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Paul McCartney inunda de nostalgia 'beatle' la noche madrileña

El ex líder de los Wings triunfa ante 20.000 personas con su gira 04 Summer Tour

Más de 20.000 personas se acercaron a lo largo de la tarde del domingo hasta el barrio de Las Musas, el lugar donde se ubica el recinto deportivo de La Peineta. El motivo de esta peregrinación era reencontrarse con el puñado de canciones que brillaron con luz propia durante la década de los sesenta, pero que han terminado iluminando a varias generaciones de espectadores, tal y como se vio en la variedad de edades y estilos entre los asistentes al concierto. Predominaba el "look más de 40", con compañía familiar -mujer e hijos- incluida. Los mayores acudían con cara de éxtasis. Los más pequeños, con curiosidad, y muchos de ellos se conocían las letras de las canciones de los Beatles, porque tal vez se las habían puesto sus padres desde la cuna. Hasta los había que se habían traído la guitarra de casa para cantar canciones del grupo de Liverpool sentados en el césped situado a las puertas del recinto.

La entrada oscilaba entre los 30 euros, las más económicas, y los 90 euros, destinados a la zona noble, en cuyos asientos se pudo contemplar a la infanta Margarita de Borbón y al ex ministro del Interior Ángel Acebes. Otras caras conocidas que pudieron reconocerse entre el gentío fueron las del presentador de televisión Juan Imedio, el cantante Jaime Urrutia y el grupo Pereza, entre otros. A pesar de lo oneroso de la entrada, lo cierto es que la respuesta de los admiradores de los Beatles se produjo en avalancha en una fecha tan comprometida como es el domingo posterior a Festimad, con todos los bolsillos ya vacíos y las ansias de rock bien repletas. Sin embargo, la afluencia fue masiva y a muchos no les importó, incluso, dejarse aún más dinero en los puestos de merchandising. Las camisetas con la efigie o con la firma de Paul McCartney rondaban los 40 euros, lo mismo que las gorras. Pero uno también podía llevarse una elegante camiseta negra firmada por el ídolo o un jersey por 75 euros. La cerveza, como está reglamentado en locales públicos, era sin alcohol, aunque eso no pareció importar demasiado a un público que estuvo combatiendo durante toda la noche el calor veraniego que empieza a asolar la capital, a base de viajes a las barras de bebidas, que estaban constantemente llenas.

En cuanto a lo musical, el bajista de los Beatles y ex líder de los Wings repitió paso por paso el megaespectáculo ofrecido el pasado martes en Gijón. El mismo principio del tipo "teatro independiente", combinado con música dance, un pinchadiscos de estrafalario sombrero, zancudos, saltimbanquis, equilibristas y bailarines de esos cuyo paso más memorable consiste en dar vueltas con la cabeza en el suelo. Veinte minutos duró el citado espectáculo introductorio. Después se imponía la música con un sonido que, seguramente a causa de la disposición "apaisada" de La Peineta, no tuvo tanta presión como el escuchado en Gijón. Es decir, siempre daba la impresión de que faltaba algo de volumen.

Paul McCartney, esta vez ataviado con una chaqueta azul, gritó: "Hola, Madrid, y Viva España", y prometió hablar un poco de español a lo largo de la noche. Suerte que tenía escrito su discurso en el suelo del escenario. En cuanto al despliegue musical, el listado de canciones se repitió punto por punto, y con él, las mismas cotas de máximo interés y los mismos momentos clave. Quien viera el espectáculo sólo una vez quizás no se diera cuenta, pero, como es en el caso de quien esto escribe, cuando ya se ha visto dos veces empieza uno a pillar los trucos de oficio que McCartney, perro viejo, maneja con maestría. Pocas cosas se le podían echar en cara; entre ellas, las dedicatorias a los dos miembros desaparecidos del legendario grupo de Liverpool. Here today y All things must pass eran de las dos canciones más flojas del concierto. En cambio, la interpretación de Hey Jude bien vale la asistencia a este concierto, al que no le faltaron ni atractivos musicales ni escénicos. McCartney una vez más consiguió su objetivo: sembrar de buena música y enormes dotes de nostalgia a un auditorio entregado.

Paul McCartney, en <b><i>La Peineta</b></i> de Madrid.
Paul McCartney, en La Peineta de Madrid.RICARDO GUTIÉRREZ
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