían matado a Maura en Barcelona. Maura, en realidad, murió sin ayuda de nadie en 1925, en Torrelodones, pero el pastor acababa de leer la noticia incompleta del atentado en un diario de 1910 que algún montañero había usado para envolver los bocatas. Y allí fue que Unamuno, lejos de afligirse, juzgó feliz la superioridad de quien puede pasarse sin novedades, etiquetas y comodidades, y escribió un artículo, De vuelta de la cumbre, que se resume en esta línea: "El señor que no sabe viajar sin almohada y baño es un mentecato".

La idea unamuniana de Gredos -un desierto pétreo, casi monacal, donde se prueba "el desprecio a la comodidad de los pueblos de casta ibérica"- es otra de las muchas leyendas que forjaron los escritores del 98 y que aún colean. Tan injusto como el mito de que Castilla es un páramo -¡un páramo regado por el Ebro, el Duero, el Tajo y el Guadiana, y sombreado por otras tantas cordilleras!-, aquel sambenito lleva un siglo colgado de estas cimas abulenses, como si, en sus laderas, no abundaran los parajes risueños: lagunas, montañas y chorreras, pinares y alisedas, herrenes y dehesas, molinos y puentes medievales. Para muestra, el alto Tormes.

Al viajero se le ofrece para el baño charcas burbujeantes de dimensiones olímpicas

"En la ribera verde y delectosa / del sacro Tormes, dulce y claro río...". De una égloga de Garcilaso, no de un ensayo de Unamuno, es asunto apropiado este río que, nada más brotar de la fuente Tormella, en Navarredonda, se embosca en una pinada tan bella como las que surcan el Lozoya en Madrid y el Eresma en Segovia, si no más. Por almohada, al viajero se le ofrece césped bordado de jacintos y dedaleras. Y, para el baño, charcas burbujeantes de dimensiones olímpicas. Si estos lujos no le bastaran, en los pueblos hallará hoteles de diseño que prueban que los de casta ibérica les hacen tantos ascos a las comodidades como los gallegos a las romerías.

En busca del dulce y claro Tormes, saldremos caminando de Navarredonda en dirección al parador de Gredos y, al rebasar la última casa -guarnicionería Domingo Arrabé-, doblaremos a la derecha por una carreterilla que discurre entre prados y chopos monumentales. Pronto arribaremos a un alto donde se acaba el asfalto y comienza una pista de tierra que, en suave descenso, se dirige al soberbio bosque de pinos albares que arropa al río niño. Ya dentro del pinar, veremos un desvío señalizado al parador, que no tomaremos; acto seguido, la fuente de la Ladera y, tras una hora larga de paseo, la ribera del Tormes, verde y deleitosa a más no poder.

Nuestros siguientes pasos nos conducirán valle abajo, con el río a la izquierda, para enseguida llegar a la altura de un precioso molino, donde el camino se torna nuevamente asfaltado. Despreciando el ramal que sube al campamento Valdeascas (izquierda) y, poco después, el que lleva al cámping Navagredos (derecha), continuaremos por la vera del Tormes hasta llegar al fin del asfalto. Aquí, a unas dos horas del inicio, descubriremos estupefactos el paraje de las Chorreras, donde el río encajonado entre grandes bloques de granito brinca y espumea hasta precipitarse en un poderoso último salto sobre un poza de 20 metros de ancho. Baño obligado.

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De seguir avanzando media hora más por la ribera llana y boscosa del Tormes, nos plantaríamos en el puente del Duque; a 300 metros de éste, por la carretera que asciende a Hoyos del Espino, se desvía a la diestra el camino de Mesegoso, una cañada abierta entre praderas y pinares que nos permitiría volver a Navarredonda completando una gira de cuatro horas. Opción más breve (sólo tres horas) y recomendable para estos días de calor, será coger el primer sendero que sale a mano derecha, unos cien metros más abajo de las Chorreras, y subir por él atravesando un espeso pinar de repoblación hasta salir a la amplia nava que da nombre y asiento al pueblo.

Cocina tradicional y creativa

- Cómo ir. Navarredonda de Gredos (Ávila) dista 170 kilómetros de Madrid yendo por la autopista AP-6 hasta Villacastín, para seguir por la AP-51 hasta Ávila y por la N-502 hasta Venta de Rasquilla, donde se dobla por la AV-941 (dirección a El Barco de Ávila).

- Datos de la ruta. Duración: tres horas. Longitud: 10 kilómetros. Desnivel: 150 metros. Dificultad: baja. Tipo de camino: itinerario circular por pistas de tierra y asfalto, sin una señalización específica. Cartografía: hoja 15-22 del Servicio Geográfico del Ejército.

- Alrededores. En Navacepeda (a 12 kilómetros): pozo de las Paredes, bajo el puente medieval de río Barbellido. Plataforma de Gredos (a 16 kilómetros): excursiones a La Mira, el Morezón y la laguna Grande.

- Comer. La Dehesilla (tel.: 920 348 089): judiones de Navacepedilla, carnes asadas y postres caseros; precio medio, 20 euros. El Rincón de Gredos (tel.: 920 348 245): cocina castellana; 30 euros. La Mira de Gredos (Hoyos del Espino; tel.: 920 349 023): carpaccio de solomillo ibérico en vinagreta suave; 25 euros. El Milano Real (Hoyos del Espino; tel.: 920 349 108): cocina creativa de temporada; 30-35 euros.

- Dormir. La Dehesilla (tel.: 920 348 089): bonita casa de piedra y madera, con bicis y caballos propios; doble, 50 euros. La Casa de Arriba (tel.: 920 348 024): mansión ajardinada del siglo XVII, auténtico balcón de Gredos; 79 euros. El Milano Real (Hoyos del Espino; tel.: 920 349 108): hotelito con habitaciones temáticas -bellísima, la suite japonesa-; 77-105 euros.

- Compras. Domingo Arrabé (tel.: 920 348 112): artesanía en cuero.

- Actividades. Gredos Activo (tel.: 920 348 045): caballos y escalada. Turactiv Gredos (telf.: 920 348 385): rutas a pie y en 4x4.

- Información. Ayuntamiento de Navarredonda de Gredos (Calvo Sotelo, 1; teléfono 920 345 252; www.navarredondadegredos.net).

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